XV.

794 104 18
                                    

Lejos de ese alegre y familiar ambiente, Jisung se encontraba rezándole a algún ángel piadoso que deseara disminuir su miseria.

Al salir de la comisaría y acercarse a Gil y Lagoona con una sonrisa, se percató de que algo andaba mal. Ambos lo miraron seriamente y al intentar decir algo, la severa voz de su madre lo cortó.

- Cuando lleguemos a casa vamos a hablar. - decidió Lagoona y se giró empezando a caminar. Jisung asintió pasmado, ella nunca se había comportado así.

Gil suspiró y rodeó sus hombros para avanzar de igual forma. Y el chico, en lugar de sentir ganas de ir al baño como antes, sintió temor.

Se mantuvo en silencio durante todo el camino de vuelta, observando el paisaje con lentitud y deseando estar en cualquier otro lugar. Al llegar a casa, ingresó a pasos lentos y se dio cuenta de la manera en que sus padres se miraban entre sí con seriedad.

De hecho, Jisung pensaba en que lo regañarían a él. Pero, al contrario de lo que creía, ambos discutieron.

- Gil, por dios, ¡Una cosa es hacer travesuras en el colegio y otra muy diferente es quedarse tras una celda!

- ¡No es para tanto, Lagoona!, ¡Jackson también terminó en una celda!

- Sí, ¿Y sabes lo que le pasó?, ¡Casi se muere en el truco o travesura!

- ¡Bueno, pero no murió!

- ¡¿Acaso no entiendes lo grave del asunto?! - su mirada se oscureció - Por supuesto, es cosa de monstruos de agua dulce, todos son unos imbéciles.

Lagoona usualmente era una criatura relajada, pero ella cometió el error de guardarse para sí misma las cosas que le molestaban por demasiado tiempo. Y al hacer eso, llega un punto en el que el odio no puede seguir aguantándose y termina explotando.

Entonces, en lugar de hablar acerca del comportamiento de su hijo, que miraba todo desde el sofá con miedo, soltó cómo odiaba a los malditos progenitores de su pareja, que la trataban de manera horrible sólo por ser de agua salada.

Jisung estaba consciente que sus abuelos paternos no lo adoraban exactamente debido a ser mitad marino, pero creía que lo que su madre decía era un poco excesivo. Y al intentar detener el conflicto, Gil, enojado, replicó que le asqueaban las criaturas de agua salada porque eran estúpidas e irracionales.

La verdad es que todos los padres pelean al menos una vez, pero Jisung nunca había sentido ese ahogante temor que le impedía respirar, que aplastaba su pecho y lo encerraba en una burbuja de angustia de la que no podía salir.

Así que subió las escaleras hacia su habitación con rapidez, oyendo la discusión que seguía aumentando de volumen y sintiéndose horrible de lo que acababa de causar, aunque no fuera su culpa.

Al día siguiente del "fracaso máximo" -como Seungmin le llamó al plan-, los ocho chicos se encontraban en dirección, recibiendo un regaño por parte de la Directora Buenasangre.

- Conspiraron con humanos de New Salem, violaron la privacidad de Toralei Stripe y fueron arrestados - formuló la directora seriamente, leyendo el informe entre sus manos. Levantó la mirada y observó al grupo - ¿Tienen algo que decir acerca de eso?

Todo se quedó en silencio. Changbin se encogió de hombros y Felix, a su lado, negó con la cabeza; Chan compartió una incómoda mirada con Jeongin al igual que Hyunjin y Jisung; Minho ignoró la pregunta olímpicamente y
Seungmin bajó la mirada evitando el contacto visual con la directora.

Buenasangre suspiró con irritación y dirigió su mirada al par con el brazalete, que debían sentarse juntos debido a su primer castigo.

- Ustedes dos - les llamó - Si mal no recuerdo, siguen castigados. Háblenme de su avance en volverse amigos.

Jisung, que desde la mañana estaba con una mala actitud, suspiró fuerte y miró a la mujer con fastidio.

- Hyunjin me tiene harto, hace unas horas vio una araña y se puso a gritar como desquiciado. ¿Puede quitarnos las pulseras de una vez por todas? Esto no va a funcionar.

Hyunjin elevó una ceja y lo miró desafiante - ¿Ah, sí?, ¿Quieres que hablemos de gritos? Porque puedo hablar de cómo te pusiste a gritar en Ciencias Locas cuando debíamos disecar una rana.

- Ya, basta. - la directora intentó detener sin éxito la discusión que estaba comenzando a intensificarse.

- Bueno, al menos tengo amigos. - Jisung soltó lo primero que se le vino a la mente, ignorando que entraba en un tema un tanto doloroso para el contrario.

- ¡Ya, Jisung! - habló Changbin, y Chan le siguió con un cansado "De verdad, chicos, no es hora de discutir".

- ¿Y qué? Al menos la familia de mis padres no se odian ni pelean por estupideces.

Uh, golpe bajo.

El dolor le golpeó a Jisung al recordar la discusión que sus padres tuvieron el día anterior por lo mismo. Se levantó con fuerza, arrancó la pulsera de su muñeca y la lanzó lejos antes de irse corriendo, empujando en el camino a Minho. Éste hizo el amago de seguirlo, pero una negación con la cabeza por parte de la mujer lo detuvo.

- Denle a solas el tiempo que desee para que el enojo se le pase - habló la directora con incomodidad - Y ustedes quédense conmigo mientras pienso en su castigo.

Los atónitos monstruos asintieron absortos, mientras el ahora arrepentido Hyunjin bajó la cabeza deseando llorar. Y Seungmin a su lado, olvidando que estaba enojado con él, tomó sus manos entre las suyas y le sonrió, modulando un suave "tranquilo, todo estará bien".

Hyunjin suspiró y asintió, pero sin poder sonreírle de igual forma, le dio un apretón a su mano.

Jeno nunca tuvo amigos, siempre fue él y su molesto alter ego. Y aunque a veces algún monstruo se volvía más que un conocido, se le hacía natural que luego de un tiempo el contacto con el individuo se reducía a nada.

Siempre terminaba solo.

Así que pasó su vida creyendo que todas las amistades eran monótonas, que mientras más pasaba el tiempo se desgastaban y ya no tenían fin alguno. Le gustaba comparar su situación como cuando repites tanto una palabra que llega a perder su significado.

Entonces, luego de hablar con Renjun aquella vez, se dio cuenta de que el joven era completamente distinto a lo que creía. Él lo hacía sentir cómodo, hacía que Jeno deseara estar con él por siempre. Y las siguientes veces que hablaron, experimentó algo igual de agradable como cuando estaba en la escuela y sentía los tibios rayos del sol calentarlo en una gélida mañana.

Jeno era consciente de que la vida de Renjun no era exactamente feliz. Y también sabía que el castañito se hacía el tonto cuando le preguntaba cómo llegó él ahí -porque era imposible que estuviera en ese oscuro lugar por mera coincidencia-, o de dónde venía la comida con la que se alimentaban cada día. Sin embargo, Jeno no era estúpido, y era obvio que el chico le ocultaba bastantes cosas.

Jeno creía que lo impredecible era atractivo; la monotonía no. Probablemente, esa era la razón por la que le atraía tanto Renjun; el joven era un lienzo en blanco, donde nadie sabía qué obra se pintaría sobre él.

Y Jeno estaba dispuesto a aprenderse de memoria todo lo que se retrataría si era necesario.

Quería conocer al verdadero Renjun.

ARE U IN LOVE WITH A MONSTER? | Stray Kids. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora