Capítulo 11

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¡Bienvenidas de nuevo! Hoy he superado las 100.000 palabras escritas en este fanfic. FELICIDAD.


Capítulo 11

And we might have differences / But where you are, I'm right there too.

Y puede que tengamos diferencias / pero allí donde estás, también estoy yo.

Lauv – Lonely eyes


HERMIONE

Alohomora.

La puerta de la habitación se abrió y Hermione entró, gruñendo por lo bajo. Escuchó el ruido de la ducha y dejó escapar una sonrisa sardónica. El muy imbécil de Malfoy se creía que le estaba faltando al respeto así, que ella se iba a enfadar o algo parecido. Estaba más que equivocado; ella ya no tenía trece años, ahora era una mujer, había sido auror durante dos años y lo había pasado tan mal como él durante la guerra. Draco Malfoy no iba a conseguir sacarla de sus casillas, por mucho que quisiera hacerlo.

Le bastó una mirada rápida en toda la habitación para localizar el libro.

—Idiota —gruñó.

Y se adelantó corriendo para agarrarlo, pero el grifo se cerró justo en ese momento y ella se quedó parada en el sitio. Tenía dos opciones: podía demostrarle que lo había visto, enfrentarle ese mismo día... o también, podía esperar un poco, averiguar cuáles eran sus intenciones. El libro estaba en la Residencia, eso ya lo sabía. Lo había imaginado, se lo había dicho a sí misma en el mismo momento en el que había entrado en la librería. No estaba en Berrycloth porque Draco Malfoy, de un modo u otro, lo había sacado.

Pero ahora no tenía tiempo de hacer algo al respecto, tendría que esperar. Hermione tomó aire y retrocedió hasta la pared de la habitación. Allí se cruzó de brazos, alzando la barbilla con orgullo. Apenas un segundo después, Draco Malfoy salió del baño.

Tenía el pelo rubio y mojado, alborotado. Una toalla le cubría las caderas y ella trató de permanecer estoica, mirándolo con los ojos entrecerrados en una mueca orgullosa que le costó muchísimo fingir. No pudo ignorar el hecho de que Draco Malfoy estaba casi desnudo delante de ella: tan pálido como siempre, y más delgado que nunca. Hermione se estremeció al observarlo y Malfoy se quedó parado en cuanto reparó en su presencia.

—Vaya. Al final has entrado —dijo con algo parecido a la admiración en su voz. Era un impertinente.

Ella permaneció callada como una tumba. Se recordó a sí misma que debía respirar, pues durante varios segundos lo olvidó. Draco Malfoy no solo estaba medio desnudo frente a ella, no, sino que su piel blanca como un papel presentaba un millón de marcas y cicatrices: quemaduras y cortes. No supo qué hacer, cómo reaccionar ante esa visión que parecía sacada de algún infierno que ella nunca había visitado.

Él pareció darse cuenta de que lo estaba mirando y durante un instante, solo un instante, dio la impresión de estar avergonzado. Draco apartó sus ojos grises de ella y tomó entre sus manos una camisa negra que reposaba sobre la cama. Hizo lo mismo con unos pantalones del mismo color.

Al darse la vuelta, Hermione pudo atisbar algunas cicatrices en su espalda, también. Prácticamente toda su piel estaba marcada por completo. Esa imagen era escalofriante y su estupor inicial no tardó en convertirse en una extraña indignación.

—¿Qué...? —balbuceó—, ¿qué es...?

Draco supo a lo que se refería sin que ella tuviera que decirlo.

Nunca le hagas cosquillas a un Dragón herido. [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora