Después de haber salido de la oficina, vinimos hacia este restaurante de lujo donde los platos son increíblemente elaborados y la decoración del lugar sumamente sofisticada, y por mi parte, soy la única mujer en este almuerzo de negocios y cuatro hombres sentados a mi alrededor distendiéndose, conversando acerca de deportes creyendo de que no me entero de que va la conversación, pero lo que ellos no saben es que estoy al tanto de cada una de las cosas que comentan —discúlpanos, Rocío, los hombres solemos ser así de "pesados" cuando hablamos de estos temas— se justifica Fabricio y simplemente levanto mis manos como haciendo un gesto de que no pasa nada.
—Por mi ni se preocupe, estoy acostumbrada a estas conversaciones— explico.
—Nació en Buenos Aires— intercede mi jefe y la mirada de Fabricio demuestra interés.
—¿Con que porteña? — cuestiona y sonrió.
—No me considero ni de aquí, ni de allá... viví en muchas partes del mundo como para reclamar la ciudadanía de un solo lugar— comento y bebo un sorbo de mi bebida.
—¿Puedo preguntar en que lugares? — indaga Santos y asiento.
—Claro...— respondo y hago una breve pausa —obviamente Buenos Aires, Nueva York, Roma, Madrid, y nuevamente Nueva York— respondo haciendo que todos me miren un tanto sorprendidos.
—Interesante, una mujer de mundo— acota Fabricio e intento mantener las formas ante su manera de decir esa frase.
—Tiene sus ventajas vivir en tantos sitios diferentes— digo con la tentativa de llevar la conversación a un terreno que me convenga.
—¿Cuáles? — averigua Santos.
—Bueno, las normales son aprender de la cultura, disfrutar de su comida, música, y todo eso... ya después en mi caso, exporte un novio de Madrid— bromeo y es mi manera de dibujar una línea a los limites que existen por si acaso los intentaba sobrepasar.
—¿Pueden creer que el hombre se vino desde España a Nueva York solo por ella? — comenta mi jefe y supongo que a él también le interesa que todo esto se mantenga lo más profesional posible.
—Interesante— es lo único que comenta Fabricio y su actitud cambia drásticamente cuando ahora toda su concentración esta puesta en el plato de comida que tiene frente a él, supongo que después de todo mi intuición no me fallo, él estaba queriendo ir a otro terreno que no era precisamente profesional... solo espero que esto no arruine el negocio que acabamos de hacer porque me decepcionaría bastante, pero tampoco podía dejar que se comenzara a tomar atribuciones que no debía, ¿o sí? Un tanto preocupada miro a Gabriel disimuladamente y su gesto como diciéndome que todo esta bien, me relaja un poco.
[...]
Después de aquella conversación el almuerzo dio un giro que hizo que se transformara en un ambiente cien por ciento laboral y un tanto tenso que me preocupó por momentos e hizo que salir de allí se me hiciera eterno —Gabriel, discúlpame si arruine todo allí— le digo una vez que estamos dentro del auto y él me sonríe.
—Tranquila Rocío, no pasa nada, es más hiciste bien, por eso hice aquel comentario— me responde sin dudarlo un minuto y me lo quedo mirando un tanto confundida.
—¿Hay algo que deba saber? — indago.
Gabriel esquiva mi mirada —cuando me lo cruce en el baño del restaurante antes de que comenzáramos a almorzar, me insinuó que te dijera que quería pasar una noche contigo, y por supuesto mi respuesta fue no— me informa dejándome sin saber muy bien que decir —Rocío, si no quieres continuar con el proyecto, lo entenderé, pero si decides hacerlo, me asegurare que nunca estés sola con ese tipo— me deja saber y en estos instante no sé muy bien que responderle.
—¿Puedo pensarlo un poco? —le pido y asiente inmediatamente.
—Por supuesto, pero que sepas que jamás vendería a una empleada mía para conseguir un proyecto— se defiende.
—Lo sé, y gracias por hacer eso— le digo, y la verdad es que no puedo creer que aún existan este tipo de situaciones en el ámbito laboral... es como si me pusieran entre la espada y la pared para decidir si trabajar en algo o no para lo que estoy capacitada, y honestamente me da mucha rabia de que esto sea así... No sé qué tan "acertada" pueda ser la decisión se aceptar este proyecto aun sabiendo como son las cosas, pero por el otro lado, tampoco puedo permitir que cualquier tipo que haga insinuaciones fuera de lugar me haga perder oportunidades como esta para crecer como profesional, estoy demasiado confundida, y supongo que hablarlo con Bruno me ayudara un poco, tal vez él pueda entenderme.
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
RomanceRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...