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Thais

Suspiro y me pongo brillo labial antes de bajar del auto, ya hemos llegado a la casa de David donde se efectúa la fiesta.

Ni siquiera sé por qué estoy aquí o será por qué no me quedé en mi casa bajo mis cómodas cobijas. La principal razón es que tengo pánico de quedarme sola en casa, pero creo que hubiera preferido mil veces no haber venido para no tener que ver esa escena tan horrible.

Muerdo fuertemente el interior de mis mejillas, evitando que las lágrimas salgan. Una cosa es ver que ella le planté un beso y otra muy diferente es verlos comiéndose el uno al otro como si no existiera mañana y con tanto deseo.

¿Amor? Tal vez.

Acelero el paso tratando de desviar hacia el patio sin que me vean. Echo mi cabello a un lado para ocultar mi cara, casi corro en mis tacones al pasar a su lado.

—¿Thais?

«¡Maldición, huye!»

Sigue tu camino, finge no haber escuchado.

—¡Thais! —está vez escucho sus pasos detrás de mí.

Unos pasos más.

—Thais, sé que me has escuchado.

Doy media vuelta y me acerco fingiendo no haberlo visto antes.

—David... eh... Hola... yo. Qué gusto verte.

Afortunadamente Vero me salva de esa penosa situación: —Te estábamos buscando.

Frunce el labio. —Pensé que trataban de ignorarme.

Qué atinado. Es justamente lo que trataba de hacer.

—¡Cómo crees! —me hago la indignada mientras él me ofrece su vaso.

¿Habrá bebido su novia ahí?

Examino el vaso rojo buscando alguna marca de labial, pero nada. Sin embargo, David dándose cuenta de lo que estoy haciendo y sabiendo mi falta de afecto por su novia lo deduce, se inclina y me murmura.

—Solo he bebido yo en el vaso —me dice coqueteando.

Siento mi corazón latir con fuerza por esa cercanía tan divina y deliciosa. Su olor flota en el aire, su aliento roza y acaricia mi lóbulo, acerco la cara discretamente entre los dos para obtener más de él.

Lo veo tragar saliva.

Parece que David se ha quedado sin palabras y hasta parece nervioso por esa cercanía.

No puede ser.

Imposible.

Parpadeo desconcertada dando un paso atrás.

Dios, ¿quién me entiende?

Si siempre quise eso, ¿por qué me alejo ahora?

—Gracias —susurro, tomando un sorbo y le guiño un ojo.

De pronto mi campo de vista se ve interrumpido por la arpía de su novia, lo toma de la mano para irse en dirección a las escaleras.

—No bebas mucho —me grita él a mitad de camino.

—Lo mismo va para ti, papá —le respondo y sonríe.

—¡¿Pero qué fue eso?! —pregunta Vero. —¿Lo has visto? ¡Claro que lo has hecho!

—¿Ver qué? —finjo no saber mientras sigo mi camino.

—Por supuesto que lo has hecho, ¿estás segura de que David no tiene un hermano gemelo? —se burla. —Porque no estoy segura de que esa persona haya sido nuestro David.

Thais [Libro #1]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora