Especial de Año Nuevo: Dolce Anno Nuovo

941 37 19
                                    

Para Leone Abbacchio es inevitable fijarse en la invitación que reposa sobre el comedor cuando llega a su hogar. Los largos dedos del albino se deslizan por la tela de la bufanda que le ha puesto Bruno Buccellati al salir a trabajar aquella tarde.

El clima ha sido raro los últimos días del año, ya no se habían presentado bajas temperaturas mas que durante la mañana, pero según Buccellati, no quería que se arriesgara a contraer algún resfriado. Así que antes de que saliera de su hogar rumbo a hacer un par de encargos, el pelinegro coloco una bufanda alrededor del cuello de Abbacchio y abrocho el cierre de su abrigo, seguido de un dulce beso en los labios.

Le había hecho un poco de gracia, y ternura también, aquella pequeña situación, cual pareja de recién casados. Además, estaba el hecho de que era un ritual que llevaban a cabo mutuamente. Abbacchio abrigaba a Buccellati, y Buccellati abrigaba a Abbacchio. Ninguno podía negar que aquella pequeña rutina tenia su dulce encanto.

Sin apartar su mirada de la invitación sobre el comedor, Abbacchio regresa sobre sus pasos para colgar la bufanda y su abrigo ligero en el perchero del recibidor. El albino posa la mirada en la entrada hacia la cocina y aun no ve rastro de Buccellati, a pesar de que anuncio su llegada con voz alta.

Así que al volverse a acercar al comedor, Abbacchio tomo finalmente la invitación. Reluciente papel negro con letras doradas. Es una invitación para la celebración de año nuevo llevada a cabo en el casino mas grande de Napoles, para los miembros de Passione, y por supuesto, en la parte inferior se encuentra el sello de Passione.

Por supuesto, Buccellati le había hablado antes de ello. Una celebración de lo mas elegante donde se presentarían algunos capos de ciudades aledañas, el capo al que servían y los miembros de rango mas alto.

Y lo había escuchado por teléfono, el capo Polpo requería la presencia de Buccellati en dicha celebración. Abbacchio frunció el ceño al notar que en la invitación venia rotulado el numero de asistentes. Dos personas.

Seguramente, para Buccellati y su cita. Alguna hermosa mujer a lado de Bruno...

Inexplicablemente, Abbacchio sintió un nudo formarse en su estómago con aquel pensamiento, una sensación desagradable.

Pero de pronto, unos pasos sonaron en el departamento de Buccellati. Alguien bajaba las escaleras. El de ojos ámbar dejo caer la invitación sobre la mesa al instante justo a tiempo para dirigir su mirada hacia el dueño de los pasos que resonaban en el lugar.

- Leone... - vestido únicamente con una suave bata de baño blanca, Bruno bajaba las escaleras. Buccellati sostenía una toalla color gris entre sus manos, con la cual estaba secándose el cabello. – ¿Tienes hambre, verdad? Toma un baño en lo que sirvo la cena – cuando termino de bajar las escaleras, el pelinegro se acerco a él. Buccellati acerco su rostro al de Abbacchio y a media trayectoria pareció dudar un par de segundos entre besar la mejilla del albino o besar sus labios. Pero sin duda alguna, estaba mirando los gruesos labios maquillados de violeta del albino.

Abbacchio volteo ligeramente su rostro, acercando sus labios a los de Buccellati. Con aquel pequeño movimiento, el ojiazul sonrió y poso sus labios sobre los del albino, compartiendo un dulce beso que provoco suaves sonrisas en ambos.

- Prepare crema de champiñones y pizza, ire a servir la mesa – anuncio el pelinegro, acariciando la mejilla de Abbacchio.

Leone asintió, beso la frente de Bruno, sobre el húmedo flequillo negro y se dirigió escaleras arriba.

Como supuso, Buccellati dejo todo listo para que tomase un baño. Las toallas y su bata limpia estaban ahí. Y aunque Abbacchio encontró muy relajante el tiempo en el baño y se destenso tallando sus músculos con agua tibia y el jabón aromático preferido de Buccellati, no pudo dejar de pensar en aquella invitación sobre la mesa.

Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora