38. ¿Echar de menos o necesitar?

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Tan rápido como había amanecido la tarde se dejó caer lentamente sin prisa por el transcurrir del tiempo. Probablemente esto se debía a que tras la ida de Eva pasé un rato más con Flavio y Samantha antes de volver junto a mi hermano con el que he pasado el día entero. La labor que Ana le había encargado a Eva ha corrido de mi cargo comprobando que Rafa era capaz de comer no solo el desayuno sino también la comida y ahora pedida por él algo que han llamado merienda o matahambres como solía decirme mi madre las pocas ocasiones que hemos gozado de esa comida entre la tarde y la noche. No he vuelto a ver a Eva pero tampoco he preguntado por ella por lo que intuyo que no debe de andar muy lejos de la sala ya que con el sentimiento de culpa que arrastra la debe de ser imposible andas más allá de veinte metros. 

-Hey- dice Flavio trayendo una naranja para mi hermano- Toma Raf me la han dado para ti.

Con una sonrisa se la tira sorprendiéndome ante los rápidos reflejos que parece segur teniendo mi hermano después de todo. Me río al ver como empieza a comérsela sin si quiera agradecérselo, esto solo puede ser una buena señal de que en poco saldremos de esta sala que cada vez apesta más a dolor

-Al menos di gracias tú- le digo dándole un pequeño codazo.

Mi hermano afirma con la cabeza intentando decir un gracias con una monda de naranja en la boca manchándose al completo. Desde luego que eso de vigilar que come ya no debo seguir haciéndolo porque el apetito lo ha recuperado bastante rápido.

-No hacía falta- ríe Flavio- . Por cierto Hugo, ¿puedes venir un momento por favor?

-Sí claro, no te muevas eh- le digo a mi hermano mientras nos alejamos.

Me afirma con la cabeza terminándose el gran gajo y sonriéndome una vez lo traga para demostrar que es un buen chico y puedo fiarme de su palabra o más bien gesto.

-¿Qué pasa?- le pregunto a Flavio cuando estamos lo suficientemente lejos.

-Solo quería saber si aún estabas dispuesto a salir para buscar a mi familia.

-Por supuesto, si, dame un segundo que me despida de Rafa y vamos- digo apoyando mi mano en su brazo.

-Pero es pronto, aún no ha terminado de atardecer y creo que hay guardias- señala.

-Entonces si crees que hay guardias debemos salir ya para asegurarnos de ello y poder saber a que nos enfrentamos en la oscuridad.

Hago una pequeña mueca al recordar la insistencia de Eva de que saliésemos antes de que anocheciera para comprobar que no había ningún peligro al igual que la promesa de volver si había vigilantes por las calles pero me temo que esto segundo quedará en el aire ya que debemos encontrar a la familia de Flavio si aún siguen debajo de esos escombros y no hay tiempo que perder porque a más horas menos probabilidad de encontrar vida entre las casas derruidas.

-Esta bien, voy a despedirme de Sam.

-Flavio que Ana la dé algo para descansar si quieres.

-Ya lo hizo pero tranquilo, comprende que no puedo esperar a que se mejore para ir a por mi familia. Nos vemos en la salida en diez minutos- con una sonrisa se zafa de mi brazo dejándolo caer.

Suspiro al ver a mi hermano acabar su naranja con ansias mientras me acerco a él sonriendo. Hago un hueco en uno de los latearles de la cama para sentarme y poder hablar con él antes de irme. No quiero dejarle solo o al menos hoy que he pasado casi todo el día junto a él mi plan desde luego no es irme y dejarle solo pero tanto como nos ha ayudado Flavio siempre dándonos incluso a veces más conchas de las que nos tocaba cuando vendíamos un muebles hecho por nosotros para poder comprar algo que nos diese de comer al menos durante una semana en el mercado ya que él en su casa siempre había al menos un plato. Incluso recuerdo una vez que nos invitó a la casa de su madre en cuanto se enteró que lo que habíamos plantado mi padre y yo no había florecido y los pocos que habían florecido no estaban en buenas condiciones. Siempre voy a sentir que le debo estos años que nos ayudó a subsistir inconscientemente.

Los ojos del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora