(Al día siguiente)
Recibir un nuevo día a punta de besos y caricias, no fue una opción esta mañana, y es que las obligaciones ganaron la batalla haciendo que nos levantáramos de la cama con prisa y nos arregláramos rápidamente para ir a nuestros trabajos. En mi caso tengo un horario que cumplir porque soy simplemente una empleada más, y en el suyo fueron las reuniones pactadas lo que provocaron que saliera pronto del ahora "nuestro" hogar.
—¡¿Y esa sonrisa?! — me pregunta Cintia cuando nos cruzamos en el pasillo donde están nuestras oficinas.
—Cosas buenas que ocurren de vez en cuando— me limito a responder sin poder ocultar mi felicidad mientras voy entrando a mi oficina y escucho su risa a lo lejos.
—¡Me lo tienes que contar! ¡Por favor! — me pide divertida y al voltear, la veo parada bajo el marco de la puerta.
—Pasa y cierra la puerta— demando y ella sin dudarlo ni un solo segundo, cierra termina de entrar a mi oficina y cierra la puerta detrás de ella.
Sin que le diga nada, ella se sienta en la silla que está ubicada frente a mi escritorio y apoya sus brazos sobre el mismo mientras que me mira expectante —te escucho— presiona haciéndome reír.
—¿Recuerdas al hombre que trajo las flores? — le pregunto.
—¿Ese que te dije que eras muy, pero muy guapo y con acento español? — me pregunta y asiento.
—Ese mismo— respondo intentando no reírme ante lo gestos que hace.
—¡Claro que lo recuerdo! Un hombre como él no se olvida tan fácilmente— indica y sé que debería ponerme un poco celosa por escucharla hablar así de mi novio, pero no puedo culparla, solo dice la verdad.
—Bueno, él y yo fuimos pareja durante mi estadía en Madrid y ahora se mudó aquí... nos contentamos y, en resumen, somos pareja nuevamente y estamos viviendo juntos— resumo y su cara de emoción es demasiado graciosa.
—Uff... no te puedo creer... te estas comiendo a ese bombón...— murmura y de repente cubre su boca —¡perdón, no debí! — se disculpa entre risas.
—No te preocupes, ya me acostumbré a que lo miren así y que digan ese tipo de cosas, es guapo, no hay nada que hacerle— bromeo.
Ambas estamos riéndonos a medida que le cuento algún que otro detalle de Bruno y de cómo nos conocimos y todo eso hasta que alguien llama a la puerta haciendo que debamos guardar silencio —come in! — (adelante) digo y a los pocos segundos la puerta se abre y es mi jefe quien entra —señor Torres, buenos días— digo un tanto nerviosa y tan solo espero que no haya escuchado nada de lo que hablaba con Cintia.
—Buenos días a las dos— nos dice amablemente y después me mira —Roció, ¿podemos hablar en mi oficina por un momento? — me pide y de inmediato asiento —te espero— sentencia y se retira dejándonos solas.
—Bueno, ya escuchaste al jefe, después seguimos— le digo a Cintia y amabas nos levantamos de nuestras sillas, ella para ir a su oficina y yo para ir a la oficina de Gabriel. Una vez que estoy frente a la puerta, golpeo y cuando él dice que puedo pasar, lo hago.
—Cierra la puerta por favor— me pide y de inmediato lo hago —toma asiento— continua y rápidamente lo hago.
—Usted dirá— digo y espero no haberme metido en ningún problema.
—Roció, hay un cliente muy importante que nos ha confiado una de sus campañas internacionales y representa un proyecto muy valioso para la empresa. — comienza diciendo.
—Eso es genial— comento.
—Lo es, pero no puedo confiárselo a cualquiera— continua.
—Claro, entiendo—
—Pero tú tienes la experiencia que necesita ese tipo de proyectos, por lo tanto, quiero que seas tú quien lo dirija — me dice y de inmediato sonrió.
—¡Wow! Muchas gracias— es lo único que se me ocurre decir.
—Nada que agradecer, obviamente te ayudare porque es algo muy importante, pero el único inconveniente es que debemos estar en San Francisco en dos días porque el cliente quiere una reunión preliminar personalmente y sus oficinas están allá— explica.
—No hay ningún problema en viajar— respondo sin dudarlo y sonríe.
—Perfecto, entonces le diré a mi secretaria que haga todos los arreglos para el viaje, nos iríamos dos días solamente. Mientras tanto te enviare la información de la empresa para que puedas tener un poco más clara la idea de los tipos de propuestas que podemos hacerle, no quiero que vayas a ciegas. — expone.
—Por supuesto, apenas reciba el correo electrónico con la información me pongo a trabajar en ellos— sentencio.
—Genial, bueno, por ahora eso es todo— me dice amablemente y le sonrió.
—Gracias por la oportunidad de trabajar en ese proyecto—
—Un placer— lo escucho responderme mientras me levanto de la silla para después salir de su oficina sintiendo que esta noticia es increíble, pero que llega justo en el momento que Bruno y yo nos estamos reencontrando y aunque sean solo dos días, sé que no le gustara mucho la idea de que estemos lejos en estos momentos, pero tendrá que aceptarlo, esto también forma parte de nuestra vida juntos, ¿no?
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
RomanceRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...