(Al día siguiente)
Su respiración en mi cuello y sus labios rozando mi piel me hacen sonreír mientras que abro mis ojos encontrándome con la luz del sol que se cuela por la ventana —buenos días— digo mientras que intento no querer volver a abrazarme a la almohada para seguir durmiendo.
—Buenos días cariño— murmura y ya extrañaba que me llamara así.
Me giro un poco haciendo que quedemos frente a frente y esos ojazos negros como la noche me miran con tanta intensidad que me hace poner nerviosa inmediatamente —¿Qué ocurre? ¿Por qué me miras así? — pregunto y su sonrisa de lado, esa que es su arma letal, se hace presente mientras acerca su cuerpo al mío y con su brazo rodea mi cintura aprisionándome a él.
—Ocurre que es una maravilla volver a tenerte así— me dice y se acerca mis labios para rozarlos con dulzura.
Mis labios no desaprovechan la oportunidad para recorrer los suyos haciendo que el contacto nos lleve a besarnos con más intensidad y continuar hasta que el aire comienza a hacerse ausente y las ganas por el otro nos consume generando una batalla sobre esta cama que celebra nuestro amor con sus leves quejidos cuando los movimientos hacen de las suyas, y es que no hay otra manera de comenzar un domingo a su lado que no sea esta.
[...]
Bebo mi último sorbo de café mientras camino al salón y observo el gran desastre que hay aquí —voy a tener que ordenar todo esto ya— le digo refiriéndome a las maletas y cajas con cosas mías que trajimos ayer.
Bruno se acerca a mí, coloca su mano en la parte baja de mi cintura y observa el caos —¿quieres que te ayude o prefieres que no me meta en tus cosas? — pregunta haciéndome reír.
—¿Tienes miedo de encontrar algo que no quiero que veas? — cuestiono divertida.
—¿Acaso hay algo que no pueda ver? — rebate con una pregunta y sonrió.
—Mmmm... pues mi ropa interior ya la conoces casi toda, lo máximo que puedes encontrar que me pueda incomodar es alguna carta de algún ex novio o algo así— bromeo.
—¿Conservas cartas de tus ex? — me pregunta y me da risa la manera que hace su pregunta, pero a la vez sé que quizás mi respuesta no sea todo de su agrado.
—Solo las de Sebastian— confieso y de repente la melancolía vuelve a apoderarse de mí.
Puedo sentir la manera en la que él me mira, pero no me atrevo a voltear a mirarlo a los ojos, no cuando me he puesto así una vez más al recordarlo —bueno, pero eso está bien, él fue muy importante en tu vida— lo escucho decir y tomo el valor para girar mi rostro y verlo a los ojos.
—¿No te molesta que me ponga así al recordarlo? — le pregunto un tanto sorprendida por su reacción y él sin dudarlo ni un segundo se mueve hasta quedar enfrente de mí.
—Hermosa— susurra y con sus dedos acomoda mi cabello —yo no estoy compitiendo con él y mucho menos estoy queriendo que tú lo olvides, sé que me amas porque si no, no estarías aquí comenzando esta vida conmigo, pero se también que lo amaste a él y siempre respetare los recuerdos que tú puedas tener con Sebastian— me explica y lo único que se me ocurre hacer en este momento es abrazarlo con todas mis fuerzas.
—¡Te amo! — le digo y mis lágrimas de emoción o nostalgia... o tal vez de las dos cosas a la vez se deslizan por mis mejillas mientras que sus brazos llenos de fuerza y ternura a la vez me abrazan haciéndome sentir que este es mi lugar en el mundo.
—Yo también te amo hermosa— dice en un susurro y deposita un beso en mi frente haciéndome sonreír.
—¿Me ayudas entonces? —le pido y sonríe.
—Claro que si— responde con entusiasmo y me separo un poco para secar mis lágrimas y mirarlo a los ojos.
—Si terminamos pronto, podemos ordenar pizza y ver series abrazados en el sofá, ¿te parece? — propongo.
—Me encanta, ¿por dónde empezamos? ¿ropa o las otras cosas? —
—¿Hay lugar en el guardarropa para mis cosas? — pregunto un poco preocupada y asiente.
—Cuando busque este departamento, me asegure que el guardarropa fuera lo suficientemente grande para la ropa de los dos— confiesa haciéndome reír.
—¡Lo tenías todo planeado! — le reclamo entre risas.
—Digamos que quería asegurarme que si todo salía como esperaba que saliera, viviéramos en un sitio cómodo— se justifica.
Nunca va a dejar de sorprenderme, de eso estoy clara —eres un caso aparte, pero me encanta que estés así de loco— bromeo.
—Es tu culpa, pusiste mi mundo de cabeza y veme aquí cometiendo una locura tras otra por ti— se justifica.
—Entonces sigamos cometiendo locuras juntos, vamos a ordenar todo esto— sentencio y sin más rodeos me acerco a mis maletas para que este nuevo lugar se convierta en el hogar de ambos.
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
عاطفيةRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...