Capítulo 2

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Here comes the sun and I say it's alright

Dedicado a Erika


Emily se quedó dos horas con nosotros. Ella y mi hermano no dejaron de coquetear todo el rato y era muy divertido ver lo descarados que podían llegar a ser.

Emily se había ido para que yo pudiera terminar de ordenar mi habitación y que me diera tiempo de poder arreglarme para la fiesta. Estaba emocionada. Digamos que no había dejado amigos atrás antes de mudarme por lo que quería desesperadamente hacer amigos nuevos. Aunque la idea de conocer gente nueva no era del todo de mi agrado, sabía que lo necesitaba.

Terminé de colocar el último libro en la estantería y limpié el sudor mi frente.

—Hola — Dijo Oliver apareciendo otra vez en mi puerta.

—Hola — respondí. Él se acercó a mí y me abrazó. — ¿Qué haces? Estoy sudada, suéltame.

—Lo siento pero es el abrazo del día. ¿Cómo lo estas llevando? — Oliver preguntó. Desde que descubrimos que sufría de depresión, cada vez que algo no iba bien conmigo él se aseguraba de estar ahí para mí y de checarme de vez en cuando. Ahora yo estaba en una etapa buena y tomaba mis medicamentos diariamente pero aun así él se seguía preocupando por mí.

—Lo estoy llevando bien. Me siento un poco abrumada todavía pero organizar me ayudó a sobrellevarlo, no sé qué haré ahora que terminé— La mudanza no era algo con lo que yo estaba completamente de acuerdo. Abandonar mi hogar y todos los recuerdos que tenía de mamá fue muy duro para mí. Supongo que para papá y Oli también pero ellos de alguna manera lo estaban tolerando más que yo.

—Si quieres puedes organizar lo que falta de mis cajas — ofreció.

—Con gusto — sonreí. —Ahora déjame para poder irme a bañar y arreglarme.

—Con gustó — los dos reímos.

Apenas Oli salió de mi habitación agarre mi toalla y me dirigí al baño a darme una ducha. Había estado todo el día organizando y de verdad que la necesitaba.

Después de bañarme empezó la odisea de conseguir algo decente que ponerme para la fiesta. Al final me decidí por unos jeans rotos y una blusa blanca. Cuando estaba totalmente lista me dirigí al cuarto de Oli y antes de poder tocar la puerta él la abrió.

—Oh ahí estás. Te iba a decir que ya estaba listo.

—Yo también. ¿Vamos entonces?

—Sí.

Los dos nos dirigimos a la puerta no sin antes darle un beso a papá de despedida.

—Que se diviertan — nos dijo — y no hagan nada indebido. Por favor lleguen antes de la 1 y Oliver, cuida de tu hermana.

—No soy una niña papá, puedo cuidarme sola. — le sonreí.

—Solo me aseguro — respondió.

Con un saludo de mano me despedí de él y Oli y yo salimos camino a la casa de Emily. Cuando llegamos toqué el timbre y a los segundos fue ella quien abrió la puerta.

—Oh llegaron, déjenme ir por las llaves del carro y regreso.

Emily salió disparada por sus llaves y nosotros la esperamos en un silencio incomodo, cuando regresó la seguimos hacia su auto y de inmediato se dirigió a Oliver:

—Si quieres puedes sentarte adelante —le sonrió pícaramente.

—Claro ¿por qué no? No te molesta ¿verdad Hannah?

—No, yo puedo ir atrás sin ningún problema — le sonreí.

Nos metimos en su auto e inmediatamente Emily encendió el aire acondicionado. Era raro porque en esta ciudad supuestamente debía hacer frío pero el día de hoy había sido diferente y adentro del auto parecía que alguien hubiera encendido una chimenea.

—¿Y la fiesta a que se debe? —le preguntó Oliver a Emily.

—Es el cumpleaños de Emma, mi mejor amiga.

—¿Va al instituto Washington como tú? — más temprano descubrimos que los tres íbamos a ir al último año en la misma escuela una vez finalizaran las vacaciones.

—Sí, pero la conocí porque ella vivía en este vecindario. Su familia se mudó de aquí hace un par de años.

—Interesante — dijo Oliver — ¿y es linda?

—No más que yo — respondió Emily.

Ella condujo unos 25 minutos al otro lado de la ciudad y al final se detuvo al frente de una casa que estaba atestada de gente. Nos bajamos y nos dirigimos a esta.

—¿Les pusieron toque de queda? — preguntó Emily.

—Sí — respondí — a la 1.

—Bueno entonces los espero aquí afuera a las 12:30 por si nos separamos, mientras tanto acompáñenme a buscar a Emma.

Juntos entramos a la casa y seguimos a Emily. Yo agarré la mano de Oliver para no separarnos.

—No te tomes la orden de papá tan enserio —me dijo al oído. Le volteé los ojos y lo solté.

Cuando llegamos a la cocina Emily empezó a saludar a muchas personas.

—¿Dónde está Emma? — le preguntó a un chico alto y rubio.

—La última vez que la vi estaba con Harry y sus amigos.

—¿Y dónde está Harry?

—En la sala.

—Gracias por la información — respondió —. Por cierto estos son Oliver y Hannah. Recién se mudaron a la ciudad.

—Soy Tom. ¿De dónde vienen?

—De la costa — respondió Oli.

—Genial, mucho sol, calor y mar ¿verdad? —Rio— ¿Quieren algo de tomar?

—Yo sí —dijo Oliver — ¿Tú Hannah? — negué con la cabeza. Tom le pasó un vaso rojo a Oliver con lo que parecía ser cerveza. Yo odiaba la cerveza.

—Vamos chicos a buscar a Emma — dijo Emily. De inmediato caminó de regreso a la sala y nosotros fuimos detrás de ella. —Ahí está — dijo señalando a las escaleras.

En la mitad de las escaleras había un grupo de chicos hablando y riendo, Emily se dirigió hacia arriba y nosotros nos quedamos abajo. Entonces nuestras miradas se cruzaron. 

Efímero | h.s (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora