52. Asimilarlo

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Abro mis ojos completamente desorientada y veo a Bruno y al doctor frente a mi —Rocío, ¿te sientes mejor? Te has desmayado— Me explica el doctor y asiento.

Abro y cierro mis ojos unas cuantas veces intentando volver a la normalidad —Si... no sé que paso—

—Se te bajo la presión, nada grave dado tu estado— Dice y sus palabras vienen una vez a mi cabeza...

«Voy a tener mellizos...» Pienso.

—¿No lo soñé? ¿No? — Pregunto llevando mis manos a mi vientre y por alguna razón Bruno se sonríe.

—Si no te desmayas nuevamente, te diré que no... sé que no esperabas esa noticia, pero piénsalo como algo positivo, un solo parto, los dos bebés crecen a la vez y pasas las noches de desvelo de un solo golpe— Expresa el doctor haciéndome reír.

—Viéndolo así no es tan malo— Respondo un poco más animada.

—Casi todas mis pacientes se asustan, pero la verdad es que es mucho más simple que tener embarazos seguidos— Continua y ya no sé si lo hace para que no salga huyendo o está hablando en serio.

—Gracias de verdad doctor, y perdón por este momento...— Murmuro y niega.

—Tranquila, soy doctor, estoy acostumbrado a ver estas cosas, pero si ya te sientes mejor, te dejare con tu esposo y a la salida te darán todos los documentos, ¿sí? — Dice.

—Si, gracias...— Le respondo y a los pocos minutos él sale del consultorio dejándonos solos a Bruno y a mí.

—Oye cariño, el doctor tiene razón, quizás no sea tan malo...— Comenta mi prometido y lo miro a los ojos.

—Pañales por dos, biberones por dos... cunas por dos... comida... ropa... escuela... universidad...— Digo haciendo una lista mental y él comienza a reírse.

—Amor... aún ni han nacido— Me dice entre risas mientras que sujeta mi rostro fijando su mirada en la mía —Vayamos paso a paso, ¿si? — Me propone.

—¿No tienes miedo? — Le pregunto en un susurro.

Él hace un gesto e inclina su cabeza un poco —Estoy cagado de miedo, pero no queda más que superarlo, ¿no? — Confiesa haciéndome reír.

—Pensé que era la única— Bromeo.

—No... ¿acaso crees que tengo un doctorado en paternidad? No tengo ni idea de todo eso, creo que solo se me da bien hacerlos— Dice entre risas que me contagian.

—Eso no te lo niego— Respondo.

—Pero bueno, creo que nos tocara tomar un curso intensivo, ¿no crees? — Pregunta y asiento.

—Totalmente, me niego a ser una pésima madre...— Confieso.

—No lo serás, eres buena en todo lo que haces y el rol de mamá no será la excepción, eso te lo aseguro— Me alienta acercando su boca a la mía.

—Si estamos juntos te juro que me atrevo a todo esto— Digo fijando mi mirada en la suya.

—No te voy a soltar nunca, no tengas miedo— Me asegura y me vuelve a besar haciendo quitándome todos los miedos que puedan existir en estos momentos y asiéndome sentir que, a pesar de todo, estamos pasando por el mejor momento de nuestras vidas, quizás uno lleno de incertidumbres, pero con una felicidad que voy asimilando poco a poco y que de esa misma manera va reduciendo todos mis miedos.

[...]

Una vez que ya nos han dado todos los documentos en la clínica, y que hemos salido de esta, caminamos por las calles de Nueva York juntos tomados de la mano mirando todas las vitrinas que pasamos por nuestro camino hasta que de pronto pasamos por delante de un local de cosas para bebés y él me mira —¿entramos y vemos un poco? — Me propone y asiento.

—Vamos, necesitaremos trabajar en un presupuesto— Comento mientras que me abre la puerta para que entremos y me mira sonriente.

—No tienes que preocuparte por el dinero... ¿lo sabes? — Me explica.

—Olvido que tienes dinero...— Murmuro un tanto sarcástica.

—Es por el manejo de las oficinas de aquí, ya te lo dije— Insiste.

—Lo sé...—

—Entre otras cosas, debemos pensar en la fecha de la boda y en una casa para los cuatro, ¿no crees? — Menciona haciendo que me detenga en medio del local y lo mire a los ojos.

—¿Cómo? — Pregunto bajito y se sonrie.

—El departamento nos quedara chico... ¿no crees? — Explica.

—No... hablo de lo otro—

—¿La fecha de la boda? —

—Aha...—

—Pues te propuse matrimonio y aceptaste, ¿no? — Me cuestiona y asiento.

—Si...— Murmuro.

—Lo más lógico es que nos casemos pronto, ¿no crees? —Pregunta y mi corazón se acelera.

—Supongo...—

—¿3 meses? ¿Dos? ¿Uno? ¿La próxima semana? — Me pregunta entre risas nerviosas.

—¿Puedo pensarlo? — Cuestiono.

—Por supuesto, ahora ven, miremos todo esto para después ver que tan grande debería ser la casa— Sugiere y es tanta la liviandad con la que habla de algunos asuntos, que no sé si un día pueda acostumbrarme a esto.

—Vamos...— Me limito a responderle. 

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora