Capítulo 30

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Capítulo 30

I need amnesia for a day and an umbrella for the rain, / that hasn't gone away since you said you didn't need me.

Necesito amnesia por un día y un paraguas para la lluvia, / eso no ha cambiado desde que me dijiste que tú no me necesitabas.

Gnash - The broken hearts club


HERMIONE

Lo último que Hermione habría esperado era que su varita comenzara a brillar sin motivo aparente. Acababa de llegar a su casa, apenas unos minutos antes, y ni siquiera había tenido tiempo de quitarse el vestido negro que llevaba. Tampoco tenía muchas ganas de nada, en realidad.

Se había marchado del Caldero Chorreante después de lo que había pasado con Malfoy, chocándose con Ron en la puerta. Su amigo pelirrojo la observó, tenía el cabello algo despeinado y el rostro ligeramente desencajado.

—¿Qué te ha pasado? —había preguntado Hermione.

—No quiero hablar de ello. ¿Y a ti?

—No quiero hablar de ello.

Ron y ella se habían dividido, cada uno regresando a su casa sin mediar más palabras.

Se sentía mal, enferma, ridícula. Cualquier sensación negativa que pudiera experimentarse: ella la tenía esa noche.

Había actuado como una estúpida una vez más, dejándose llevar por esa extraña fascinación que Draco Malfoy le provocaba. Quería darse de bofetadas al pensarlo. ¿De veras se había dejado tocar por él de ese modo? Hermione apenas había salido con un par de chicos en esos años, nunca se había acostado con nadie. Reconocía que, en su fiesta de cumpleaños hacía un par de años, había estado cerca de hacerlo con Viktor Krum, que estaba de visita a Londres durante una semana. Pero no pasó de dejar que él la tocara un poco por debajo de la ropa interior; ella hizo lo mismo con él. Esa era la primera y única vez que había tocado íntimamente a un chico... hasta Malfoy.

No era justo. ¿Qué le daba el derecho a hacer eso con su cuerpo? ¿De qué modo se las arreglaba Malfoy para conseguir que ella perdiera la conciencia, que quisiera hacerle toda clase de cosas que nunca antes había imaginado? Ella jamás se había considerado una pervertida, ¿no? El hecho de que tuviera veintidós años y fuera virgen le parecía suficiente motivo para creer que el sexo no era tan importante... pero ahora veía a Draco Malfoy y no dudaba en abrir las piernas y en quererlo dentro.

Estaba enferma. Tenía que ser eso.

Hermione comenzó a calentar agua en una tetera cuando reparó por fin en el extraño brillo de su varita. Apagó el fuego de inmediato, sabiendo que algo malo sucedía con Malfoy.

—¿Qué has podido hacer ahora? —preguntó en voz alta—. Idiota.

Imaginaba que estaría en la Residencia, eso le había dicho, ¿no? ¿Cómo podía estar causando problemas desde allí? Hermione era su tutora, no su madre, tampoco podía seguirle a cada momento de su vida.

Con un gruñido, buscó el pequeño mapa que siempre debía llevar encima. Lo extendió sobre el suelo y lo observó un segundo, contemplándolo mostrarse totalmente en blanco. Apuntó hacia el papel mágico con su varita.

Locatio —susurró.

Y esperaba ver la Residencia materializándose en ese mapa... pero no fue así. Ante sus ojos, el punto de Draco Malfoy se situó en un sencillo plano, en el número 28 de la calle Hollyhock.

Maldito imbécil.

***

Se apareció en la puerta de la casa solo unos segundos más tarde. Agradecía no haberse tenido que vestir de nuevo y, de hecho, se había olvidado de coger una chaqueta. Hermione tan solo llevaba puesto su vestido negro, que le dejaba las piernas al descubierto. Cruzó el jardín de Alcacia Williams en silencio, aunque un gnomo de jardín de sombrero rojo le sacó el dedo corazón cuando la vio, como si estuviera haciendo demasiado ruido.

Nunca le hagas cosquillas a un Dragón herido. [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora