ARE U IN LOVE WITH A MONSTER? | Stray Kids.

Minho.

Minho nunca fue alguien que tuviera amigos. En el Himalaya sólo hablaba con un par de chicos que resultaban ser sus primos, así que ni siquiera pensó en tener un círculo cercano.

Además, con el frío que había allá arriba le era imposible hablar utilizando largas oraciones sin que las cuerdas vocales se le congelaran, por eso lo único que salía de su boca al ver a otro monstruo era "hola", "buena caza", "adiós".

Supo que, al ser imposible socializar, debía aprender a valerse por sí mismo, así que se acostumbró a la soledad, y sus pensamientos fueron su única compañía durante la mayor parte de su vida.

Hasta que tuvo que irse a Monster High.

Desde su punto de vista, le parecía ridículo abandonar su precioso hogar para ir a una escuela que no le ayudaría en nada. Ya era fuerte, astuto y bueno en la caza, no necesitaba perder su tiempo en "aprender a hacer amigos y conocer otros lugares", como su madre le dijo.

De todas formas, no importaba que estuviera en desacuerdo, Abbey y su tribu creían que era lo mejor para él, así que, en contra de su voluntad, arregló sus cosas y se fue.

Las palabras de despedida de parte de su madre fueron algo como: "Suerte, hijo. Come, duerme, haz amigos y no hables con la hija de Heath Burns", cosa que lo dejó bastante desconcertado. Sin embargo, decidió seguir sus palabras y cumplió todas obedientemente, menos una: hacer amigos.

¿La razón? Minho era un total inexperto en hablar con las demás criaturas.

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El primer monstruo con el que se topó fue un cíclope. Su parpadeo constante lo mantuvo nervioso los treinta segundos que habló con el chico, ¡No sabía si estaba parpadeando o le guiñaba! Así que cuando su paciencia llegó a su límite lo congeló y se retiró de ahí.

Por fortuna para el pobre cíclope, ese día hacía calor.

Luego se encontró con un lindo monstruo, que había caído al suelo estruendosamente antes de verlo. La belleza del contrario lo cautivó, y utilizando la manera en la que su tribu de los Himalayas le enseñó a coquetear,  lo miró fijamente todo el tiempo hasta que se fue. Todo un galán.

Su día continuó bastante tranquilo después de eso, mientras soltaba una que otra risa repentina al recordar la expresión del chico al caer.

Fue al día siguiente cuando las cosas se descontrolaron un poco.

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Mientras entraba a su clase pensando en cuántos peces habría cazado si estuviese en su hogar, un molesto tipo se le cruzó en su camino y lo saludó como si se conocieran desde siempre. Minho odiaba a los confianzudos, aunque decidió estrechar su mano de todas formas.

El tema habría quedado ahí si no fuera porque al desconocido se le salió el brazo en medio de su saludo y, peor aún, se lo volvió a poner tranquilamente, como si eso sucediera todos los días.

Minho estaba aterrado, ¿Cómo diablos hacía eso? Quería gritar.

Se retiró rápidamente, esperando no volver a ver en su vida a ese extraño tipo, pero parece que éste tenía otros planes, porque lo molestó durante toda la clase, causando que se enojara y que ambos quedaran castigados, teniendo que limpiar un polvoriento ático y arruinando su hoja de vida libre de castigos.

Y desde ese desgastante día, Minho concluyó que nunca en su vida consideraría al tal Chan como su amigo.

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Como si fuera por una fuerza superior que se alegraba al verlo sufrir, dos días después del incidente volvió a encontrarse con la razón de sus desgracias junto a nada más ni nada menos que el chico lindo del otro día. Chan lo saludó y el otro le dio una sonrisa tímida.

"El mundo es pequeño, como un copo de nieve" quiso decir, pero no quería darles una mala impresión, los chistes de nieve tendrían que ser para otro momento. Así que se guardó el comentario para sí mismo y simplemente saludó con la cabeza.

— Minho, ¿Quieres venir con nosotros y unos amigos a ver una película? — le preguntó Chan, inconsciente del pánico en la cara del gélido chico.

Nunca en su vida había sentido tanto terror como cuando Chan lo invitó a salir con sus amigos. ¿Y si lo arruinaba todo? Lo odiarían hasta la eternidad, se avergonzaría frente al bonito y todos lo molestarían hasta el fin de sus días. No podía permitir eso.

— No quiero, adiós. — contestó y se fue, dejando atrás a los dos amigos que se miraron pasmados entre sí.

Se aplaudió mentalmente por haber controlado tan bien la situación, le salió preciso y con tacto.

Minho, eres realmente genial interactuando con otros monstruos.