Capítulo 32

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Lapis

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Lapis

—Vegeta.

Tengo en frente a Vegeta, vine a su casa por él y sin problema me dejaron pasar hasta su lugar de entrenamiento. Él deja de entrenar para atenderme.

—Tú por aquí, ¿a qué se debe el honor de tu visita?

—Digamos que no es una visita amistosa, tengo asuntos importantes que hacer, pero antes necesito tu ayuda.

Logro obtener su atención.

—¿Ah sí? Dime que necesitas entonces que estoy muy ocupado.

—Una misión para acabar con Vermoud.

—¿En serio? —se ríe a carcajadas—. ¿No que ya lo habías matado? Qué mentiroso eres, insecto.

—Yo lo hice, eso no es el problema ahora, lo que pasa es que está de regreso, ¿cómo? No me preguntes.

—Esos ángeles pueden revivir a quien quieran no sería un misterio averiguarlo.

—Sí, eso mismo pensé yo —digo altivo—. ¿Me acompañarás? Es muy sencillo lo que hay que hacer.

—¿Para qué? Para que después tú solito acabes con él, para que no des tan siquiera la oportunidad a otros de pelear.

—Visto desde ese modo hasta parece feo —trato de sonar indignado—. Pero tu tuviste la oportunidad de pelear si mal no recuerdo.

—Sí, pero lo mataste muy pronto, apenas estaba calentando.

—Bueno y no quieres la oportunidad de una revancha.

—No.

Me desespera la terquedad de este saiyajin, yo solo trato de ofrecerle una solución y prefiere aferrarse a su orgullo.

—Vamos, Vegeta, sé que tú quieres.

—No, tendrás que ofrecerme algo mejor si quieres que vaya —se mantiene en su decisión.

—Si no vas moriras, eso es todo lo que puede decir.

Espero su respuesta.

—No eres bueno negociando. Muy mal por ti.

—Tengo ordenes de llevarte, ya sea a las buenas —digo con voz firme y posicionandome en modo de ataque— o a las malas.

—Pues tendrá que ser a las malas —debate y se dispone a pelear conmigo.

Leo sus movimientos, espero a que se atreva a atacar, lo vígilo como un gato a su presa. Se acerca a grandes zancadas y lanza el primer golpe.

Lo esquivo con facilidad, retrocedo dos pasos y me rio luego. Fue muy sencillo.

Ahora me toca a mí. Lo localizo con la mirada y voy a darle un puñetazo por la izquierda, pero antes dos golpes me reciben, uno por la derecha y otro por la izquierda. Todo pasó tan rápido que no pude prever de donde vinieron. Retrocedo por la fuerza del golpe, y estoy casi a punto de caer, cuando pienso que puedo volver a pararme erguido un tercer golpe impacta contra mi cara.

En ningún lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora