Papá

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- Entra tu... - se escucha un murmullo.

- ¿¡Eh!? ¿¡Por qué yo!? Entra tu – sonó una voz menos sutil.

- No, hazlo tu – gruño Mista.

- ¡No quiero ir primero! ¿¡Qué tal si están desnudos!? – se alarmo Narancia.

- Silencio, podrías molestar a Abbacchio – regaño Fugo a Mista y Narancia.

- No es necesario que nadie entre. Podemos simplemente tocar la puerta – razono Giorno.

- Abbacchio ni en mil años escucharía eso – Trish rodo los ojos, cruzada de brazos - ¿Ves la hora que es? Si aun no lo ha despertado Buccellati es porque el tambien esta dormido. Abbacchio anoche estaba muy ebrio, seguro se levantara malhumorado.

- Tal ves Abbacchio no lo escuche, pero Buccellati si – Fugo apretó con sus manos los bordes de la bandeja que sostenía – Y es por eso que le preparamos esto. Le alegrara ver su café con whisky – señalo mirando la bandeja que sostenía Narancia.

- Bien, eso no lo discuto – Trish se encogió de hombros.

Lo importante era... ¿Quién iba a tocar la puerta? ¿Quién iba a entrar primero? ¿Quién tenia menos probabilidades de ser golpeado por un Abbacchio con resaca? Giorno al instante quedo descartado.

Narancia, era Narancia el indicado. Todos lo miraron expectantes, no hacían falta palabras para que Ghirga se percatara de que todo el grupo esperaba a que tocase la puerta.

Cediendo ante esa presión social, el moreno trago saliva y golpeo con sus nudillos la puerta.

Sin respuesta.

Pasaron unos segundos para que se animara a tocar la puerta por segunda vez.

- Hm... ¿Si? – al otro lado, en el interior de la habitación, escucharon la suave voz varonil de Buccellati.

- Buccellati... Trajimos el desayuno – explico con nervios Narancia, apoyando su frente contra la puerta.

- ¡Oh! Dame un momento... - la voz de Buccellati fue acompañada del suave crujir de la cama, luego unos pasos torpes yendo y viniendo. Escucharon un susurro con palabras inentendibles y desafortunadamente tambien alcanzaron a escuchar el sonido de un beso húmedo muy ruidoso, con un gruñido como sucesor.

Todos permanecieron expectantes, esperando. Pasaron varios minutos antes de que Buccellati abriera la puerta.

- Buenas... tardes – sonrió Buccellati. Con sorpresa había notado que ya pasaba del medio dia al ver el reloj sobre su mesita de noche. El joven capo traía puesta una pijama de Abbacchio, consistía en un short negro de algodón que le quedaba lo suficientemente largo para ser considerado como tal y una camiseta negra que le quedaba enorme.

Abbacchio en cambio estaba sentado en la cama frotándose el rostro, el usaba un albornoz gris y simplemente estaba tirado contra la cabecera de la cama.

- Ah... maldita sea – gruño el albino, con la cara libre de maquillaje y el cabello atado en una desordenada coleta alta - ¿De qué se trata esto?

- ¡El desayuno! – exclamo un nervioso Narancia, alzando aun mas la bandeja que el sostenía. Habia otra en manos de Fugo. Solo ellos entraron a la habitación mientras el resto de los chicos les dirigían sonrisas leves desde la puerta.

- Si, el desayuno – recalco Pannacotta.

- Tu café especial – se apresuro a decir Narancia antes de que el mayor tuviese un espacio para replicar o preguntar algo. Se encamino hasta la cama y dejo la bandeja en el regazo del mayor, que se calmo al instante al percibir el aroma del café con alcohol.

Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora