Illumina mi

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Su teléfono celular suena. Abbacchio suelta el cuello del tipo al que le habia estado dando una golpiza, dejándolo caer estrepitosamente en el suelo. Busca en su bolsillo rápidamente y extrae el celular negro, y al ver de quien se trataba deslizo su dedo por la pantalla rápidamente, para responder la llamada.

- Buccellati... - murmura acercando el aparato a su oreja, recargándolo ahí.

- ¿Todo ha salido bien? – pregunta la suave voz del pelinegro, al otro lado de la línea.

- Mhm. Todo salio bien – el albino mira un momento a sus pies, dándole otra patada al sujeto que yacia ensangrentado ahí. Lo patea con tanta fuerza que el cuerpo se levanta unos centímetros del suelo antes de volver a caer, causando que el hombre emita un gemido de dolor y quede apilado con el cuerpo de otros tres hombres inconscientes. Sabe que es suficiente, asi que sale del oscuro callejón, pisando a esa maldita escoria en el proceso.

- Perfecto – a pesar de no ver su rostro, por su tono Leone sabe que tiene una expresion satisfecha. El pelinegro emite un sonido ahogado en el fondo de su garganta, parece que esta dudando de algo – Abbacchio... - murmura segundos despues.

- ¿Si? – un ceja palida se alza sutilmente, esta intrigado.

- No demores mucho en venir a casa... - pide con voz suave el ojiazul.

Y por supuesto que Abbacchio no demorara, esas palabras bastan para hacer que apresure su paso por la calle, iluminada tenuemente por farolas en esa oscura noche. Puede oir una suave risa al otro lado del teléfono, Bucellati sabe que ha empezado a apresurarse.

- Yo... ah... - parece que esta a punto de hablar otra vez, pero Bruno frena sus palabras antes de formular una oración.

- ¿Buccellati? – pregunta Leone, extrañado.

- Yo... tengo algo que mostrarte, Leone – murmura el ojiazul cálidamente – Ven rápido a casa... - agrega antes de suspirar y Abbacchio puede apostar totalmente a que dice eso con una sonrisa.

- Estare ahí en un par de minutos, Bruno – le asegura el albino, aunque mil preguntas al respecto revolotean en su mente.

- Esta bien, esperare en la terraza – una suave risa acompaña esas palabras – Amore mio... - dice Bruno con cariño, antes de anunciarle que va a cortar.

- Nh... te vere ahí, cuore mio – responde Leone, apretando suavemente el celular entre sus dedos.

Ambos dudan al colgar, deseando prolongar la conversación para oir más de la voz del otro, pero su alivio es saber que pronto podrán verse.

Y asi, Abbacchio continua caminando. No esta muy lejos de su hogar, no obstante al dar vuelta en una esquina se topa con el enorme ventanal de un aparador perteneciente a una tienda de ropa. Gracias a la suave luz de las farolas, es capas de ver su reflejo en aquel vidrio. Por ello se detiene unos momentos a mirarse. Abbacchio se limpia la sangre de la mejilla con el dorso de su mano derecha y nota con cierto disgusto que esta algo despeinado. El albino pasa una mano por sus cabellos para acomodarlos de vuelta a su lugar. Su maquillaje esta bien, por suerte, aunque no seria por mucho tiempo...

En cuestión de minutos se encuentra colgando sus llaves en el recibidor luego de abrir la puerta. Se detiene unos momentos para alisar su gabardina y se abre paso por la sala. Todo esta en penumbra, pero el conoce la casa como la palma de su mano y no es ningún inconveniente para el trasladarse hasta llegar a las escaleras. Ademas, pronto su mirada se acostumbra a la falta de luz. Por un momento, extrañamente puede sentir a Moody Blues inquieto, pero lo atribuye que es la pura emoción del stand por ver a Buccellati adjuntado a sus deseos.

Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora