Minho.

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Desde muy pequeño Minho aprendió que haciéndose fuerte como las montañas y gélido como el hielo era la única manera de que los demás en su tribu no lo encontraran débil y lo asesinaran. Entendió que no había otra opción que acostumbrarse al frío, que debía ir a cazar semanalmente junto a los demás; y, sobre todo, que el silencio era la mejor de las palabras, ya que si hablabas más de cinco segundos se te acababa el oxígeno y, bueno, nadie puede vivir sin ello.

Entre las millones de formas de morir que existían en los Himalayas, habían dos principales: Te mataban por inservible o tú y tu bocota se quedaban sin aire.

Entonces vivió de esa manera la mayor parte de su vida, hasta que un día su madre le comentó que luego de la caza semanal iría a un instituto que se encontraba al pie de las montañas, diciéndole ''tú cambiar aires y hacer amigos'' o algo así.

No le tomó mucha importancia, de todas formas, la caza era más importante. Y luego de atrapar congelados peces durante horas llegó el momento de irse, así que guardó sus cosas, tomó dinero, se despidió de su tribu y se marchó, no sin antes poner en su cuello un cristal de hielo -regalo de su madre- que ayudaría a que su cuerpo se mantuviera frío.

El camino en bajada fue complicado, pero nada imposible, y al llegar, ya siendo de noche, se instaló en una pequeña cabaña que su madre usaba cuando solía visitar a sus amigas. Era acogedora y estaba un poco polvorienta, entonces limpió y limpió hasta que cayó dormido apenas se recostó en la cómoda cama, ya siendo las tres de la madrugada.

Al día siguiente salió a caminar por los alrededores, deteniéndose de vez en cuando para comer cosas muchísimo más sabrosas que los peces con sal congelada que ingirió toda su vida. Pero, a pesar de que estaba pasando un buen rato, las constantes miradas que los demás monstruos le daban al entrar a cualquier lugar lo ponían muy incómodo.

Él creyó que era porque simplemente no tenían nada mejor que hacer. No obstante, lo que Minho no sabía, era que no captaba la atención por las pieles que vestía, o por su evidente poder de hielo que no era muy común; sino que por lo atractivo que era.

Al terminar la tarde e iniciar la noche llegó la hora de volver a la pequeña cabaña que se volvió su hogar, así que al llegar se bañó con agua fría, ordenó sus cosas para el colegio y se fue a dormir. El día siguiente sería el gran día.

Despertó, se vistió y tomó desayuno con calma, con bastante falta de emoción. No estaba muy lejos de Monster High, así que caminó un par de cuadras e ingresó con lentitud, dándose cuenta rápidamente con molestia que, igual que los demás, estos monstruos lo miraban con insistencia.

Parece que su reputación pasó de ser "El nuevo y atractivo chico con poder de hielo" a "Si te pilla mirándolo te congelará, ¡Es más gélido que sus esculturas!" debido a un malentendido, donde trató de "imbécil ladrón" a un chico que se había acercado a él para pedirle que le diera su número de teléfono. Minho creyó que el monstruo se lo quería robar, cuando, en realidad, el otro sólo quería agregarlo a sus contactos.

Pero, bueno, al menos ya no lo miraban de esa forma estúpida; ahora sólo era observado con miedo o furia, dependía de cada criatura.

Genial.

Y después de que nadie quisiera sentarse con él en el casino, o en clases, o en cualquier otro lugar, Minho concluyó que lo complicado de ahí no era el calor que le hacía creer que se estaba derritiendo, o las extrañas asignaturas que nunca antes había tenido, sino el tener que abandonar su tribu, cambiar su comportamiento e intentar encajar dentro de los monstruos que lo encontraban bastante grosero, a pesar de que Minho estaba haciendo su mejor esfuerzo para ser lo más amable posible.

ARE U IN LOVE WITH A MONSTER? | Stray Kids. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora