7. Lo Que Necesitamos

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Vamos caminando torpemente por el pasillo sin dejar de besarnos y una vez que llegamos a la puerta de mi departamento, apenas consigo ingresar la llave en la cerradura, sin soltarme de su boca abro para que entremos y que luego sea el quien cierre la puerta con la ayuda de su pie. Sus manos no me dan tregua, me toca y van quitando mi chaqueta... mi camiseta... y mientras tanto, las mias se las ingenian para quitar su chaqueta y camiseta...

«Ese torso... esos abdominales... que tentación...»

—No me equivoque... tienes un cuerpo de ensueño. — me dice entre besos mientras que seguimos caminando hacia mi habitación y en el camino, sus hábiles manos van desabrochando mi sujetador.

Voy hacia la cintura de su pantalón y como puedo voy desabrochando su cinturón. —No dejes de besarme. — le pido y como si esto fuera un reto, me besa con más ganas.

Sus dedos van hacia el botón de mi pantalón y lo desabotona para luego abrir el cierre e ir bajando mi pantalón. Se arrodilla frente a mí y lentamente baja mi pantalón sin apartar su mirada de la mía. Quita mis zapatos, mi pantalón, y solo queda mi diminuta braga como la llaman aquí... Sus manos suben lentamente de mis tobillos a mis muslos hasta finalmente llegar a mi braga. —eres un paisaje divino... voy a disfrutar tanto estos meses contigo...— me dice de manera sensual y termina de desnudarme.

—No me hables así, solo has lo que hemos acordado. — le pido y lo tomo de las manos para que se ponga de pie y ahora soy yo quien sin tregua baja su pantalón para luego agacharme y quitar sus zapatos, sus medias, y terminar de quitarle el pantalón y finalmente su bóxer dejando toda su excitación al descubierto...

—¿Y qué piensas? — me pregunta con una pícara sonrisa y sé muy bien a lo que se refiere.

«Que estas muy bien dotado...» Si tan solo supiera lo que pienso...

Al darme cuenta que la cama está a espaldas suyo, aprovecho y lo empujo para que caiga en ella. —actúa y luego hablamos. — le digo haciendo que ambos riamos.

Lentamente me coloco sobre él sin apoyar el peso de mi cuerpo sobre el suyo y regreso mi boca a la suya. Nos besamos sin pausas, nuestras manos acarician el cuerpo del otros sin pudor y debo de admitir que me encanta... sí que sabe lo que tiene que hacer para volver completamente loca a una mujer.

—Ven aquí...— me pide tomándome de la parte superior de mis piernas y haciendo que me acomode mejor sobre él para luego hacer que giremos sobre el colchón. —prepárate porque tengo la impresión de que tu y yo tengo la pasaremos increíble. — advierte y de una vez entra en mí.

—Fuck!...— grito sin poder evitarlo y es así como su sensual tortura comienza en mi cuerpo. No puedo evitar moverme con la necesidad de sentirlo más, es increíblemente bueno en esto y ahora entiendo absolutamente todo.

—No te detengas...— le pido y es la llave para que haga todo con más dedicación.

Cada movimiento suyo es estratégico, sabe que hacer, como hacerlo y cuando hacerlo... tengo la loca teoría que conoce mi cuerpo a la perfección o al menos es tanta su experiencia que coloca besos en los lugares precisos, acaricia en el momento justo y se mueve en un ritmo perfecto que me enloquece y es así que nuestros cuerpos comienzan a temblar... siento que caigo en un abismo.

—Roció.— dice entrecortado cuando su cuerpo se rinde al placer.

—Bruno.— consigo decir y solo puedo mirarlo a los ojos. Lentamente él sale de mí y se acuesta a mi lado intentando recuperar el aire que a ambos nos falta.

—Creí que no te atreverías a algo así. — confiesa mirándome de reojo.

—¿Por qué? — cuestiono agitada.

—Te veía tan seria... tan no sé... pensé que eras la mujer tipo que busca un noviazgo serio. — se explica.

—Te equivocas, así como tú no crees en el amor... yo tampoco. — confieso y me mira extrañado.

—¿También te han dejado plantada en el altar? — bromea.

—No necesariamente, pero mi novio de muchos años y con él que pretendía pasar el resto de mi vida, falleció en un accidente de tránsito. Un imbécil cruzo un semáforo en rojo y embistió su auto matándolo en el instante. — explico intentando no ponerme mal al recordar lo de Sebas.

Bruno me mira sorprendido y se acomoda de costado para sostener su cabeza con su mano en el aire apoyando el codo sobre el colchón. —lo siento muchísimo... y yo que creía que lo mío era una putada...— dice serio.

—Ya ves que no.... después de lo de Sebas no me volví a enamorar y no pienso hacerlo. No puedo soportar perder a nadie más y mi trabajo siempre me hace perder a la persona con quien estoy. No suelo mantener relaciones serias, por eso no me asustaba cuando me dijiste lo de Miguel o lo de Santiago...— me explico.

—¿Por eso has aceptado esto? — cuestiona extrañado.

—Contigo no hay riesgos. — confieso.

—Solo uno. — me advierte con una media sonrisa.

—¿Cuál? — pregunto con mucha curiosidad.

—Que eres muy buena en la cama y creo que vamos a repetir esto muchas veces. — me dice pícaramente y cuando menos me doy cuenta, está encima de mi nuevamente besándome como un loco.

—Tú también eres muy bueno... en cuanto a lo que pienso...— digo y hace una pausa —puedes presumir de lo que quieras que tienes con qué. — confieso divertida y sonríe sobre mis labios.

—Disfrútame entonces... no soy tuyo, pero... has firmado un contrato de exclusividad por once meses. — explica.

—¿Ah sí? ¿Cuándo lo hice? — pregunto entre besos.

—Cuando me besaste tan jodidamente bien...— sentencia y me calla con un beso de esos que parecen no tener fin.

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora