Capítulo 11

43 9 0
                                    

Lapis.

Empezar a trabajar juntos fue más difícil de lo que pensé. Ambos creíamos tener la razón en todo. Y nunca nos poníamos de acuerdo en nada.

—Eres un gruñon —dice ella.

—Claro que no —me defiendo—. Solo me gusta que todo esté en perfecto orden, si tomas una cosa de un lugar cuando lo termines de usar lo devuelves y ya está,  no cuesta tanto.

—Yo tengo un sistema de orden diferente al tuyo, yo sé donde están las cosas.

—¿Cómo encontrarás las cosas dentro de tanto desastre?

—No es tu problema, ¿ok?

Así hasta pareciera que somos enemigos,  pero cuando no estamos trabajando y no tenemos que demostrar que el otro es mejor que el tro para ese trabajo,  somos buenos amigos.

En la noche nos reunimos en la fogata.

—Sí quieres puedes tomarte mañana tu día de descanso — digo y parece pensarlo.

—De nada me servirá, no tengo a donde ir.

—¿Y tu familia y amigos? — decido preguntar.

—No tengo amigos, y el único familiar que tengo es mi hermano.
—Yo igual solo tengo una hermana como familiar.

Ambos miramos hacia la fogata,  porque es la única fuente de luz.

—¿Tampoco tienes a tus padres?

Tomo aire para contarle.

—No, ni siquiera los recuerdo. Fui secuestrado junto a mi hermana melliza cuando éramos muy pequeños. Fuimos usados como experimento para un científico loco.

Sus ojos se abren como platos.

—Él quería adaptar humanos para volverlos androides. Fueron muchos años de sufrimiento.

—¿Te... tú eres... un androide?

—Sí, pero en el fondo sigo siendo un humano,  necesito respirar, comer y dormir, pero cuento con mejoras, tengo fuerza superior a la de cualquier ser humano, tengo energía ilimitada y no envejezco, sigo pareciendo de diecisiete y en realidad tengo treinta y cuatro años.
 
Luce sorprendida.

—Me sorprendes, ¿y te gusta serlo?

—La verdad no, en el fondo deseo ser un humano normal. Le pedí a todos mis conocidos que empezaran a llamarme por mi nombre de pila y no por mi número de serie.

—Diecisiete, ese es tu número,  ¿cierto?

—Sí, y el de mi hermana era dieciocho, pero ya solo le dicen Lazuli.

—Si no te gusta que te digan así,  ¿por qué me dijiste que te llamara diecisiete?

Río por recordarlo.

—Pensé que así no te agarraría cariño, y no me dolería cuando te fueras. Porque yo quería que te fueras y quedarme trabajando yo solo aquí, pero ya veo que eres buena compañera y ya no quiero que te vayas.

—Vaya... yo de igual forma me iré.

—¿Qué? No te puedes ir, ya hasta me caes bien.

—Todavía falta mucho para que termine mi contrato, descuida,  pero solo estoy trabajando hasta que tenga lo suficiente como para comprarme una casa.

—Yo tengo una casa que ya no uso, si quieres.

Ella ríe como si yo estuviera bromeando.

—Gracias,  supongo.

—No te la estoy regalando,  te la voy a vender.

—Está bien, pero mientras tanto me la prestas, para pasar allá mi día libre.

—Claro con gusto.

—Mañana se cumple una semana de que trabajas aquí de nuevo.  puedes tomarte el día tú primero y luego yo.

—¿Estás segura? tú llevas más tiempo sin salir de aquí.

—Como me contaste que no tuviste tiempo de despedirte, supuse que querías,  ir a ver a tus amigos.

—Ok, pero solo porque quiero ir a ver a Trunks,  él secuestró a mi patito de hule. — le digo.

—¿Qué? 

—Nada, olvídalo.

Ya no se mencionó más el tema del pato.

—Quiero ir a dormir —dijo ella— ¿Harás guardia esta noche?

—Sí, tú ve a dormir tranquila.

Ella no se va, solo me observa con curiosidad, me siento incomodo, mientras siento su mirada.

—¿Por qué necesitas dormir si tienes energía ilimitada?

Volvió a tocar ese tema. No me gusta sentirme como una cosa rara.

—Supongo que lo hago por costumbre. Y lo hago porque necesito sentirme humano.

Asintió se despidió y se fue a dormir.

Me quedo observando las estrellas y escucho los sonidos de la naturaleza.

Una estrella fugaz.

Deseo ser un humano otra vez.

Cuántas estrellas me han ingnorado, no lo sé ya perdí la cuenta.

Un fuerte impacto hizo temblar la isla, al parecer la estrella no era una estrella.

Un meteorito quizá.

Corro a toda prisa entre los matorrales hasta llegar a donde escuché el impacto.

—Terrible, te hace falta una pista de aterrizaje, vale.

Llego hasta donde esta ella y aunque ya la veo y me ve me mantengo alejado en todo momento.

—¿Tú? Debo decir que te he esperado —No la esperaba

—Cómo puediste esperarme,  ¿Sabes lo que pensamos de ti?

—¿Quién piensa cosas de mi?

—Obvio el equipo Marcarita.

—Ah sí, ¿qué piensan de mí?

—Que eres un cobarde que salió huyendo a esconderse cuando le dijeron que lo querían matar.

—No me escondía —digo con enfado—. He esperado todo este tiempo a que alguien llegara y ver quien mata a quien.

—Y si la persona a la que quieren matar es a Trunks como lo verias quien mata a quien, si te alejaste de él.

—Trunks no es mi problema, ¿sabes?

—No lo puedo creer, que mal amigo eres ¿no te importa Trunks?
Espero a que responder que no, salve a Trunks, tengo la experiencia suficiente como para saber que si te quieren hacer daño te lo haran en las personas que quieres.

—No, si lo quieres matar a él es su propio problema,  él sabrá lo que hizo para eso.

—¿Perdón? ¿Si yo lo quiero matar? ¿A caso fui yo la que los llegó a amenazar?

—Tú, o tu equipo, Marcarita  da lo mismo.

—Yo solo acompaño a Jiren a dar mensajes, no quiero matar a nadie, Lapis.

—¿Entonces a que viniste? ¿A visitarme?

—Solo pasaba por aquí y pensé que sería buena oportunidad para ver un unicornio.

Se cree muy graciosa, y lo peor es que ya me encontraton, que no sé cómo lo hicieron.

—Dime a quien quieren matar,  y te muestro uno.

En ningún lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora