Vamos caminando torpemente por el pasillo sin dejar de besarnos y una vez que llegamos a la puerta de mi departamento, apenas consigo ingresar la llave en la cerradura, sin soltarme de su boca abro para que entremos y que luego sea el quien cierre la puerta con la ayuda de su pie. Sus manos no me dan tregua, me toca y van quitando mi chaqueta... mi camiseta... y mientras tanto, las mias se las ingenian para quitar su chaqueta y camiseta...
«Ese torso... esos abdominales... que tentación...»
—No me equivoque... tienes un cuerpo de ensueño. — me dice entre besos mientras que seguimos caminando hacia mi habitación y en el camino, sus hábiles manos van desabrochando mi sujetador.
Voy hacia la cintura de su pantalón y como puedo voy desabrochando su cinturón. —No dejes de besarme. — le pido y como si esto fuera un reto, me besa con más ganas.
Sus dedos van hacia el botón de mi pantalón y lo desabotona para luego abrir el cierre e ir bajando mi pantalón. Se arrodilla frente a mí y lentamente baja mi pantalón sin apartar su mirada de la mía. Quita mis zapatos, mi pantalón, y solo queda mi diminuta braga como la llaman aquí... Sus manos suben lentamente de mis tobillos a mis muslos hasta finalmente llegar a mi braga. —eres un paisaje divino... voy a disfrutar tanto estos meses contigo...— me dice de manera sensual y termina de desnudarme.
—No me hables así, solo has lo que hemos acordado. — le pido y lo tomo de las manos para que se ponga de pie y ahora soy yo quien sin tregua baja su pantalón para luego agacharme y quitar sus zapatos, sus medias, y terminar de quitarle el pantalón y finalmente su bóxer dejando toda su excitación al descubierto...
—¿Y qué piensas? — me pregunta con una pícara sonrisa y sé muy bien a lo que se refiere.
«Que estas muy bien dotado...» Si tan solo supiera lo que pienso...
Al darme cuenta que la cama está a espaldas suyo, aprovecho y lo empujo para que caiga en ella. —actúa y luego hablamos. — le digo haciendo que ambos riamos.
Lentamente me coloco sobre él sin apoyar el peso de mi cuerpo sobre el suyo y regreso mi boca a la suya. Nos besamos sin pausas, nuestras manos acarician el cuerpo del otros sin pudor y debo de admitir que me encanta... sí que sabe lo que tiene que hacer para volver completamente loca a una mujer.
—Ven aquí...— me pide tomándome de la parte superior de mis piernas y haciendo que me acomode mejor sobre él para luego hacer que giremos sobre el colchón. —prepárate porque tengo la impresión de que tu y yo tengo la pasaremos increíble. — advierte y de una vez entra en mí.
—Fuck!...— grito sin poder evitarlo y es así como su sensual tortura comienza en mi cuerpo. No puedo evitar moverme con la necesidad de sentirlo más, es increíblemente bueno en esto y ahora entiendo absolutamente todo.
—No te detengas...— le pido y es la llave para que haga todo con más dedicación.
Cada movimiento suyo es estratégico, sabe que hacer, como hacerlo y cuando hacerlo... tengo la loca teoría que conoce mi cuerpo a la perfección o al menos es tanta su experiencia que coloca besos en los lugares precisos, acaricia en el momento justo y se mueve en un ritmo perfecto que me enloquece y es así que nuestros cuerpos comienzan a temblar... siento que caigo en un abismo.
—Roció.— dice entrecortado cuando su cuerpo se rinde al placer.
—Bruno.— consigo decir y solo puedo mirarlo a los ojos. Lentamente él sale de mí y se acuesta a mi lado intentando recuperar el aire que a ambos nos falta.
—Creí que no te atreverías a algo así. — confiesa mirándome de reojo.
—¿Por qué? — cuestiono agitada.
—Te veía tan seria... tan no sé... pensé que eras la mujer tipo que busca un noviazgo serio. — se explica.
—Te equivocas, así como tú no crees en el amor... yo tampoco. — confieso y me mira extrañado.
—¿También te han dejado plantada en el altar? — bromea.
—No necesariamente, pero mi novio de muchos años y con él que pretendía pasar el resto de mi vida, falleció en un accidente de tránsito. Un imbécil cruzo un semáforo en rojo y embistió su auto matándolo en el instante. — explico intentando no ponerme mal al recordar lo de Sebas.
Bruno me mira sorprendido y se acomoda de costado para sostener su cabeza con su mano en el aire apoyando el codo sobre el colchón. —lo siento muchísimo... y yo que creía que lo mío era una putada...— dice serio.
—Ya ves que no.... después de lo de Sebas no me volví a enamorar y no pienso hacerlo. No puedo soportar perder a nadie más y mi trabajo siempre me hace perder a la persona con quien estoy. No suelo mantener relaciones serias, por eso no me asustaba cuando me dijiste lo de Miguel o lo de Santiago...— me explico.
—¿Por eso has aceptado esto? — cuestiona extrañado.
—Contigo no hay riesgos. — confieso.
—Solo uno. — me advierte con una media sonrisa.
—¿Cuál? — pregunto con mucha curiosidad.
—Que eres muy buena en la cama y creo que vamos a repetir esto muchas veces. — me dice pícaramente y cuando menos me doy cuenta, está encima de mi nuevamente besándome como un loco.
—Tú también eres muy bueno... en cuanto a lo que pienso...— digo y hace una pausa —puedes presumir de lo que quieras que tienes con qué. — confieso divertida y sonríe sobre mis labios.
—Disfrútame entonces... no soy tuyo, pero... has firmado un contrato de exclusividad por once meses. — explica.
—¿Ah sí? ¿Cuándo lo hice? — pregunto entre besos.
—Cuando me besaste tan jodidamente bien...— sentencia y me calla con un beso de esos que parecen no tener fin.
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
RomanceRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...