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Thais

Pasa una semana y no puedo quitar su imagen de mi mente. Lo que me deja una sensación extraña de miedo y excitación a la vez. Lo peor es que aquella noche fue un total fiasco. David me regaño como un padre celoso a quién su hija le presenta el novio que él desaprueba totalmente mientras que tuvo que cargarme hasta mi habitación por mi estado de ebriedad, luego salió corriendo según Vero porque me había desnudado enfrente de él. Al día siguiente traté de evitarlo muerta de la vergüenza, pero David super lindo, haciéndose de cuenta que nada pasó, me buscó y el problema quedó resuelto.

Juro no volver a beber. Bueno tampoco a tal extremo, con no volver a emborracharme es suficiente, ¿no?

No le gusto y esa idea me rompe el corazón, pero hay que superarlo. Los lutos de amores solo duran once días, pero el mundo sigue girando igual. Así que, hoy en la universidad he actuado con total madurez, nada de imaginar sus labios ni nada impropio.

—¿De qué hablan? —pregunto, llegando en plena conversación de David y Verónica mientras tomo asiento en el césped del parque del campus, quedando enfrente de él.

—Tu vestuario —dice David viéndome, sus ojos grises se abren y me siento atrapada en él.

—¿Qué tiene de malo? —me defiendo tímidamente y le doy un codazo a Vero en busca de su apoyo, pero ella se encoge de hombros y teclea su celular.

—Tú nunca has usado falda en la universidad —comenta, declarándome la guerra con su mirada de represalia.

—Siempre hay una primera vez para todo —giro, dejando mi cabeza caer en su regazo.

—Espero que no sea por Ian y que no quedes como las millones de idiotas que están detrás de él.

—Un hombre jamás va a tener ese poder sobre mí. Además —lo miro y él me sonríe, acariciándome las mejillas. —Él no es mi tipo.

—¿Y quién si es tu tipo? —se interesa Vero por la conversación.

Hace un rato no pudo ayudarme, pero ahora está lista para lanzarme fuego, vaya amiga la que tengo ¿para qué quiero enemigas?

En este momento el móvil de David suena e interrumpe la conversación como si fuera un llamado del cielo que no quiere que mi respuesta sea escuchada, al menos es así como lo interpreto yo, él responde de inmediato mientras me levanto, alisando mi falda para tomar la salida urgentemente.

—No seguirás escapándote para siempre —Vero me toma del brazo.

Mi corazón late con fuerza, al salir del taxi me dirijo hacia mi casa corriendo, al llegar después de subir el cuarto piso frente a la puerta encuentro la misma rosa que me llega todos los días y una tarjeta con mi nombre. Están las mismas dos frases que llegan desde la mañana del club.

"Pequeña traviesa, nos vemos pronto. Espero que tengas el valor de decirme cretino en la cara."

Es una letra muy hermosa, no está firmada, pero me recuerda a él. Alguien tan bello debería tener una letra igual.

Pero es imposible, ¿no?

Tiene que ser una broma de algún vecino, ¿pero quién podría ser? Y lo más importante ¿por qué?

—¿No crees que deberíamos ir a la policía? —me dice Vero mientras nos dirigimos a la cocina.

—¿Qué le voy a decir? Seguramente me tomarán de loca, ni siquiera tengo un nombre que dar además, no hay delito al enviar notas.

Ella suspira. —¿Quieres lasaña? —cambia de tema.

—Sí —le respondo sin ánimo.

—¿No tendrás algún admirador loco por ahí? —bromea.

Thais [Libro #1]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora