19. Adelantamientos

326 30 1
                                    

Con el puño en el aire apunto de tocar la puerta se abrió de golpe dando paso al rostro asustado de mi madre. Sus manos fueron rápidamente de su cara a mis muñecas y mi frente intentando ver que era lo que se escondía detrás de esas vendas. Sin dejarme decir nada me hizo pasar y sentarme en la silla donde solía curarme. Con el botiquín ya listo me empezó a quitar primero las vendas de las muñecas que estaban más rojas seguramente que la de la cabeza por el uso que había hecho de ellas y el quemazón que empezaba a sentir en las manos proveniente de las muñecas. Al igual que Ana me las lavo y luego empezó a curarlas pero con sus remedios caseros que los años en este negocio la había hecho aprender cuales eran los mejores para los diferentes tipos de heridas, en este caso unas rozaduras que me habían puesto la piel en carne viva. Hizo igual con la cabeza dónde la oí soltar un sonido de sorpresa, no sé si sería por como se había ido curando o el tamaño que tenía pero noté los chorretones de agua bajarme por la cara, los primeros con rastros de sangre y los siguientes algo más claros como el agua misma. No me vendo, no hizo como Ana que me recubrió de vendas por lo que pudiese entrar dentro de esas heridas infectadas porque probablemente ya las había dejado desinfectadas y sin riesgo alguno.

-Hugo- dice mientras termina de recoger todo lo del botiquín- ¿Quién te ha hecho eso?

-Fue con Eva, ya sabes haciendo el tonto como siempre- me intento excusar.

-No me tomes por tonta, reconozco esos golpes en la cabeza por desgracia- su mirada se clava en mi fríamente.

-No es nada mamá, enserio tranquila que estoy bien y no me va a pasar nada- digo levantándome y acercándome a ella.

-Ten cuidado con lo que haces hijo porque esto no pinta bien, como te pongan en el punto de mira te van a seguir hasta que te pillen y entonces- su voz se corta y con ello se gira evitando mirarme.

-No pasará nada, ahora estoy a salvo, seguro mamá sabes que no me meto en lios- la dejo un suave beso en el hombro.

Nos juntamos en un abrazo con cuidado de mis heridas y a sabiendas de que ambos tenemos cosas que decirnos al otro pero no lo hacemos, solo nos limitamos a oír nuestras respiraciones y como la suya se corta de vez en cuando por las lágrimas que han empezado a salir de sus ojos. No voy a estar bien por mi, sino por ella como llevo haciendo toda mi vida, sacando las cosas adelante por ellos en vez de por mi.

Me doy el honor de faltar a mi cita diaria con Eva al día siguiente para encontrarme con Flavio por el camino, mi hermano se ha ido en el punto donde siempre nos separamos pero mi amigo de gafas aún está por llegar y es el único al que puedo confiarle el secreto de que no sé muy bien dónde me he metido o porque lo he hecho. Viene con una mochila a la espalda y el abrigo ya puesto por el frío que empieza hacer por las mañanas en esta época, su rostro se contrae en algo similar a la duda o el asombro y pasa a ser igual que el de mi madre ayer cuando nos acercamos y comprueba que en mi cabeza hay una mancha rojiza donde me golpeó ayer la pistola de Bruno.

-¿Qué haces aquí y qué te ha pasado?- dice antes de que pueda saludarle.

-Te estaba esperando y eso te quiero contar, te importa si vienes hoy conmigo a la cuadra, es importante Fla- le pido casi más con la mirada que con palabras.

Rueda los ojos y cambia su dirección hacia la cuadra donde la última vez hicimos el mueble para Samantha, la chica rubia amiga de Eva y que en ningún momento cuando la entregué el mueble sospeché de que podría ser una trampa como después me aclararon. Cuando llegamos allí todo está como lo dejamos, con alguna cosa a la mitad y otra por empezar. Dejo mi mochila en el suelo mientras Flavio cierra detrás de mí con cuidado la puerta y me adelantó a él para coger sitio en la mesa donde trabajamos, una vez deja su mochila y su abrigo nos ponemos manos a la obra con el último encargo y la razón por la que le he traído aquí.

-Tenías razón sobre Eva- digo sin parar- tiene un secreto y ahora yo también formó parte de ese secreto.

Sus manos desaparecen de la mesa dejándome solo ante el trabajo que estábamos haciendo para clavar su vista detrás de las gafas en mi y así no perderse ninguna de mis palabras ante el supuesto secreto de Eva que el ya sabía, le encanta tener la razón y eso suele pasar en un porcentaje bastante alto.

-Esto no puede salir de aquí Flavio- paro yo un segundo para ver su afirmación con la cabeza- Es un grupo, tiene un grupo que se encarga de...bueno que intenta derribar el control de la monarquía y todo eso de los que nos gobiernan ya sabes- intento evitar describir todos los datos por si alguien nos oyese- Y pues no sé qué han visto en mi que quieren que forme parte de ellos y ahora estoy esperando a que si me necesitan Eva me lo dirá.

-¿Ellos te han hecho todo eso?- dice por fin señalando mis heridas.

-Si, fue al inicio cuando seguía a Eva por el bosque, pensaron que era un peligro y pues así me pasó.

Me mira intentando adivinar que es lo que tiene que hacer o cómo debe actuar en este caso pero lo único que hace es volver al trabajo que ambos habíamos parado finalmente. Ahora soy yo quien le mira como trabaja esperando a que me dé una respuesta más, algo que me indique su opinión sobre todo el tema o al menos que es lo que habría hecho él de estar en mi lugar.

-Ten cuidado Hugo- dice parando de nuevo y acercándose un poco a mi- Han enviado a un montón de vigilantes y ahora se van a dedicar a pasearse por aquí según tengo entendido.  A la mínima que puedas ser sospechoso te lo harán saber y probablemente tus días serán contádos- suspira mirando a la puerta- Espero que el grupo ese al menos te protejan hasta que se vayan.

Uno con fuerza mis labios y afirmo con la cabeza para volver ambos al trabajo y terminar el mueble que tengo tiempo nos ha costado, no por dificultad sino por falta de horas en la elaboración, yo me he dedicado a buscar a una chica y Flavio ha estado con su familia haciendo cosas que probablemente debería haber hecho yo pero ya han pasado de tiempo. Entre ambos decidimos que es mejor llevarlo ya antes de que nos descuente más por tardanza que por un fallo o cualquier desperfecto. Lo cargamos entre ambos y cuando abrimos nos encontramos con la silueta perfectamente curvada y con melena rubia vestida igual que nosotros, sus ojos azules no se ven con claridad pero las pecas de su rostro se distinguen al Sol brillante alumbrandola como si solo existiese para ello.

-Hola chicos- dice acercándose con cuidado.

-Vaya, hola, ¿Algún problema con el mueble?- pregunta inocentemente Flavio.

-Qué va, está perfecto y me encanta enserio, espero que con las conchas comieras bien ese día.

-¿Qué quieres?- pregunto yo directamente.

-Sabía que iba a pasar lo que habéis hablado allí, ya sabes que tengo el don de adelantarme así que sino es mucha molestia tenéis que acompañarme ambos y tú rubito- dice acercándose a mi- Que sepas que Eva ya está informada, se ha dado cuenta de que no has ido esta mañana a su casa y ha venido corriendo a mí, sorpresa.

Me muerdo la lengua para no hablar de más y Flavio me mira intentando saber en qué posición le coloca a él todo este lío. Encojo mis hombros en un gesto de duda para después intentar tranquilizarle con una palmada en la espalda poniendo rumbo hacia donde ayer mismo salí de ese dichoso sitio con Eva. No se entrar bien pero el camino por el bosque al punto clave lo reconozco o al menos un poco, tengo que ir paso a paso para integrarme en Otpor y parece que Flavio también lo tendrá que hacer.

Los ojos del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora