17. Dos contra uno

339 27 2
                                    

Podría reconocerla entre la multitud pese al poco tiempo que habíamos pasado juntos aunque esta vez no había multitud ni nada parecido sino ella y aquella chica rubia que recordaba de cuando Flavio y yo la entregamos el mueble. Recuerdo como me cerró la puerta en las narices para oírnos tras de ellas y como con su dinero nos pagamos una de las mejores cenas del mes ya que aún no había acabado pero no sabía si volvería a salir a la superficie y seguiría con mi trabajo haciendo muebles absurdos codo con codo con Flavio o si vería a mi madre y a mi hermanos cenando una vez más hasta no poder más gracias al intercambio que había conseguido hacer como buen negociador en el mercado. No sabía nada y eso era quizás lo que más miedo me estaba dando, por ello evitaba pensarlo centrándome en cosas como lo que iba a pasar ahora mismo.

Maialen había ordenado que se me cambiase de ropa buscando el estilo perfecto y eso solo lo podían hacer según ella Ju o Sam, en la sala donde Bruno y yo habíamos entrado solo había una de esas dos personas que era la chica rubia porque la otra, la morena de ojos azules marinos sin duda alguna era Eva y parecía no comprender cómo había acabado yo allí. Bruno huyó rápidamente sin que ninguna de las dos pudiese decir palabra alguna, con su ropa negra dejo la mancha negra de su velocidad tras él abandonándome a mí suerte con las dos únicas personas que me conocían de fuera y desde luego que él lo sabía o al menos se había quejado en un inicio de que me conociesen por si se había excedido ejerciendo su fuerza.

-¿Se puede saber qué haces aquí?- pregunta Eva- Bueno no mejor dicho ¿Por qué sigues aquí?

-A ver no es por chafar nada pero creo que el chaval le acaban de coger para formar parte de esto tía- dice la rubia.

Eva se gira para mirarla estableciendo algún tipo de conversación no verbal entre sus miradas cuando finalmente está se da por rendida levantando las manos y provocando que Eva vuelva su vista en mi con una ceja enarcada.

-¿Te ha comido la lengua el gato o qué? Hugo que tú desde luego estar callado no sabes.

-Es que me esperaba una bienvenida más alegre pero me conformaré con eso que ha dicho Maialen de buscar algo que sea de mi estilo- doy un paso hacia adelante pasándola y acercándome a la rubia- ¿Tú eres Ju o Sam?

Oigo un pequeño ruido de sorpresa procedente de Eva mientras que la rubia se contiene e intenta recuperar la compostura ante mi pregunta directa hacia ella. Se atusa el pelo a la par que parece buscar la respuesta en el aire para acabar con un gesto extraño en el gesto donde sus gestos muestran la diversión que le ha producido mis palabras.

-Samantha, soy Samantha- dice extendiendo su mano para estrecharla.

Otro pequeño ruido, esta vez más parecido a un pequeño enfado, se escapa de la boca de Eva la cual se gira rápidamente para colocarse a la altura de su amiga volviendo a quedar ambos cara a cara. Intento aguantarme la sonrisa por su cara de enfado como si fuese una niña pequeña pero no puedo evitar mostrar todos y cada uno de mis diente cuando ella abre sus gruesos labios para decir algo lo cual la interrumpe haciéndola empezar por otra parte que no era la que tenía en mente desde el inicio.

-Para empezar, no te rías de mí, después ¿Quién te crees? ¿Cómo que bienvenida? Tú te vas a tu casa ahora mismo, voy hablar con Maialen.

-Eva ella me ha mandado aquí- digo conteniendo la sonrisa.

Suelta un pequeño quejido seguido de un respingón a la par que desaparece detrás mía dejándome cara a cara con Samantha que me mira aguantándose la risa al igual que yo, parece ser que ahora a su amiga también le hace gracia la situación. Veo como los ojos de Sam se mueven detrás de la silueta de Eva que parece revolotear por toda la sala hasta volver de nuevo junto a ella con un metro colgado al cuello, un lápiz en la oreja y una hoja donde apuntar lo que van a ser mis medidas.

Los ojos del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora