Trampa

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Hoy me la he pasado en una pequeña biblioteca privada de la casa, Lian se levanto muy temprano a entrenar, pienso que fue una manera muy astuta de hacerme desistir de hacerlo, después de ver varias cosas en el conejo llego y ahora estoy sentada en la gruesa alfombra roja con Lian dormido en mis piernas. Lo miro tan tranquilo y hermoso, Lian es mio, y para siempre, el pensar eso me hace sonreír como tonta.

La biblioteca es tan acogedora, la chimenea esta encendida, afuera está nevando, gruesas cortinas cubren la estancia, las paredes son blancas y lo mejor de todo esta al extremo norte de la casa, donde no hay habitaciones cerca.

—¿Estas aburrida? —pregunta de pronto. Llevo mi mano a su cabello y lo acomodo esta despeinado.

—Creo que fuiste tu quien se aburrio de mi, últimamente te quedas dormido—

—Jamás me aburriria de ti— dice preocupado. Sonrió

—Lo sé. Se que no has dormido bien últimamente por tantas cosas del consejo que resultan preocupantes. Ademas de estar tan al pendiente de mi. Cres que no me doy cuenta—

Esboza una sonrisa

—Es mi deber cuidarte— mueve la cabeza y tira de mi cuello.

Posa sus labios contra los mios, sus labios se mueven lentamente, provocando un ligero cosquilleo en mi vientre. Me atrevo a rozarlos con mi lengua, Lian gime y toma de mi cintura para acostarme en la alfombra.

Mis manos se mueven por su espalda y hombros, mientras que las suyas hacen lo propio debajo de la tela de mi blusa. Poco a poco la intensidad de los besos aumenta, y el calor se intensifica entre mis piernas, jadeo. Lian se aparta y sin pensarlo, comienza a quitarse la camisa, me incorporó rapido para ayudarle a retirar la prenda. Su dorso desnudo luce tan bien, que mis manos viajan hambrientas a él.

Mis manos se graban cada centimetro de él. Cierra los ojos cuando las yemas de mis dedos tocan sus labios, sujeta mi mano y besa la palma con suavidad. No vemos fijamente a los ojos sin decir palabra alguna. Es un momento tan intimo y magico. Cada segundo a su lado mi amor por el crece, en algo que jamás sentí ni imagine sentir.

Toma el borde de mi blusa y la quita con facilidad, de inmediato sus dedos juguetean con el botón de mi jeans y rápido lo baja por mis muslos. Dejándome expuesta ante el, ya no hay pudor, me siento protegida. Lian retira con cuidado mi ropa interior y se posa entre mis piernas sin dejar de mirarme. Su mano va hacia la mia y la sujeta con fuerza.

***

Estoy frente al espejo, observando mi reflejo. Anoche no dormi nada. Hoy hay unas ligeras sombras negras bajo mis ojos, mis mejillas estan rojas, al igual que mis labios y ligeramente hinchados. Pero lo que mas resalta en mi es la ligera sonrisa tonta. Lian me hace sentir de un modo tan especial. Suspiro tengo que concentrarme en arreglar mi cabello, a pesar de lavarlo ay unos enormes nudos en él.

Abro la puerta del baño y lo miro en el escritorio con un par de libros, finge estar leyendo pero se que esta preocupado.

—¿Es hora de irnos? —preguntó, intentando no denotar que también estoy ansiosa.

—Por desgracia si— dice mientras me envuelve en sus brazos.

—Tengo que ir a casa, a ver a mis padres— digo con timidez.

—Ve— lo miro sorprendida. —Gael te llevara— ya decia yo. Ha insistido tanto estos días en no salir. —Pero antes tienes que comer algo— Asiento encantada, estoy hambrienta.

Fuego Y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora