¿Celosa?

18 1 0
                                    

Su mano descubrió una curva alrededor de mi codo y descendió despacio por mi brazo, mis costillas, para después bajar por mi cintura desnuda y avanzar por mi muslo hasta bajar a mi rodilla, dónde se detuvo, para enroscar la mano en torno a mi pantorrilla.

Contuve el aliento

Mis ojos poco a poco comenzaron a adaptarse a la tenue luz de un rallo de sol que entraba a chorros por la ventana. A pesar de la gelidez de su piel, el calor de mi cuerpo comenzo a subir nuevamente, haciéndome llegar los recuerdos de la noche anterior provocándome que la piel de mi rostro se tiñera de rojo, en cuanto su boca se acercó al hueco de la base de mi cuello.

—Es de mañana amor mio— murmuro. —Pero creo que usted futura señora Domenech me debe explicaciones—

Antes de que pudiera responder, antes incluso de que fuera capaz de concentrarme suficiente para comenzar una explicación realmente buena, Lian rodó hacia un lado y me puso encima de el. La sábana blanca bajo hasta mi obligó y me expuso frente a el con el torso desnudo, pero el sostuvo mi rostro con ambas manos  y  lo orientó hacia el de modo que quedáramos a centímetros de distancia. Mi respiración aumento de volumen de modo casi vergonzoso, pero no me importaba más la vergüenza.

—¿Por qué estás tan callada?— volvió a preguntar — ¿Es por su futuro apellido?—

—No estamos hablando de eso— me las arregle para contestar.

Me acerque un poco más, y con la punta de la lengua perfile el control de su boca, antes de que retirara mi rostro del suyo, para después rodar sobre mi cuerpo despacio y con delicadeza para ahora colocarse sobre de mi. Y ahí lo tenía en todo su explendor su pecho blanco desnudo, sus brazos llenos de finas líneas que delineaban la tinta negra bajo su piel. El corazón me latía tan fuerte que el me miró sorprendió, y apostaría que si pudiera sonrojarse ya estuviera de tal modo.

—No, pero por ahora el otro tema del cual tenemos que hablar puede esperar—

Ahora el se acercó a mi y recorrió mi cuello con su lengua, fría como el hielo, la cabeza me daba vueltas y mi respiración  se volvía entrecortada, tanto que comenzé a hacer pequeños movimientos.

—¿Alguien quiere seguir jugando?— pregunté entre jadeos.

Sonreímos ante mi pregunta, su manos bajaron por mi cuerpo con delicadeza, como si intentará grabarse cada parte de mi cuerpo desnudo, palmo a palmo, pero de pronto se quedó rígido, y sus ánimos bajaron al instante. Al mismo tiempo se giro de un lado quedando a mi costado y sin nada más que decir.

—¿Lian?— pregunté temerosa al descubrir su cambio de humor.

—¿Si?—  giro para darme una leve caricia en la mejilla.

—¿Pasa algo?— cuestione, mientas apoyaba mi cabeza sobre mi mano derecha.

—Solo estoy cansado—  repuso con un tono distante

—Demaciado tarde— sonreí  —Necesito más besos—

—Bien— distinguir una ligera nota de alegría mientras me besaba la frente.

—Pero creo que tú no juegas limpio—

Suspiro

—Solo me tientas y no llegaremos al final—

—Chelsy, solo estoy cansado— volvió a repetir.

—lo se— dije abrumada. —Sabes un día me provocaras un infartó fulminante  y la culpa será solo tuya—

Entonces, se levantó sin decir más y comenzó a abotonar su camisa blanca, un poco arrugada por haber dormido toda la noche sobre de ella. Bueno es decir unas hora, una, tal vez solo media....

Fuego Y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora