26. Enredaderas

304 26 2
                                    

A dos pasos por detrás, siempre por detrás y marcando la diferencia entre ambos. Lo último en lo que me había fijado antes de salir de la base había sido en los ojos huidizos de la chica con capa. Lo cierto es que tenían un magnetismo que los hacía imposible de vitar o al menos para mí, no podía parar de buscar sus vistazos rápidos y por encima del hombro que últimamente se limitaba hacerme ya que desde el día en el que salimos por primera vez como un equipo solo nos habíamos reducido a eso, sobre todo ella, a huirnos mientras que yo la buscaba por cada situación que me fuese posible pero a su favor diré que es más escurridiza de lo que mis habilidades me permiten. Incluso cuando alguna vez coincidíamos en casa de sus tíos ella siempre acababa evitándome con un escusa rápida que pasaba desapercibida. Se había enfriado todo lo que en tan poco tiempo se había unido sin querer y no parecía el único que se había dado cuenta de esa situación.

Ahora marchábamos escondidos por las altas hierbas del bosque camino hacia el noroeste donde cerca del centro los vigilantes se disponían a ejecutar a cuatro personas por sublevarse contra las presiones ejercidas, ni si quiera llegaron a levantar las hachas cuando los vigilantes cargaron a palazos por un par de gritos en contra de ellos. Como diría mi padre, tienen la piel demasiado fina y acostumbran a dar ante el peligro porque si todo hubiese salido como estaba pensado o como al menos tenían planeado hacer más o menos hubiesen sido la mecha que hace saltar la pólvora y frente ha esa pólvora ni el rey tiene solución más que salir corriendo antes de que su cabeza cayese rodando en cualquier plaza pública.

-Chicos cuidado hay que atravesar el pequeño riachuelo ese y os aseguro que no haréis pie- nos dice Bruno al frente de todo el equipo.

Asentimos con movimientos de cabeza y brazo para empezar a cruzar, los más hábiles sorteando el agua mientras que el resto nos conformamos con llegar a nada y con la menos ropa mojada o al menos las armas ilesas. Gè nada a brazadas a mi lado dejándome atrás y pasando rápidamente de un lado a otro junto a Eva para empezar a secarse las prendas mojadas mientras que Samantha y yo nos quedamos algo más atrasados del escuadrón.

-Ah joder- oigo que se queja algo más retardada a mí- Mierda, mierda ayuda- empieza a gritar en una voz no demasiado alta.

Solo yo la oigo lo suficiente como para darme cuenta de que pasa algo y cuando veo sus movimientos comprendo que algo la está reteniendo en el mismo sitio sin dejar moverla apenas mucho más allá. Me acerco hasta ella mientras el resto del grupo llega hasta el otro lado y busco en su mirada que puedo hacer, cojo su mano mientras miro alrededor para encontrar un sitio donde ambos podamos agarrarnos antes de que se nos agoten las fuerzas.

-Samantha tranquila- digo mientras me agarro a la raíz de un troco que flota desde la lejanía de su tronco- Te voy ayudar, no pasa nada tu apóyate en mí si no puedes más, voy a ver que pasa.

Ella afirma con el miedo clavado en sus pupilas y antes de que me meta a bucear busca en la orilla la ayuda de alguien que pueda sernos lo suficientemente útil como para no estorbarnos entre nosotros mientras salimos de este lío. Busco bajo el agua en su pie derecho distingüendo las marcas de la piel en forma de dibujo que la rodean la pierna al completo ya que se ha metido con la menor ropa posible para no mojarse entera pero acabando enganchada de igual forma por culpa de la bota atrapada por completo entre un par de ramas que no consigo desenredar para liberarla hasta que una par de manos más me ayudan. Pequeñas e idénticas a las de un bebé se hacen hueco entre los nudos que rodean la bota consiguiendo hacerla salir de aquel montón de raíces enredadas entre sí. Levanto la vista bajo el agua para encontrar el rostro que nos ha salvado a ambos pero mis pulmones me piden a gritos que suba corriendo por lo que entre fuertes empujones contra el agua salgo a la superficie y logro coger aire de nuevo entre un par de toses por el poco agua que había empezado a entrar en mis vías respiratorias. Compruebo que Samantha está llegando a la orilla y corro por hacerlo lo antes posible yo siendo la última persona del escuadrón que cruza el riachuelo.

Los ojos del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora