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Pasado

Thalia

Desde que Elliot se int­ro­du­jo en mi gar­gan­ta ha­ce dos se­ma­nas, ha aumen­ta­do sus mé­to­dos de ju­ego. Aho­ra, no ten­go ni idea de cu­án­do de­mo­ni­os comenzó a gustarme tanto. Me ti­ene en vi­lo to­do el día. La sen­sa­ci­ón de lo des­co­no­ci­do aumen­ta la anticipación hasta que es casi... excitante.

Sí, excitante es una pa­lab­ra muy ext­ra­ña en mi diccionario, pe­ro si exis­te una de­fi­ni­ci­ón pa­ra el­la, es ab­so­lu­ta­men­te Elliot. Cuando el juego se dis­pa­ra, casi me cor­ro en ese mo­men­to, me lla­ma pa­ra estimularme, el or­gas­mo su­ele ser un hec­ho, y es diez veces más fu­er­te.

Nuestra di­ná­mi­ca es ext­ra­ña, y a me­nu­do cho­ca­mos en to­do. Los dos se­gu­imos luc­han­do por el po­der que nos dé ri­en­da su­el­ta pa­ra con­se­gu­ir nu­est­ros objetivos. Yo, por­que qu­i­ero que todo eso termine, incluso la adicción que siento por él. Cada vez estoy más cerca de revelar la identidad de Escorpión. Elliot, su­pon­go que por­que qu­i­ere seguir metiéndose bajo mis bragas. Yo su­pon­go por­que nun­ca pu­edo es­tar de­ma­si­ado se­gu­ra de na­da que le con­ci­er­na. Sigue siendo un tú­nel os­cu­ro sin sa­li­da.

Abandona nuestras salidas en cu­an­to le ape­te­ce, fingiendo que ti­ene que tra­ba­j­ar, a veces se po­ne a tec­le­ar en su te­lé­fo­no co­mo si fu­era su aman­te o al­go así. Hace una semana me presentó a su colega y amigo Aang, creo que se llama así. Super extraño y frío, me miraba como si fuera el enemigo. Le escuché decirle a Elliot que no con­fía en mí y que no qu­i­ere que pa­se más ti­em­po conmigo del necesario si quería seguir en no sé qué. Fue una conversación bastante extraña.

Elliot es in­te­li­gen­te, y la for­ma en que ha es­ta­do preguntándome cosas es como si sospechara que le miento. Cuando le pre­gun­té por su trabajo, me di­jo algo de lo que es­toy le­j­os de cre­er en sus pa­lab­ras, pe­ro tam­po­co pu­edo en­ten­der por qué de­mo­ni­os está haciendo to­do es­to.

Luego, du­ran­te al­gu­nas noc­hes, ha es­ta­do lle­gan­do a ca­sa tar­de, des­pu­és de que yo me du­er­ma. Solo le per­ci­bo cu­an­do me aca­ri­cia por det­rás y se introduce en mi in­te­ri­or; despierto llena de ganas y lo dejó montarme o lo montó como una Amazona insaciable.

Por las ma­ña­nas, me des­pi­er­ta con sus di­en­tes mordisqueando mi cu­el­lo y sus de­dos em­pu­j­an­do pro­fun­da­men­te dent­ro de mí, y lu­ego no me de­ja ir has­ta que gri­to mi or­gas­mo, y sin decir una palabra se va.

Odio lo na­tu­ral que se ha vu­el­to es­ta ru­ti­na en el lapso de dos se­ma­nas. Odio que cu­an­do no se unió a mí anoc­he, no de­jé de dar vu­el­tas en la ca­ma to­da la noc­he.

Cada vez que no está dent­ro de mí, sien­to que me fal­ta al­go porque en esas últimas semanas Elliot me pe­net­ró.

Y me pe­net­ró.

Nunca de­jó de ha­cer­lo.

Un homb­re nun­ca me ha­bía pe­net­ra­do así en to­da mi vi­da y eso que solamente llevamos dos semanas de estar saliendo. No quiero imaginar un año.

Nun­ca me ha­bían hec­ho sen­tir tan de­se­ada, tan se­xy. Nun­ca me ha­bían hec­ho sen­tir co­mo la mu­j­er más se­xy del mun­do mientras me toma como a una cualquiera.

Y eso que pensé que me gustaba el sexo vainilla. No quiero decir, que ha dejado de gustarme el sexo dulce, sino que amo esa forma en que Elliot lo hace.

Thais [Libro #1]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora