Thais
A partir del día siguiente de nuestra discusión, nuestra relación mejoró. Aang se ausenta por menos tiempo. Pasa más tiempo conmigo, queriendo aprovechar al máximo nuestro acuerdo. Está más relajado, menos a la defensiva conmigo, es natural.
Sus atenciones son seguidas, me ofrece regalos muy seguido. Cosas simples, como ramos de flores hasta hermosas y lujosas joyas, y sé que con eso solo busca comprar mi obediencia. Además, sé que las flores en realidad no son de él sino de Elliot. Aang no es el tipo de persona que da flores. Pero al menos le agradezco el hecho de que haya comprado algunos libros del Marqués de Sade y de Diana Gabaldon como ofrenda de paz.
La luna está en lo alto del cielo, bailando entre la niebla, el viento susurra en la oscuridad cuando me apoyo en la barandilla del balcón. Los latidos de mi corazón retumba junto a mis lágrimas, en mi garganta un nudo se forma impidiéndome respirar. Siento el viento helado acariciarme bajo la tela fina de mi camiseta.
No soy débil, pero en mi soledad es cuando más me acuerdo de mi situación me dejo llevar por la amargura. Su compañía logra hacerme olvidar todo, me gusta hablar con él, me gusta cuando me toca. Me encanta sentirlo dentro de mí. El dolor y el placer mezclado de los látigos en mi piel cuando me azota, sus uñas hundiéndose en mi cadera con cada penetración. Su ligera barba arañándome. Dios, me gusta todo lo que me provoca. Todo lo que me hace sentir y sobretodo me gusta su compañía cuando salimos a correr juntos por la mañana. Me está encantado todo de él. Es mucho más de lo que esperaba de cualquier empresario, hombre y amante. Sabe cuando hacerlo con brusquedad y con lentitud, sin que yo se lo pida, conoce mejor mi cuerpo que yo mismo. No voy a negar que me encanta el sexo salvaje, pero cuando me lo hace con suavidad siento que estamos más conectados, siento cada centímetro de su sexo en mi interior. Me hace temblar con cada beso, repartido en mi cuerpo. Sin embargo, cuando estamos en tiempo libre me trata como una amiga y eso me gusta. Pero... sí, existe un pero. Deseo mi libertad. Deseo volver a ver a mis amigos. Quiero que al cruzar la calle no sienta que me están siguiendo, o me van a secuestrar en cualquier momento.
―Thais.
Limpio rápidamente mis mejillas al escuchar su voz ronca detrás de mí. Seguramente por estar tan centrada en mis pensamientos no lo he escuchado tocar la puerta ni siquiera cuando entró.
Su cuerpo se aplaca contra el mío y me empuja hacia el barandal. La respiración cálida de Aang me cosquilleo la oreja mientras que el viento frío parisino me acaricia la piel.
―¿Qué te sucede? ―percibo la tensión en su cuerpo pegado al mío.
―Nada ―susurro.
Respiro más deprisa y el corazón bombea como si supiera que sus latidos están así por la tristeza.
―Thais, te conozco lo suficiente como para saber que algo te sucede.
Me volteo hacia él. Nuestras bocas están a unos cuantos milímetros de distancia, su brazo rodea mis hombros y sus largas pestañas no esconden su mirada ardiente.
―Por favor, déjame hacer una llamada. Solo será por media hora ―su rostro se endurece. ―Prometo no decir nada que te involucre.
―¿A quién quieres llamar? ―suelta bruscamente. Sus fosas nasales están dilatadas. Aang se tensa, un brillo de disgusto roza por su mirada que se ensombrece hasta casi volverse violenta.

ESTÁS LEYENDO
Thais [Libro #1]
RomansaPrimer libro de la saga «Placeres Culposos». Soy Thais Delgado, una estudiante universitaria que siempre ha estado enamorada de mi mejor amigo. Pero un día, por error, entro en el baño equivocado y me encuentro con Aang Briand, un enigmático magnate...