XI.

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Minho y Chan apuraron el paso luego de recibir la noticia, intentando llegar al hogar de Toralei lo antes posible. Al llegar, Chan separó su mano izquierda de su muñeca, dejándola en el suelo. Ésta escaló rápidamente por un árbol que llegaba cerca al hogar, saltó hasta el techo y subió hasta entrar por la chimenea.

En cosa de segundos se escuchó el tintineo de unas llaves y la puerta se abrió majestuosamente frente a la sorpresa de Minho, quien nunca había visto algo así en toda su vida.

- E-eso fue... - intentó decir, Chan rió bajito y, por la subida de confianza repentina que tuvo, entró a la casa como si fuera de él.

- Genial, ¿No? - el gélido chico asintió estando de acuerdo, entró tras él y se lanzó al sofá.

- Tenemos que buscar en cualquier lugar. Toralei puede encerrar a los pobres chicos hasta en el congelador si quisiera.

Minho se levantó y le echó un vistazo rápido a la casa, intentando a simple vista fijarse de algo extraño o sospechoso.

Luego de ver alrededor, negó. Todo normal.

Ambos se separaron. Chan bajó al sótano y Minho se quedó arriba. El último comenzó a caminar por un oscuro pasillo, siendo iluminado sólo por la luz natural del sol, que apenas entraba por una pequeña ventana. Vio una llamativa puerta, que al contrario de las demás, estaba pintada de negro. Entonces se acercó a ella y tomó la manilla para girarla.

Minho estaba listo para descubrir lo que había detrás de la madera cuando un enojado gruñido se escuchó tras él, y al girar, la presencia de Toralei Stripe apareció, cargando un bate entre sus manos dispuesta a hacerlos pagar por entrar a su hogar.

En ese mismo momento Chan apareció, subiendo las escaleras del sótano con rapidez para ver qué sucedía y al ver a la felina su boca se abrió con sorpresa.

- ¡¿Minho, no cerraste la puerta?! - cuestionó con desesperación.

- Pensé que tú lo harías. - contestó el otro frunciendo el ceño y encogiéndose de hombros.

- ¡Ustedes, malditos ladrones! - la felina los observó con odio y se acercó corriendo para golpear al que estaba más cerca: Minho.

Éste, increíblemente tranquilo, rodó los ojos. Y luego de unos segundos, lo único que se escuchó dentro del hogar fue un agudo grito, quedándose después todo en un completo silencio.

Jeongin sentía una leve calidez en su pecho al pensar en un monstruo. No sabía porqué ocurría, pero al ver o imaginar su rostro experimentaba un molesto calor y un suave suspiro inconsciente salía de sus labios.

Decidió preguntarle íntimamente a Seungmin qué estaba pasando. Y ya que ambos estaban juntos en esa pequeña celda, era el momento perfecto de contarle lo que sentía a su buen amigo.

Así que tocó su hombro, y cuando tuvo la atención del zombie, decidió hablar.
- Hey, Seung, ¿Alguna vez has sentido un calor extraño al pensar en alguien?

Su amigo agrandó los ojos con pánico y aclaró su garganta antes de responder.
- Y-yo, eh, sí... ¿Por qué preguntas?

- Oh, es que quería saber porqué pasaba eso. Y con quién te sucede a ti, si no es mucha molestia. - Jeongin sonrió, ignorando la mirada nerviosa del otro.

- Pues, verás... - Seungmin hizo una leve pausa antes de continuar - Me pasa cuando pienso en Caty Noir, es una gran cantante. Lo que sientes es admiración, no te preocupes.

Jeongin asintió con compresión, girando la cabeza para asimilar lo recién aprendido mientras el zombie suspiraba con alivio silenciosamente. Sí, puede que el híbrido entre vampiro y licántropo sea su mejor amigo, pero Seungmin era incapaz de decirle que en lugar de sentir eso con la popular cantante, lo hacía con el chico momia que estaba sentado unas celdas aparte.

Posiblemente era el temor a ser juzgado, pero siempre le costó abrirse con la gente de sus sentimientos. Él era de los que escuchaba, no de los que hablaban. Así que esperaría a que ese molesto cosquilleo en su pecho pasara y listo, problema resuelto.

Al mismo tiempo, Felix -junto a ellos, pero siendo separado sólo por unos barrotes- pudo oír todo y rió bajito por la conversación. Era obvio que lo que ambos chicos sentían no era enojo. Era gusto, era cariño. Era amor.

¿Cómo lo sabía? Pues, bueno, así dice el internet que se experimenta el amor. Y también porque así se sentía cuando estaba con... Uh, el monstruo a su lado.

Al caer en la última y repentina conclusión giró su rostro con espanto para observar a Changbin, que estaba aburrido jugando con sus manos. Su mirada cayó en esos atrayentes ojos, los mismos que lo seguían hasta en sueños y negó con rapidez.

No, no, no. Imposible.

El licántropo lo miró de vuelta, sonriendo tímidamente por la intensa e insistente mirada del chico máquina. Y Felix, sin poder mantener el contacto visual más de cinco segundos, fijó su vista en el suelo.

Bueno, maldición, tal vez sí.

Por otro lado, una silueta imperceptible entre las sombras giraba de un lado a otro, analizando una verdad de la que nadie se había percatado.

Tomó su iCoffin, y buscando el número de su compañero de clase, le envió un rápido mensaje esperando que no fuera demasiado tarde.

ARE U IN LOVE WITH A MONSTER? | Stray Kids. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora