42. Plan con trampa

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Los planes siempre tenían un fallo y es que por mucho que los prepararas nunca podrías saber como actuaría el contrario, había hipótesis e incluso te ponías en la peor reacción del rival, pero hasta que no pasaba nunca sabrías si podías seguir adelante o quizás ahí acababa el plan e incluso tu vida.

El que había ideado Herg en cinco minutos era sencillo pero eficaz, se había mostrado bueno a la hora de armar una trampa contra el rey, tan rápido como cuando yo le presentaba algún problema en el establo al que sin pensarlo mucho daba una solución que podría mejorarse probablemente pero en ese momento siempre era la única aceptable.

-Vosotros dos- dijo señalando a Flavio y Samantha-, iréis a caballo, con un paso medio que no paséis desapercibidos pero tampoco llaméis la atención de golpe. Pasaréis por delante de la puerta, donde están todos esos vigilantes y seguiréis hacia delante como si nada, en ningún momento se deben dar cuenta de que pasa algo, hacer de la pareja más enamorada que podáis- ambos afirman sabiendo que al menos eso van a poder cumplirlo a la perfección- Una vez paséis la puerta contáis hasta diez y en ese momento tú, Samantha, te dejas caer del caballo que al notar que falta el jinete se parará un par de pisadas más adelante.

-¿Un desmayo?- pregunta ella.

-Más bien perder el conocimiento, relacionarlo con lo del oído si podéis. Cuando ella caiga y el caballo pare es tu turno chico, te toca ser la pareja más desesperada que puedas llamando la atención de los vigilantes- su mirada se clava en mí-. Mientras ellos los distraen nosotros aprovecharemos que hay menos para acercarnos a la puerta, iré con la escusa de necesitar ver como están ya que son familia mía y también diré que he perdido a Liz, que al menos no la veo desde el día del bombardeo por la noche cuando intentamos buscar un sitio seguro, así tendrán que dejarme pasar si o si, no pueden negarme decírselo a su hermana y que esta me ayude a buscarla.

-¿Y yo, que hago?- pregunto sin entender mi papel.

-Eres mi chico de confianza, te has quedado huérfano- se muerde la lengua y pone su mano en mi hombro- Es solo un papel lo que te estoy hablando, sabes que Liz y yo siempre hemos estado dispuestos ayudarte en cualquier cosa, perdóname igualmente hijo.

-Tranquilo, lo sé, aunque no lo he asimilado todo al menos mi padre sigue vivo de momento.

Con una mueca la incomodidad parece querer frenar el plan que esta acabar ya que hemos conseguido entrar pero no como actuar una vez dentro, donde buscarla si es que está dentro porque la idea de que se la hayan llevado a cualquier otro sitio por lo menos en este plan no se replantea.

-¿Y una vez dentro vosotros nosotros qué?- dice Flavio intentando saber que hacer.

-Si- continua Herg-, una vez nosotros dentro Samantha tiene que conseguir que vean su pésimo estado de salud y la dejen entrar, no te aconsejo usar la carta de que es la casa de tu amiga porque puede hacerles dudar e incluso retroceder- señala ante una Samantha que parecía dispuesta a usarla-. Haz ver que no puedes andar mucho porque estás mareada y que te dejen pasar para descansar cinco minutos. Si hace falta usa las arcadas junto a una mano en la tripa seguro que eso les hace pensárselo dos veces antes de dejaros tirados.

-¿Un supuesto embarazo?- dice asombrada Samantha- Caray no había pensado en esa estrategia.

-Nosotros dos- vuelve a señalarnos Herg- Dentro iremos a ver a la familia donde probablemente no esté Eva, pero no hay que desesperarse porque dirán que está hablando con el rey, seguramente los pactos de la boda.

Cierro el puño apretando las escasas uñas que tengo contra la palma de mi mano, debí haber corrido más para frenar esa conversación que probablemente no será nada agradable.

Los ojos del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora