Capítulo 31

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Lapis

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Lapis

Regreso de la casa de Trunks, al lugar donde está Marcarita, es un laboratorio bastante grande, está en medio de la nada en un desertico luhar, me dijo que nos vieramos aquí, y eso hago.

—¿Cuántos saiyajines has reunido? —pregunta oteando atrás de mí, buscando donde los escondo.

Me encojo de hombros, no tengo obligación de reunirlos, además si ellos no quieren que los ayude, que se jodan.

—Nadie quiso venir.

Aunque solo fui a hablar con Trunks, no necesitaba ir a ver a nadie más, ya sabía lo que dirían.

Marcarita está trabajando en unas máquinas para extraer al fantasma de Vermoud de los saiyajines, es triste que nadie las va a usar.

Se detiene un momento de lo que hace para decirme una cosa y me quede bien claro.

—No me importa si no quieren venir, tú los traes aunque sea arrastrados —grita, me quedo atónito con los ojos abiertos como platos.

—Pero no quieren pasar por una cosa rara que tú propones, nadie quiere sufrir eso —explico.

—Pero ¿quién habló de sufrir? Es un procedimiento sencillo que nisiquiera dolerá, estos aparatos son muy suaves.

Esos aparatos, son la cosa más rara que he visto, son aparatos de tortura de donde sea que los vea, son esferas del tamaño de una persona, pareciera ser de cristal, pero las toqué y no se sienten cristales ni fragiles, adentro tiene muchos tubos, cables, luces, una pantalla que muestra la temperatura y otra que controla los latidos del que la esté usando.

—Ajá cómo digas —digo sarcástico.

—Qué bueno que lo aceptes.

No entiende el sarcasmo.

—No, Marcarita, no lo haré, no tengo porque obligarlos. No quieren ser salvados.

—Es que son tontos —se desespera—, pero tú tienes que ayudarlos, ¿te gustaría que tu esfuerzo de matar a Vermoud sea en vano si de igual forma él los matará a todos desde dentro?

—No soy un héroe que anda salvando a todos, yo ya hice mi parte. Qué alguien más haga el resto.

No tengo nada que hacer aquí aparte de discutir con Marcarita, entonces me preparo para largarme.

—¿A dónde crees que vas? —Inquiere furiosa.

—A ningún lugar —respondo con ironía.

—Mírame cuando te hablo, humano insolente.

¿Cómo se atrevió a llamarme?

—¿Qué demonios quieres?

Me encara, su rostro está a centímetros del mío. Por ella ser más alta me toca ver hacia arriba.

—Vas hacer lo que yo diga, ¿ok? —Sus ojos morados se iluminan, y se vuelven hipnotizantes. De pronto siento que dejo de tener control de mí—. Vas a traerme a todos los saiyajines que conozcas.

De a poco voy cediendo, mi cerebro me repite la orden una y otra vez hasta que se vuelve en mi única prioridad, cumplir con eso se vuelve una necesidad.

—Sí, Marcarita.

***

—Hola, Lapis, ¿quieres ayudarme?

—Eh no.

Vengo a buscar a Goku para llevarselo a Marcarita. Él está trabajando en sus cultivos para ganar dinero y dárselo a Milk para que se lo gaste.

Trato de hablar primero, no me guata usar la violencia, ya si después de una conversación no acepta tocará usar medidas extremas.

—Estoy ocupado ahora, pero tú sí puedes ayudarme —le digo.

Goku me mira dudoso, pero contal de dejar de trabajar está dispuesto a escucharme, se baja de su tractor, se quita unos guantes feos que lleva y los pone en la bolsa trasera de su pantalón.

—¿Qué quieres que haga? —pregunta emocionado.

—Quiero que me acompañes a resolver un problema relacionado con Vermoud.

—Otra vez con eso —parece disgustado—. ¿En que andas metido para que te molesten tanto esos?

No esperaba una negación de su parte en cuanto le dijera de que se trataba porque a él le encanta pelear sin pensar en el porqué.

—Yo no estoy haciendo nada, te lo juro.

Saco de mi bolsillo el detector de fantasmas que me entregó Marvarita, apunto con eso a Goku y no sale nada extraño.

—¿En serio? ¿Qué es eso?

Lo guardo de nuevo para que no lo vea.

—Mi celular —miento.

—Qué feo es.

No permito que nadie ofenda mi celular falso.

—Pero es más feo el de Trunks.

—No sé como es el de Trunks.

—Ah pues es uno muy feo, con una antena grande para que tenga señal y de color rosa.

Goku se extraña por eso.

—Pero no hablemos de eso ahora, ¿quieres acompañarme?

En serio no quiero pelear, así que es mejor que ceda de una.

—Ese Vermoud como te trae problemas, ya lo matamos una vez, y ahora vuelve y te sigue molestando, no aprende ¿eh?

—Está molesto porque lo matamos, solo hay que eliminarlo una vez más.

—Lo pueden revivir de nuevo, ya lo hicieron una vez pueden hacerlo cuantas veces quieran.

Él no sabe como están las cosas.

—Oh no, él no está vivo.

—¿No? ¿Es un zombie?

—Qué ridiculez es un fantasma.

—Ah no —se da la vuelta para darme la espalda y seguir trabajando— con fantasmas no me meto.

No quería hacerlo, tener que usar la fuerza, pero este cabeza dura no me dejó de otra, lo ataco por la espalda, y le doy un fuerte golpe que lo deja inconciente.

—Pero ellos si se meten contigo.

No durará mucho el efecto del golpe así que me apresuró a llevarlo a donde Marcarita instaló los estractores de fantasmas.

Lo agarro de una extremidad y lo saco volando de su campo, atravieso la ciudad hasta donde Marcarita espera.

—Hola —saludo—. Te traje uno.

Lo dejo en el suelo y pronto ella se dirige a ponerlo en una silla a la que lo amarra de forma segura con un poco de su magia.

—¿Es necesario amarrarlo?

—Si no lo hago se va a escapar.

Aquí en el laboratorio hay muchas pantallas que muestran como funcionan las esferas, Marcarita lo estudia todo minuciosamente no quiere que nada falle. Lo importante es vencer a Vermoud no matarlos.

—No pierdas el tiempo que te faltan muchos por traer, a este ritmo no terminarás nunca.

—Lo hago por ellos, no por ti. Así que no me mandes —le digo y salgo en busca de otro saiyajin.

Este caso será uno que no me importa demasiado; Vegeta.

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