Capítulo 38

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Lapis

—Fuego.

—Se está quemando. Apaguenlo. Apaguenlo.

***

—Dejanos salir.

—Qué nos dejen salir.

—Una vez salga de esto y te las veras conmigo.

—Liberen a las niñas.

—No puedes tenernos aquí por siempre.

Toda esa clase de cosas gritaban todos aquí adentro.

La paz no volvió desde que Jiren trajo a Pan y Bra. Todo se volvió un caos, otra vez luchaban por derribar las paredes y salir, yo me siento culpable por esto que están pasando todos ellos.

Nunca debí seguirle el juego a Marcarita, pero fue tan convincente con sus palabras, me hizo dudar y después me hizo confiar en que ella tenía razón.

Los saiyajines siguen viendome con odio, a pesar de que estoy sufriendo el mismo destino que ellos.

El calor sigue aumentando, en la noche teniamos frío y ahora en el día estamos que nos asamos bajo el calor.

—Mira como el calor los vuelve locos —recalca Marcarita—. Debimos empezar por eso.

—No te saldras con la tuya, Marcarita —Dice Goku.

—Ya lo hice, todos están aquí, los atrapé tan fácil como atrapar zanahorias.

La comparación nos hace justicia, de una manera u otra así de fácil atrapó a todos, nunca me había enfrentado a una fuerza tan superior, una que no necesita tocarte para destruirte, que con solo pensarlo se cumple.

Ya estamos a 38°C. No hemos bebido agua y estamos sudando mucho.

A mi lado Gohan se quita su camisa y la usa para secarse el sudor, luego la exprime y me sorprende ver la cantidad de gotas que soltó. Todos se quitan prendas para liberar calor excepto yo, me mantengo con mi playera manga larga y mi cabello suelto,

—¿No crees que ya es suficiente? —le pregunto a Marcarita que nos mira desde afuera con emoción.

—No, hasta que los fantasmas los deje—sigue creyendo en los fantasmas.

—No somos fantasmas —Grita alguien.

—Eso es lo que diría un fantasma.

—¿Quién te dijo a ti que nosotros somos fantasmas? —pregunta Gohan.

—Ya les dije, una fuente me lo confirmó.

—¿La fuente de los deseos? —Chista Goku.

—Una persona, idiota.

—Si la persona es idiota no le debes de creer.

Me río ante el comentario de Goku y la expresión de Marcarita.

—No perderé mi tiempo explicándote que el idiota eres tú, idiota.

—¿Fue Goku el que te lo dijo? —pregunta Trunkscito.

—No, fue otro idiota, su amigo el verde.

—¿Picoro? —se escuchan varias voces entre esas la mía.

—Sí ese.

—No le creas, Picoro está loco.

—Él me dijo que a ustedes los asustaron los fantasmas.

—Eso no es cierto —dice Trunks.

—A mí no me asustaron los fantasmas —dice Goku—. A mí solo me asustaron las apariciones.

—Las apariciones son los fantasmas —dice Marcarita enfurecida mientras se lleva la mano a la frente.

—¿Qué? ¿esos son los fantasmas?

—Sí. Seguramente te poseyeron a ti.

—¡No! No quiero estar poseído.

—Descuida, para ayudarlos estoy yo aquí
—lo tranquiliza Marcarita con voz apacible—. Apuraré la temperatura para que estén curados lo más pronto posible.

—No, no la subas más —suplico.

—Es por sus bien.

La temperatura vuelve a subir y llega a los 45°C.

Nos acaloramos más, el tiempo pasa lento. Gritamos por auxilio, pero no sirve de nada.

Tengo la vista débil, la garganta seca, los labios resecos y la piel tostada, siempre quise tener la piel tostada, pero no a este precio.

Después de un día de sufrimiento se hizo de noche, a estas alturas ya había 55°C de temperatura. Me acuesto en el suelo sin importarme las quejas de los demás por usar el espacio de todos. Cierro los ojos para descansarlos un poco.

Siento un olor a humo. No me muevo a ver que es. Que los demás se encarguen yo estoy en muy débil.

—Fuego.

—Se está quemando. Apaguenlo. Apaguenlo.

Ya no aguanto más y me desmayo.

En ningún lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora