No limits just epiphanies
Cuando entré por las puertas de la librería ya me sentía mucho mejor. Caminar y el aire frío de la ciudad me había ayudado. Una de las trabajadoras del lugar se acercó a mí con una sonrisa y yo le sonreí de vuelta. Hoy me sentía de muy buen humor.
—Bienvenida a El pequeño librero ¿te puedo ayudar a encontrar algún libro? — Casi abro la boca para preguntar por Juliet, el libro favorito de Oliver pero recordé que en este momento no quería nada que tuviera que ver con él y me arrepentí.
—Solo quiero ver los libros usados. — respondí al final
—Claro, sígueme. — La seguí a pesar de que ya sabía dónde estaban las mesas de libros usados. Cuando llegamos la chica me sonrió y me dijo que cualquier cosa que necesitara se lo preguntara, yo le agradecí y ella se fue dejándome sola.
Suspiré y respiré el maravilloso olor de todos aquellos libros viejos. Sonreí y empecé a acariciar las portadas de los libros que estaban más cerca de mí, luego empecé a mirar uno por uno a ver cuál me llamaba la atención. Al final me decidí por una edición muy vieja de Charlie y la fábrica de chocolate. Uno de los clásicos infantiles que no había leído.
Fui a caja y lo pagué y luego fui a The Waffle House y pedí el helado de maracuyá que me recomendó Harry la primera vez que vine. Me atendió la misma chica de aquella vez, la misma que le había dado su número a Harry en una servilleta pero no me importó porque al final me había besado a mí y no a ella.
—Aquí tienes y que regreses pronto a The Waffle House — me dio la sonrisa más falsa que pudo pero yo le sonreí genuinamente. Nada podía dañar mi mood de hoy.
Agarré mi helado y caminé a una de las mesas. Cuando me hube sentado probé el helado y me pareció lo más maravilloso del mundo. Harry tenía razón.
Saqué el libro de su bolsa y me dispuse a leerlo, era corto así que no me levanté de la mesa hasta que lo acabé.
Cuando terminé el libro me levanté y salí del centro comercial rumbo a la estación de taxis. Tomé uno y me subí. Le di la dirección al taxista y agarré mi celular.
"Tenías razón" escribí "El helado de maracuyá es el mejor de todos"
Envié el mensaje y me recosté en la ventana a ver el paisaje de la ciudad y como se borraba ante mis ojos por la velocidad.
Cuando llegué a mi casa no había nadie, de seguro ya habían salido a cenar. Fui a la cocina y me preparé un sándwich el cual me comí lo más rápido que pude y cuando terminé subí a mi habitación y guardé el libro y mi bolso. Me puse el pijama y me acosté y a pesar de que me había despertado muy tarde me quedé dormida.
~
El lunes en la tarde tomé el autobús que me llevaría a mi clase de pintura. Estaba emocionada por hacer otra actividad aparte de organizar mi cuarto y leer.
Cuando llegué había unas dos personas más sentadas frente a su lienzo ya con todos sus materiales. La chica que había conocido la primera vez que vine se acercó a mí y me dio la bienvenida. Me dijo dónde debía sentarme y me hizo entrega de los materiales que usaría ese día.
Luego de mí llegaron unas tres personas más y la clase dio inicio con el profesor al frente y nosotros imitando lo que él hacia siguiendo las indicaciones y consejos que nos daba.
El primer día fue arte pop donde aprendimos a definir los bordes de los dibujos. Al final me había quedado muy decente mi dibujo y me lo había llevado a casa contenta donde se lo mostré a mi papá quien se rio de mi pero al final lo terminó colgando en su oficina.
El miércoles la clase fue sobre técnicas de acuarela, hasta ahora fue la peor para mí porque no podía controlar el agua con la que pintaba.
Cuando terminé me limpié las manos e hice entrega de mis materiales. Agarré mi pintura y me despedí de mis compañeros y del profesor.
Cuando salí empecé a caminar a la parada de autobús pero de un momento a otro sentí como alguien me agarraba la mano y me jalaba el brazo para que me diera vuelta. No pude evitar gritar y sentir que el corazón se me iba a salir pero pude respirar con tranquilidad cuando reconocí los ojos verdes que me miraban de vuelta.
No pude evitar sonreír.
—Me has dado un susto de muerte — dije empujándolo juguetonamente.
—Lo siento, es que estaba cruzando la calle y te vi salir de ahí ¿qué hacías? — me sonrió.
—Estoy en un curso de pintura.
—¡Genial! ¿Eso que llevas ahí es lo que pintaste? — preguntó señalando a la hoja que llevaba en mi mano. Yo asentí. —¿Puedo ver?
—¡No! — grité apartando rápidamente la hoja antes de que su mano la hubiera alcanzado. —Ni loca te dejo ver esta cosa tan fea que hice.
—Vamos, déjame verlo. ¿Qué tan malo puede ser? ¿No me dibujaste desnudo verdad? — dijo y soltó una carcajada — Eso sería bueno de ver.
—No me parece gracioso Harry — dije seriamente — solo no quiero que veas mi pintura es todo.
—Está bien — dijo sonriéndome para tratar de calmarme. —¿A dónde ibas?
—A la parada de autobús.
—Vamos. Yo te llevo — me sonrió y sin preguntarme agarró mi mano y empezó a caminar en dirección contraria. — Mi moto está a unas cuadras. —Yo sonreí y no protesté — ¿Viste la Torre Eiffel anoche?
—¡Sí! — respondí muy feliz. Todo lo que tuviera que ver con París me alegraba el día — Se veía hermosa.
—Sí. No sé por qué la iluminaron así pero no sabes las ganas que me dieron de estar allá viendo ese espectáculo.
—No puedo esperar a ir — reí.
—Prométeme algo Hannah. — Me miró y apretó mi mano. Yo solo lo miré expectante — Que vamos a ir una vez los dos nos graduemos el otro año. Será nuestro regalo de graduación y así cumplimos nuestro sueño. ¿Me lo prometes?
Yo asentí tímidamente y sonreí sin decirle que ya se lo había prometido antes, pero si era tan importante para él no importaba.
El viaje a casa fue tranquilo. Definitivamente ya me estaba acostumbrando a la moto o "Susie" como Harry la llamaba.
—Gracias por el aventón. — Dije cuando me bajé en el porche de mi casa.
—Todo por ti. — sonreí y mis mejillas se encendieron. Él soltó una risita y agarró mi mano acercándome a él y depositó un beso en mi mejilla. Se apartó de mí pero dejó su rostro muy cerca al mío unos segundos antes de alejarse. —Adiós Hannah.
—Adiós. — Respondí. Él se puso su casco y se alejó en su moto con mucho ruido. Yo me mordí el labio y sonreí antes de darme vuelta y entrar a mi casa.
—Hola querida. — dijo papá desde el sofá donde tenía su laptop y donde parecía que estaba haciendo algo de trabajo.
—¡Hola! — dije con algo más de energía de la que pretendía, pero no pude evitar sonreír aún más grande cuando me di cuenta de eso.
—¿Qué pintaste hoy?
—Este horrible cuadro pero no importa, cuélgalo — y le tendí la pintura a mi papá con una gran sonrisa. — Me voy a mi cuarto ¿sí? — Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.
Pasé por el lado de Oliver que me miraba con una mirada algo extraña pero que no le di importancia y subí a mi habitación.
—¿Lo ves Oli? Te lo dije —Oí que le dijo papá a Oliver cuando yo estaba subiendo las escaleras.

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Efímero | h.s (1)
Roman d'amourTodos le advierten que no debería enamorarse de él pero ella no controla a su corazón. ¿Será que al final todos tienen razón? Hannah Gardner es una chica de 17 años que luego de la muerte de su madre se muda a una nueva ciudad con su papá y su herma...