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Thais

Paso entre la multitud para ir a la terraza exterior, donde muchos disfrutan viendo, practicando, riéndose y bebiendo. Me doy cuenta de que está noche aquí hay personas de todos los lugares del mundo. Respiro hondo, llevando la copa a mis labios.

Cuando miro por encima del hombro, veo que un hombre rubio se acerca a mi espalda. Me giro y me encuentro frente a un hombre de treinta y tantos años, no pasa los cuarenta. Dice algo en inglés y yo me quedo viéndolo como tonta sin entender nada, lo dice en francés y ahora lo miro como si tuviera tres cabezas, él al ver mi confusión dice en español en un tono empático.

—Perdón, es latina. Me llamo Theodore.

Frente a mi silencio, continúa con su tono de complicidad: —Es la primera vez que la veo en una presentación así ¿viene acompañada?, ¿cómo te llamas?

—No, de hecho estoy sola —comento. —Thais, es un gusto conocerte, Theodore.

Veo la mirada de los ojos militares en mí.

—Es un bonito nombre para un rostro bonito —se ríe. —¿Me permite una pieza?

—Sí, claro.

—¿En serio? —Theodore parece ser adorable con ese tono de voz.

Me conduce hasta la pista, donde una orquesta ha empezado a tocar. Me pone las manos en su cuello antes de rodearme la cintura con los brazos, y comenzamos a movernos al ritmo de una canción que no entiendo en absoluto.

—¿Tienes algo con Aang? —me pregunta, intento esconder mi ignorancia y mi acongojo.

¿Aang? ¿Quién carajos es Aang?

Cuando él me señala con la mirada donde dos ojos militares nos fusilan le respondo, ya sé de quién habla.

—Ah... sí. Bueno, nuestros padres son cercanos.

Aang. Así que ese es su nombre.

Por más simpático que me parece Theodore no puedo confiar en él, cuando estaba bajando lo había visto hablar con Aang lo que significa que son amigos o algo parecido y tal vez sólo lo envío a hablar conmigo para probarme.

Sin duda me mataría sin pensarlo dos veces. Soy como su posesión puede hacer lo que quiera conmigo si quiere, pero hasta ahora por algún motivo que desconozco me trata como una invitada, excepto que no puedo salir. No tengo que reclamarle nada a mi captor, tampoco debo de sentir agradecimiento por él, pero lo hago porque hasta ahora no parece querer abusar de mí ni me ha golpeado y no quiero despertar su ira. Si eso resulta ser una prueba para ver si puede confiar en mí al menos habré aprobado y escapar resultará menos complicado.

—Es extraño, tengo muchos años conociéndolo y nunca te había visto con él —dice pensativo.

Invento algo rápidamente.

—Él y yo no éramos cercanos ni tampoco somos amigos. Estoy aquí únicamente por el aprecio que sus padres tienen por los míos.

Parece creer mis palabras y me sonríe sinceramente.

—¿Ustedes son muy cercanos? —la pregunta sale de mis labios.

—Digamos que soy la competencia, pero antes de eso hacíamos negocios.

¿De secuestrar jovencitas?

—¿De qué?

No puedo ocultar mi curiosidad.

—Por la mejor marca de champagne. Está noche es la exposición de su nuevo lanzamiento al mercado.

Al menos sé a qué se dedica Aang y todo parece legal. Entonces, la pregunta del año ¿por qué me secuestró?

Thais [Libro #1]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora