Capítulo 6

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Just one hit of you I knew I'll never ever ever be the same


Papá y yo salimos a hacer la compra del mes. A él le gustaba que yo lo acompañara porque me decía que mi memoria era buena recordando las cosas que necesitábamos. Yo le decía que una lista le serviría más que yo, pero él me contestaba que mi compañía le venía bien.

Al salir del supermercado dejamos las bolsas en el carro y nos dirigimos a un restaurante que estaba a unas cuadras. Yo ordené una hamburguesa con papas y mi papá pidió un filete.

—Así que tu hermano y Emily ¿no? — dijo papá —. No me lo veía venir.

—¡Ay papá! Sabes cómo son las chicas con Oliver. Siempre caen en su encanto.

—Eso lo heredó de mí — los dos reímos. — ¿Y qué hay de ti?

—¿Yo qué?

—¿No conociste a nadie en la fiesta? ¿Algún chico que te gustara?

—¡Papá, por favor! Claro que no.

—Sólo estaba preguntando. —sentí como la sangre se iba a mis mejillas.

Los dos comimos en silencio después de esto. Principalmente porque estaba muy avergonzada. No me gustaba cuando papá tocaba esos temas y menos si era sobre mi vida amorosa de lo que estábamos hablando. Él de vez en cuando me miraba y soltaba una risita burlona. Sabía cómo me ponían estos temas y lo disfrutaba.

Cuando terminamos de comer, papá pagó la comida y nos fuimos de regreso a la casa.

—¿A dónde vas? — preguntó papá antes de que yo pudiera subir por las escaleras.

—Voy a arreglar la habitación de Oli.

—Ni te creas que te salvas de organizar la compra. Primero ayúdame —. Bajé y lo ayudé a organizar los alimentos en la nevera y en la alacena. Este era un trabajo que hacía mamá pero desde que se fue, papá me obligaba a hacerlo con él.

—¿Ya pudo subir? — pregunté una vez había puesto la última caja de jugo en la nevera.

—Sí.

—Gracias — respondí y enseguida subí directo a la habitación de Oliver.

Su habitación estaba hecha un desastre. Había cajas sin desempacar por todos lados, incluso arriba de su cama. Me pregunté si había dormido con ellas ahí y conociéndolo como lo hacía, lo más probable es que sí lo hubiera hecho.

Arreglar toda su habitación me iba a llevar toda la tarde pero al menos estaba agradecida de tener algo que me distrajera de esta nueva vida que yo no había pedido.

Aunque tenía claro que no extrañaba la costa, todo lo nuevo me generaba mucho estrés y tanto papá como Oliver estaban al tanto de eso, por eso me habían recomendado buscar lo más pronto posible un psicólogo con quien pudiera seguir mi tratamiento.

Mi última recaída había sido con la muerte de mamá y me había costado mucho salir de ella. Las sesiones semanales fueron lo que más me ayudaron y definitivamente las estaba echando de menos.

Las horas pasaron muy rápido. No me di cuenta cuando Oliver entró a la habitación. Había una sonrisa plasmada en su cara así que me imaginé que le había ido muy bien en su cita.

—Ya casi terminas — dijo.

—Sí, tenías todo hecho un desastre. ¿Cómo te fue? — él se acercó y me dio un beso en la mejilla y luego se fue a sentar en el borde de su cama.

—Excelente.

—¿Eso es todo? ¿No me vas a contar?

—Mis labios están sellados — contestó. Así de feliz como lo veía igual no tenía que responderme. Seguramente todo le había salido como él quería.

—Vale, no te voy a presionar. ¿Me ayudarías a terminar de desempacar las cajas que faltan? Así termino más rápido. Estoy cansada.

—Con mucho gusto hermanita — se acercó y me abrazó por detrás — te dejé mucho trabajo por hacer. Lo siento, es toda mi culpa. — me dio un beso en la cabeza antes de soltarme y empezar a sacar las cosas dentro de una de las cajas.

—No te preocupes sabes que lo necesitaba igual.

Los dos nos pusimos a organizar las cosas hasta que se hicieron las 8 y llegó la hora de comer. Bajamos y papá nos tenía preparados unos sándwiches de jamón. Mis favoritos.

Comimos frente al televisor mientras papá trataba de avergonzar lo más que podía a Oliver. Pero por más de que papá intentara sacarle cómo le había ido con Emily, Oliver no soltaba ni una palabra. Papá debería aprender de mí y rendirse cuanto antes. Era una guerra perdida.

Esta vez era a mí a la que le tocaba lavar los platos. Así que los recogí y me dirigí al fregadero. Cuando terminé me despedí de papá y de Oliver. De verdad necesitaba con urgencia dormir. Organizar la habitación de mi hermano había consumido toda mi energía.

Cuando subí a mi habitación me puse mi pijama y tomé mi lectura actual para seguir leyendo. Leí alrededor de una hora hasta que mis ojos se cansaron y ya no podía distinguir muy bien las palabras.

Dejé mi libro a un lado y apague las luces de mi cuarto. Por fin me dirigí a mi cama y me acosté. Tomé mi celular para ver la hora y noté que tenía un mensaje. Era de Harry. Lo había escrito hacía una hora, cuando yo estaba leyendo.

"Es una buena hora para molestar?" decía.

"Ya me voy a dormir". Respondí. Dejé el celular a un lado y cerré mis ojos. Unos cinco minutos pasaron cuando sentí la vibración de mi celular avisando que un nuevo mensaje había llegado. Volví a tomar mi celular.

"Siento haber molestado. Buenas noches" Sonreí.

"No me molestaste". Esta vez esperé a que contestara.

"Entonces espero poder molestarte otra vez otro día. Te dejaré dormir"

"Gracias"

"Buenas noches"

"Buenas noches" respondí. Esta vez dejé el celular a un lado para dormir de verdad esperando que su promesa de volverme a molestar se cumpliera. Por alguna razón me emocionaba el pensar que así sería.

Efímero | h.s (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora