Capítulo 37

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Caulifla

Ahora estabamos encerrados todos en una gigantesca esfera, todo esto a causa del fallido plan de Lapis. Me molesta que haya actuado tan impulsivamente sin pensar en las consecuencias.

—Mira nada más en lo que terminamos metidos —me dice Kyabe. Él no se aleja de mí en ningún momento, ni siquiera para ir a saludar a su maestro.

—No hicimos nada para merecer estar aquí —le digo.

—Claro que no, Caulifla —se acerca Lapis a nosotros— nadie merece estar aquí, debemos salir de esta.

—Tú estabas de su lado, de seguro solo quieres salir tú y dejar al resto.

—No me importa el resto, es verdad —confiesa Lapis.

—Oye —Le grita Trunks que lo está escuchando, de echo todos lo escuchan en este espacio cerrado.

—Pero —continúa Lapis—. Tú si me importas, y quiero que salgamos de esta porque no quiero que la pases mal aquí.

—Quieres decir ¿que solo yo te importo? —pregunto tímida.

—Sí, hasta que tú llegaste no estaba preocupado —Lapis se siente apenado, lo sé porque evita verme.

—No te preocupes por mí —lo libero de culpas—. Puedo soportar tanto como los demás.

—¿Están peleados, par de tortolitos? —interrumpe Marcarita nuestra discusión.

—No nos llames así —reclamo.

—¿No es que están enamorados?

—No —digo fuerte y claro.

—Ay qué bueno, porque no te conviene Lapis —me dice—. ¿Sabes cómo terminó su matrimonio?

—¿Qué? No.

—Lapis, cuéntale a tu amiga comó terminó todo.

Lo miro esperando que me cuente su historia,

—Este... yo... mi matrimomio... ya terminó —balbucea.

—Ves te lo digo, él no te conviene no sabe mantener una relación. Está divorciado y quebrado, tiene que darle la mitad de su sueldo a sus hijos.

No sabía nada de eso. Ni de que estuvo casado, ni que tenía hijos.

—¿Tienes hijos? —le pregunto a Lapis.

Lapis asiente y se vuelve a apartar de mí, se sienta al otro lado y todos hacen lo mismo, yo los imito de igual mamera debido al poco espacio y la forma se hace difícil estar de pie. Quedo al frente de él aun así no me mira.

El frío sale por los tubos de la esfera y hace bajar la temperatura de manera rápida. En pocos minutos hace tanto frío como en los lugares donde hay nieve perpetua.

—¿Estás bien? —pregunta Kyabe.

—Sí, todo bien —respondo—. ¿Y tú?

—También, todo bien. No es tanto como la montaña pingüino —responde y cuando habla el vaho se vuelve blanco fuera de su boca.

La montaña Pingüino está en Sadala, es de hielo y la nombramos así porque está llena de Pingüinos es uno de los polos del planeta, hace tanto frío que se siente que los huesos se quebraran con el siguiente paso.

—Esa montaña, está maldita —le recuerdo las creencias.

Kyabe se mantiene haciendome hablar y eso me distrae del problema, la mayoria de cosas que hablamos son cosas que solo entendemos él y yo, y noto que a los otros les empieza a disgustar que tengamos algo solo para nosotros dos, pero entonces más le platico a él mis recuerdos favoritos de Sádala. Terminamos riendo mucho por las anecdotas de los buenos tiempos.

En ningún lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora