21. Correr o pelear

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Según habíamos llegado al sitio Bruno nos había indicado las posiciones rápidamente, Eva subiría a un árbol donde tendría mayor visión a la hora de disparar, Gè se quedaría a ras del suelo junto a unos altos matorrales lo suficientemente altos y grandes como para cubrirle entero pero dejándole a él la visión perfecta en caso de tener que venir ayudarme y por último Bruno se quedaría entre medias de ambos, en una rama que no estaba muy alta para poder saltar desde ella sin peligro y también tener todo controlado, a Gè, a Eva, los vigilantes y yo que éramos los más importantes en esta misión. Mi posición era clara, tenía que pasearme como si pasase de largo cerca de ellos mientras me quedaba mirándolos fijamente. Todos listos y en posiciones miré uno a uno a los que se habían convertido en mis compañeros que hasta hace un día u horas desconocía de su existencia. Bruno se apartó un segundo para hablar con Maialen, la cuál no pareció sorprendida ante mi presencia aquí, es más diría que este era mi destino sin que ella lo dijese, contaban con mi presencia aquí y no sé si eso debía decirme algo o asustarme si quiera. Mire a Eva que colgaba del árbol como una hoja disimuladamente, ambos nos pensamos a la vez para buscarnos a la vez, estábamos teniendo demasiado conexión en un solo momento que ponía lo piel de gallina solo con pensarlo.

-No hagas ninguna tontería Hugo y vuelve ileso- me sentenció.

-Vale mamá- afirmé yo sin ocultar mi sonrisa.

Con Bruno de vuelta, el visto bueno de Maialen para empezar solo quedaba yo por colocarme en mi sitio así que con un último avistamiento desde la lejanía al grupo de vigilantes eché andar desde un punto lo bastante lejos de ellos como para que pudiesen ver al resto o verme a mí en los primero treinta metros, después de eso comenzaría el duelo de miradas que daría paso a la persecución. Iba contando con mis pasos a gran escala cuanto metros llevaba y aproximadamente en los veintisiete el primer vigilante volvió su mirada hacia mí, la respiración de Eva dejó de estar coordinada a la mía como había intentando durante todo el trayecto y ahora me esforzaba por igualarme aquel vigilante que parecía bastante más tranquilo que ella o si quiera yo mismo. No alcancé a oír como llamaba a los otros dos vigilantes pero si noté otra dos miradas más que se incorporaban encima mía, había demasiada gente observándome como para que algo saliese mal como por ejemplo que me cayese o que pegase un pequeño tropezón, eso desestabilizaría a todos poniendo alerta a unos y provocando la burla en los otros que finalmente me darían como un chaval más nervioso ante su presencia que incluso se cae o que casi se cae. No podía pasar eso en ninguna de las circunstancias.

-¡Hey tú!- me grito el primero que me había mirado.

Intenté hacerme el sorprendido, como si no estuviese esperando aquella reacción e incluso añadiendo un intento de gesto de miedo ante la apelación directa del vigilante a mí. Desde luego si esto me hubiese pasado hace unos días donde era un chico normal, con una vida normal hubiese salido ya corriendo asustado por todos los delitos que pudiesen caerme por mirarlos.

-Si tú, no te hagas el tonto que sabes mirar muy bien- volvió a decir acercándose a mi- ¿Qué te pasa? ¿Qué miras? ¿Se te ha perdido algo?

-No señor vigilante es que me gustan sus armas aunque para ser sinceros podrían ser mucho mejor pero bueno, que se le va hacer si es lo que os dan a los mindundis que os mandan aquí.

Todas las respiraciones se cortaron por un segundo, la suyas volvieron enérgicas y con furor, la mía se quedó por el camino intentando asimilar lo que acaba de decirle a el vigilante que me había llamado la atención. Miré un segundo a los otros dos vigilantes mientras el que tenía enfrente se preparaba sacando su arma para apuntarme en la frente con ella.

-Asi que el niñito quiere probarla.

-Déjale, Frank sabes que es lo que está buscando, provocarte- intenta frenarle su compañero.

Trago saliva con su pistola cada vez más cerca de mi frente, casi notando el disparo a bocajarro que planea en su mente y que probablemente le mancharía el traje entero de mi sangre. Por segundos vuelvo a encontrar la respiración de Eva, ha aumentado su ritmo e incluso sin mirar en su dirección para no delatar sus posiciones puedo ver como se ha pegado al tronco del árbol y apunta con su arco a la cabeza del vigilante. Cabeza por cabeza aunque eso no la serviría para recuperarme, más bien para acercarlos hasta ellos.

-No sé, parecía muy feliz con la idea de probar un poco un disparo a ver que tal le sentaba.

-No estamos aquí por eso, déjate de gilipolleces Frank y céntrate-dice de nuevo su compañero- y tu chaval, deja de curiosear tanto porque a la siguiente no tendrás tanta suerte.

El supuesto Frank baja el arma como rendición y recordando que estaban buscando algo, probablemente una base o más bien el sitio donde han creado su base Otpor. Me quedo quieto en el sitio y miro por segundos al árbol donde están escondidos, no quiero que la misión se de por perdida así que tengo que volver a llamar su atención de la manera que sea. Vislumbro la flecha de Eva ahora baja y trago saliva intentando busca a Bruno entre las hojas antes de improvisar pero está perfectamente camuflado por lo que no tengo ninguna señal que me autorice a lanzarme ante este peligro. Me río antes de poder arrepentirme o seguir buscando algún rostro familiar que les acabe delatando.

-Venga chaval vete ya- dice el compañero que le había hecho bajar el arma a Frank.

-Déjame dispararle y se pensará eso de reírse de nuevo.

-Seguramente ni la llevas cargada o está cargada con pelotillas de goma- vuelvo a reír- Lo siento amigo, te llevo ventaja.

-¿Qué insinuas?- dice Frank.

-Si luchamos cuerpo a cuerpo sin ese juguete infantil te ganaría de sobra, pero bueno tengo cosas que hacer y me habéis dado permiso para irme.

Frank suelta el arma y hace un intento de coger una postura de combate, como si imitase algo que le han enseñado pero con gran cantidad de fallos. Vuelvo a negar con la cabeza sonriendo mientras me acerco a él para seguirle el juego, puede que este no fuese el plan pero si de algo tiene que servir todo el daño que mi padre sufrió de joven e intento inculcarme para que en un futuro yo nunca llegase a tener que mendigar por nada, es hora de sacarlo a la luz.

Con un paso firme me coloco para golpearle haciéndole creer que le voy a dar un buen puñetazo en la cara consiguiendo que desproteja el resto del cuerpo dejándome paso directo a darle una patada en sus costillas dejándole casi sin aire y teniendo que recurrir a su compañero para poder continuar en busca de otro golpe. Esta vez sin distracción alguna me agacho cuando su puño se dirige a mi cara acabando la situación al revés, con mi puño derecho en su barbilla y él completamente aturdido pese a la poca fuerza que he usado por el desentreno.

-Joder Frank- grita su compañero- ¡Tú novato que no se vaya!

Dice mientras el se quita el fusil de encima y atiende a su compañero que ha salido mal parado. El novato y yo nos miramos con el mismo gesto, de querer salir huyendo. Empiezo a correr en dirección contraria al árbol donde se esconden los tres silenciosos compañeros que han presenciado mi pelea y oigo como el novato me sigue ante los gritos de su compañero que se ha vuelto algo menos amable conmigo. Quizás influya eso de que la segunda vez no iba a tener escapatoria. Corro, con su respiración como señal de los metros de distancia que nos separan, intento despistarle en un camino totalmente despejado y que no tiene sitio por el que huir salvo el inmenso bosque que le rodea y yo estoy aprendiendo a reconocer. Por segundos la fuerza me falla y las piernas me flaquean pero intento pensar antes de actuar, buscar un lugar al que poder llegar y donde él no pueda ni aunque quisiera entrar. Sigo corriendo hasta ver desde la lejanía la rosada torre que corona la casa de los Barreiro y como si todo cobrase sentido me centro en mis propias pulsaciones intentando alcanzar el máximo posible llegando hasta una de las entrada que Eva me enseñó para el bosque. Rezo porque no me siga y ser tan sigiloso como dicen en Otpor que soy, no puedo parar de pensar en lo bien que me sentará el agua fría de ese estanque.





Los ojos del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora