Capítulo 12

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Lapis

—¿En serio? —se le iluminaron los ojos.

—Claro que no, Marcarita, eso ya quedó claro cuando te vi. Adelante,  mátame, no tengo oportunidad contra ti,  ni siquiera intentaré defenderme.

Se enfureció como nunca la había visto, siempre se comportaba tranquila y alegre, que me sorprendía que alguien como ella estuviera a punto de matarme.

—¿Qué parte de yo no quiero matar a nadie no te quedó clara? —grita a todo pulmon, hasta el viento hizo silencio de lo untimidante que fue su grito.

—Está claro, Marcarita. Entonces por lo menos dime a quien quieren matar.

—El objetivo siempre has sido tú, no te diste cuenta. Han hecho tantas cosas para que te  mueras. Y tienes tantas vidas como un gato.

—¿Qué han hecho?  —pregunto asustado,  no es que no haya pensando que es a mí a quien iba dirigido el mensaje, pero saberlo de verdad me aterra.

—Te pusieron, los cables con alta tensión en la cerradura de tu puerta —empieza a ennumerar con los dedos.

—Así que fueron ustedes.

—Te quisieron envenenar con el suero en el hospital —sube otro dedo.

—¿Qué hicieron qué?

—Mandaron a Jiren para que te matara de un golpe, pero otro se le puso en frente y bueno ya no le pegó con la misma fuerza que si hubieses sido tú. — sube un tercer dedo.

—Él fue el que golpeó a Trunks, Así que no fue Vegeta.

—Contrataron un francotirador, para que te disparará una bala de energía,  pero no te encontraron, creo que le dispararon a cualquier idiota por diversión. Yo les dije que tontos como que no lo encontraron si él está en la isla en la que trabaja.

—¿Cómo sabias que estaba aquí?

—Yo puedo encontrar a quien quiera, tengo un radar que nunca falla.

—Siempre pensé que podrías hacer eso. Por eso sabía que no podía esconderme.

—Pero, Lapis, no es de mí que te tienes que preocupar. No le diré a Vearmoud que estás aquí,  y él seguirá buscándote por todos lados —se ríe—. Él te está buscando como loco.

—Gracias.

—No agradezcas, en cualquier momento te encontrará.

—No importa igual gracias por decirme que es a mí a quien quieren matar.

Arquea una ceja, y me ve de reojo.

—Porque si no me lo hubieras dicho yo seguiría preocupado por pensar que van a venir a matar a Trunks.

—No que no te importaba Trunks.

—No me importa.

—Ajá, como digas —se burla de mí en toda mi cara—. Debo irme ya, de todas maneras no veré un unicornio.

Al igual que la otra vez, solo un destello y ya había desaparecido. Me quedé viendo al cielo y su rastro parecía al de una estrella fugaz,  eso fue lo que vi antes.

—Ella quería ver un unicornio.

Salto del susto y me giro a ver quien me hablo.

—Caulifla,  me asustaste no sabía que estabas allí.

—Escuché el escándalo,  salí y ya no te vi por la fogata,  seguí las voces y me quedé observando en silencio,  lo siento. 

Caminamos de regreso a las cabañas.

En ningún lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora