20. Preguntas Inesperadas

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—Bruno Del Valle, te amo...— digo más alto de lo debido mientras que sin dejar de reírnos por las copas de más que llevamos encima, entramos a mi piso.

—Y yo te amo a ti Rocio Buschia...zo... — consigue decir sobre mis labios y sin más me comienza a besar desmedidamente.

Sigo su encantador juego mientras que con una de sus manos empuja la puerta haciendo que se cierre con muchísima fuerza, y luego lleva esa misma mano a mi trasero. Va bajando hasta llegar al final de mi vestido y lo comienza a subir hasta hacer que mis piernas queden totalmente libres. Con esa misma desesperación lleva su otra mano a la altura de mis muslos y es así como me levanta en el aire y hace que enrede mis piernas en él.

Así, en medio de nuestra guerra de besos, desabrocho su camisa y él camina conmigo colgada a él hasta mi cuarto. Sin soltarme hace que ambos caigamos sobre la cama y solo puedo besarlo con más fuerza si es que eso es posible.

Sus exquisitos y gruesos labios abandonan mi boca y comienzan a viajar por mi cuello, por mis hombros... y a medida que me va desvistiendo recorre el resto de mi piel. Es un experto en el arte de amar; y yo solo me someto a su voluntad mientras intento desvestirlo... me vuelve loca... me encanta...

Todas nuestras prendas ya están en el suelo, y ahora estamos tan solo piel a piel, me encanta tocarlo y sentir que descubro músculos que ni sabía que existían...es tan perfecto... —te amo...— me dice al oído mientras que con sus manos aparta un poco más mis piernas. Estoy al borde del delirio y cuando creo que moriré de placer, él me deja saber que eso fue nada y entra en mi haciendo que yo solo pueda dejar que mis gemidos salgan de mi boca a su voluntad.

—Te amo. — digo aferrándome a su espalda como intentando encontrar alguna manera de absorber el placer que provoca en mí. Sus envestidas son más constantes, nuestras respiraciones son errantes, y por si fuera poco, sus labios besan intermitentemente partes hiper sensibles de mi tal como lo son mis pechos ahora. «No doy más...»

Noto como su cuerpo comienza a temblar al igual que el mío y es a los pocos minutos donde ambos nos dejamos llevar en manos del placer y nos rendimos. Me observa fijamente sin moverse de mí y me besa dulcemente. —Roció, eres la mujer de mi vida... quiero que lo sepas. — dice y apoya su frente en la mía.

Estoy tan agitada que después de intentar recuperar un poco el aire es que consigo hablar. —yo que creía que eras un mujeriego empedernido... pero no, eres un hombre único. Bruno, yo también quiero que sepas que eres el hombre de mi vida. — confieso sonriente y luego soy yo quien lo besa.

Él sale de mi suavemente, y se acuesta a mi lado, yo solo me abrazo a él, y él por su parte, nos cubre con la tímida sabana color blanca. —cariño, me encantaría irme un fin de semana contigo a la playa. — comenta y no puedo más que sonreír ante su propuesta.

—Llevo unas cuantas copas de más encima... pero... ¡Me encanta! — digo con gran entusiasmo y rio como una tonta.

—¿Te gustaría ir a Barcelona en un par de semanas? — propone y lo miro extrañada.

—¿Barcelona? — Pregunto intentando comprender porque dijo ese destino específicamente con todas las playas que hay en España.

—Es que mi familia tiene una casa en la playa allí. —explica.

—¿De verdad? —

—Si, casi nunca la usamos, pero, me apetece mucho ir contigo allí. — dice y luego besa mi frente.

Sonrió ante su gesto tan tierno —eres una cajita de sorpresas, pero me encanta la idea de pasar contigo un fin de semana en la playa. — le dejo saber y me abrazo más fuerte contra él.

—Sabes... estuve pensando que tú y yo prácticamente estamos pasando todos los días juntos así sea en mi piso o en el tuyo... creo que no tiene mucho sentido que sigamos alquilando los dos pisos. — me dice de la nada y a pesar de lo cansada que estoy no puedo dejar de abrir mis ojos de par en par.

Me acomodo de manera tal que pueda verlo a los ojos —Amor, ¿Qué me estas queriendo decir? ¿Tú no estarás pensando en....? — ni siquiera puedo terminar la pregunta.

—Estoy pensando que podríamos vivir juntos si tú quieres, claro. — me dice con una enorme sonrisa.

«Esto sí que no me lo esperaba... llevamos poco tiempo juntos...»

—¿Podemos hablar de esto mañana? Es que honestamente llevamos un par de copas encima y creo que deberíamos descansar para hablar de un tema tan serio...— digo con algo de pánico.

Al parecer le parezco graciosa por que se ríe —Claro que sí, lo podemos hablar mañana o cuando tú quieras. — responde dulcemente. —mejor descansemos antes de que te de un ataque de pánico. — bromea entre risas y no puedo más que reír con él.

«Este hombre me matara... de ser el mujeriego del edificio a pedirme que viva con él... ¿existirá un intermedio entre sus dos personalidades?» me pregunto, pero el cansancio me gana haciendo que mis ojos se cierren.

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora