Capítulo 45

33 6 7
                                    

Lapis

Bulma diseñó los detectores de mentiras que usaríamos para saber si alguien mentía durante la venganza a Marcarita.

Eran pequeños anillos que medían el ritmo cardiaco y al detectar una mentira soltaba un pigmento azul que dejaba al usuario completamente azul durante unos segundos. Hacemos varias pruebas, es divertido ver a todos azules.

—¿Por qué escogiste azul? —pregunto a Bulma.

—¿Hay algún problema con el azul?

—Para nada, solo que no sé, ¿por qué no verde?

—Pero Picoro es verde —responde ella.

Acepto su respuesta.

Todos pasamos por una ronda de preguntas, para saber si alguien es un traidor. Salimos inmunes y nos vamos.

Salimos a buscar a Marcarita, y esperamos que esté donde nosotros creemos que está sino que perdida de tiempo. Por eso llevamos a Goku que sí puede sentir su ki.

Después de una larga busqueda, por fin encontramos el refugio de ella junto a sus secuaces.

Y como ella nos torturó con calor, nosotros también lo haríamos, incendiamos su cabaña con ellos adentro.

Eso fue sencillo. Ahora sí nos libramos de ellos para siempre.

—Lo hicimos —celebramos todos al mismo tiempo.

Agradeciendo que haya sido rápido así puedo regresar a descansar a mi casa.

—No tan rápido —Nos detienen antes de abandonar el lugar.

Son guardias de seguridad del universo once.

Son muy fuertes y tienen armas tranquilizadoras. Nos llevan a todos con Marcarita. Ella ya salió del incendio y está molesta.

Nos rodean y hacen que nos tiremos al piso con las manos a la cabeza, Marcarita está al frente sentada en un trono flotante viendonos desde arriba.

—Hola, Marcarita. —saludo con terror.

—¿Lapis, cómo te atreves a venir aquí en tu condición?

—No estoy tan mal —me defiendo.

—Estás peor de lo que pensé, ahora eres azul.

Ups.

—Ok, sí estoy muy mal, pero quería acompañar a mis amigos.

—Eso es tan... tonto de tu parte —dice ella.

—Sí no lo hacíamos nunca nos dejarías en paz.

—¿Y qué ganan? Ustedes están aquí bajo mi control, después querrán vengarse de nuevo. Yo ganaré, por supuesto. Y esto seguirá y seguirá, un cuento de nunca acabar.

—Solo dejanos en paz —pedimos todos.

—¿Yo? —se señala a sí misma—. Los que vinieron a molestar son ustedes.

—Pero ya nos arrepentimos, ya nos queremos ir.

—Eso no es una bueno opción —dice Marcarita— ¿Qué voy a hacer con ustedes?

—dejarnos ir.

—Terminaré de hacer las estracciones de fantasmas.

—No —digo alterado—. Por favor, te lo suplico.

—Eso les pasa por quererse vengar.

—Nos hiciste daño —recalca Trunks.

—Pero ninguno de ustedes terminó muerto, la que debería vengarse soy yo. Ustedes mataron a Jiren —dice furibunda.

—¿Qué? —gritamos con sorpresa.

—Y lo justo es que entreguen la vida de uno de los suyos para estar a mano.

—¿Y nos dejarás ir? —pregunto primero.

—Por supuesto, quedaremos a mano.

—¿Cómo podremos estar seguros de que ya no nos molestaras? —pregunta Vegeta.

—¿Y cómo sabré yo que ustedes ya no me molestaran? —devuelve la pregunta.

—Lo prometemos no podemos mentir o nos ponemos azules —explico nuestro método de confianza.

Ella se sorprende cuando hacemos pruebas diciendo algunas mentiras.

—Vaya eso es muy ingenioso de su parte.

—¿Y cómo confiaremos en que tú nos dejaras tranquilos? —pregunta Vegeta.

Maracarita lo piensa un segundo.

—Tendrán que confiar en mi palabra.

Eso no es justo pero después de pensarlo entre nosotros nos damos cuenta de que no tenemos de otra.

—Está bien —aceptamos.

Es un trato justo.

—Perfecto —finge alegrarse—. ¿A quién mataremos hoy?

La parte difícil del trato.

—Goku te tendrás que sacrificar —le digo.

Entre todos algunos asienten, otros lo defienden.

—Mejor tú sacríficate —me responde Goku.

—No seas egoísta, no te quieres morir para salvar a los demás, eso es muy egoísta de tu parte.

—Solo digo que puedes ser tú el que se sacrífique. Yo tengo familia que me necesita.

—Yo también tengo familia que me necesita —hago cara triste— tengo tres hijos pequeños.

—Pero no quiero morir otra vez —insiste Goku.

Todos se quieren salvar y nadie quiere morir.

—Yo lo haré.

Volteo y miro a Trunks para creer lo que acaba de decir.

—Yo no tengo hijos ni esposa —empieza—. No tengo nadie que me necesite. Seguramente todos estarán mejor sin mí.

—No lo hagas, Trunks —le pido.

—Es lo mejor, amigo, yo me sacrificaré por ustedes. Adiós a todos.

En ningún lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora