Compleanno

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- ¿Mi cumpleaños? – pregunto Buccellati, dejando su copa de vino sobre la mesa.

En una calurosa noche a finales de Julio, ciertamente su lugar preferido para beber en su nuevo hogar era la terraza. La vista era... agradable. Mucho mejor que el oscuro callejón en el que solia emborracharse. Aquí habia un lindos árboles y mejores luminarias.

La casa de Bruno era... muy diferente al lugar en el que vivía antes. Tan solo en un par de semanas se habia acostumbrado ya a ese lugar, a pesar de que al principio se mostro algo renuente de quedarse aquí.

Y estas charlas nocturnas mientras bebia eran... diferentes. Muy diferentes a beber en soledad luego de repartir golpizas por encargo para ganarse algunos billetes que gastaría en alcohol barato, el cual lo haría deambular hacia su maldito departamento para beber hasta quedarse profundamente dormido.

Solo el alcohol era capaz de adormecer sus pensamientos. Paso demasiados días completamente borracho. Ni siquiera tenia nocion del tiempo, hasta ahora que habia "regularizado" un poco su agenda diaria.

- Creo que sabes mucho mas de mi, que lo que yo se de ti, Buccellati – respondio sinceramente el albino, luego de darle un buen trago a su propia copa de vino.

Como si no fuera lo suficientemente raro que hace un par de semanas el joven pelinegro con el que bebia básicamente se habia acercado a un callejón oscuro una noche lluviosa para sacar a un borracho de ahí.

Ese borracho... efectivamente era él.

- Leone Abbacchio, 25 de Marzo, dieciocho años. Eres Aries – Buccellati solto una suave risa, volviendo a tomar su copa de vino para darle un trago.

Una risa preciosa...

- ¿Aries? – Abbacchio alzo su ceja. Alcanzo la botella de vino y lleno su copa casi hasta el borde. Tambien se encargo de verter mas liquido en la copa de Buccellati, a pesar de que dicha copa aun tenia suficiente vino.

No era raro que Buccellati supiese tanto sobre él, despues de todo el pelinegro fue quien lo busco en primer lugar, para sacarlo de las calles una noche lluviosa. Conocia su nombre y su vergonzosa historia. El sabía todo sobre su persona, sobre su pasado...

- ¿Cuántos años piensas que tengo? – pregunto curioso el pelinegro, apoyando sus antebrazos en los reposabrazos de la silla metalica en la que se encontraba sentado.

Los ojos del albino se fijaron fugazmente en la abertura del saco de Buccellati. Lindo encaje negro cubriendo un impresionante pecho. ¿De verdad los hombres podían tener tetas tan... bonitas?

No obstante, al percatarse de ello, subio su mirada al instante hacia el pelinegro.

¿Qué estaba haciendo? Distrayendose con el pecho del pelinegro y... ¿Por qué demonios Buccellati tenia unas tetas enormes tan preciosas? No le molestaría en lo mas minimo mamar de esas tetas tan hermosas. Mas bien, seria el jodido paraíso y...

- No lo se...¿16? – respondio rápidamente, dándole otro trago a su copa de vino mientras cerraba los ojos unos momentos, tratando de ordenar sus pensamientos.

No ayudo mucho que se encontrase con Buccellati sonriendo suavemente cuando abrio sus ojos de nuevo. El hermoso arco de cupido en sus labios estirado bellamente.

- Casi. Pero, ¿Luzco tan joven? – el ojiazul inclino levemente el rostro, intrigado. Con tal movimiento, los bellos cabellos brillantes color negro se deslizaron con gracia, siempre enmarcando ese estilizado rostro hermoso.

- Si, ¿Entonces? – gruño levemente el de ojos ambar. No era un bebedor elegante en lo mas minimo, solamente empinaba el cristal de su copa contra sus labios.

Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora