Capítulo 13

36 8 9
                                    

Lapis

—¿Cómo está tu amigo?  —pregunta Caulifla cuando llegué a la isla después que nos saludamos.

—No lo vi, se acaba de mudar y no sé donde queda su nueva casa.

—Debiste preguntar —me regaña.

—No tenía a quien preguntar.

—Lo hubieras llamado, supongo que se llevó su celular.

Ah que la chingada, estoy tan acostumbrado a que aquí no hay señal que se me olvidó que allá sí tenía señal. No se me ocurrió.

—¿Crees que soy tonto? Claro que le marqué muchas veces, no contesta.

Veo su cara de preocupación.

—¿Y si la mujer de anoche le hizo algo?

—No —impongo—. Recuerda que ella dijo que es a mí a quien quieren,  no le harán nada a él.

—Eso no me hace sentir mejor.

Lamento que haya escuchado la conversación con Marcarita ahora vivirá preocupada.

—Ya no hablemos de esto. ¿Tú saldrás hoy?

—Sí, me iré en la tarde.

—¿Y qué es lo que harás? —pregunto,  espero no ser imoportuno.

—Me iré de fiesta.

—Veo que aprovecharas tu día mejor que yo.

No es que me moleste, ni siquiera quería un día libre.

—Eso intentaré, ¿me prestaras tu casa?

—Por supuesto, te apuntaré la dirección. Esta algo alejada de la ciudad espero que no te moleste es una colonia pequeña. Se llama las casas, porque ahora hay más de una casa, pero cuando solo había una se llamaba la casa.

Ella se carcajea inhibida yo solo pienso en lo tonto que era dar la dirección.

Yo: Quiero ordenar una pizza.
El de la pizzeria: ¿A dónde la quiere?
Yo: A la casa, por favor.
El de la pizzeria: Claro, ¿dónde vive usted?
Yo: En la casa.
El de la pizzeria: ...
Yo: ¿Hola?

—Si ves a Trunks dile que estoy bien, y que lo fui a buscar.

—De tu parte, pero como sabré quién es Trunks.

—Es el vecino de al lado.

—¿Y es guapo?

—Sí, no tanto como yo, pero tiene su lado sexi, bueno no es tan bonito de cara, más bien su fuerte está en el buen cuerpo que tiene y la forma en que sonríe no lo hace mucho, pero cuando lo hace, todo su rosto se ilumina. En fin es un tipo guapo —se ríe,  se está riendo—. ¿Qué?

—Muero por conocerlos.

—Los presentaré —digo.

Me acerca su mano en puño solo estirado el dedo meñique.

—¿Lo prometes?

—Prometo —envuelvo su meñique con el mío sellando nuestra promesa.

***

Las horas pasaron y seguí trabajando, Caulifla me dejó trabajando solo, desde mediodía para irse a embellecer.  Se iba a las cuatro, ¿Por qué necesitaba tanto tiempo?

Vi la hora y faltaban 5 minutos para las 16:00 horas.

—Ya me voy.

Estaba frente a mí. Levanté la mirada lentamente para no perderme de nada, cargaba puestos unos tacones tipo botín con el tacón tan fino, que no entendía como podía andar con ellos, una falda morada y un top rosa, un collar y zarcilllos largos. Labios rojos y un poco de rubor del mismo tono. Su cabello lo había cambiado tanto que casi no la reconocí, lo tenía lacio y obediente en caída libre, su cabeza ya no parecía nido de pájaros. Nunca la había visto vestida así, no me había dado cuenta de lo bonita que es.

En ningún lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora