Intruso

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—Tienes un mensaje, en la mesita—me avisó Ágata, sin mostrar interés en charlar conmigo.

Una pequeña notaba estaba sobre la mesa del teléfono con una caligrafía extremadamente impecable.

Chelsy se que no estuvo bien lo que te mostré la última vez que nos vimos. No fue con doble intención. Perdoname. Mark.

Hice un mohin, lo último en que deseaba pensar en estos momentos era en él, Mark podria estar arrepentido, pero saldría adelante. No deseaba hablar con el, aunque fuera sobrino de Ágata.

—¿Tienes planeado salir?—pregunto Neffertari, que estaba sentada a un extremo del sofá en la sala.

—Quiero ir a caminar ¿Vamos?—

—Azael está por llegar, iremos a su casa ¿No quieres ir a ver a Lian?—

¡Tragame tierra!

Gire en dirección al fregadero y comenzé a tallar los platos sucios, avergonzada por lo de esta mañana, Ágata no había preguntado nada aún.

—No, tenía pendientes en el consejo— me apresure a contestar, mientras caminaba hacia la salida.

—Chelsy—

Me detuve con la cara roja como tomate.

—Si—

—Saldre al súper por algunos comestibles, dejaré la llave en la maceta rosa que está colgada en la entrada—

—Claro Ágata. ¡Nos vemos en la noche!— me despedí y me apresure a salir.

                          (........)

Tome la llave de la maceta y abrí la puerta, subí a mi habitación con la intención de acomodar algunas cosas que mamá había enviado la última vez. Pero primero tomaría una ducha, ya que me encontraba un poco sudada por la caminata obligatoria que había echo esta tarde, para evitar entrar en el tema de esta mañana.

Después de cepillarme los dientes, cogí el cesto de la ropa sucia, y me dispuse a amontonar la ropa en la lavadora para después ponerla a trabajar, acomode cada cuadro en los espacios posibles de mi habitación y abrí la ventana para que entrara un poco de aire fresco, cuando observe que uno de los arbustos del patio trasero se movía con intensidad, no había viento.

Seguí unos momentos ahí de pie, esperando que el frondoso arbusto parará de moverse, imaginé que algún animal pudo haber sido el causante, por lo que continúe con mis labores, cuando escuché un fuerte ruido que me sobresalto, movida por la curiosidad, baje a prisa las escaleras para ir al patio trasero y comprobar que un pequeño conejo había sido el causante de tal alboroto, pero el timbre de la puerta volvió a sobresaltarme.

Abrí la puerta

Lian tenía los ojos dilatados, el gris azuloso estaba teñido por unas notas un poco visibles de un color escarlata.

La sed.

—¿Lian?— pregunté con sorpresa.

—¿Estás sola? —

Lo mire a los ojos, con la pregunta dibujada en mi rostro, pero después intuí la pregunta y sonreí.

—Si ¿Nos portaremos mal otra vez?— no me importaron las pequeñas manchas en sus ojos, por lo que me apresure a colgarme de su cuello.

Pero antes de que lo hiciera, deshizo mi abrazó con amabilidad, deposito un beso en mi frente.

—Solo venía a entregarte un libro que te manda mi padre. Siento que mi pregunta te llevará a pensar otras cosas— se disculpo.

Fuego Y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora