Hoyuelos de Venus

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Cuando Buccellati esta de espaldas a el, frente a la cama y comienza a desprenderse lentamente de la tela traslucida color negro los ojos de Abbacchio se mueven ascendentemente y descendentemente, admirando la hermosa espalda del joven capo. Las líneas de sus músculos se marcan bellamente en esa firme piel color oliva, demasiado tentadora, que remata al perderse tras sus cabellos negros a la altura de su fino cuello. Recorre la curva de la estrecha cintura con adoración y se arrastra hacia las caderas.

Se detiene a observar el firme y redondeado trasero que es escasamente cubierto por una pequeña prenda inferior de encaje color negro que deja los glúteos al aire. Leone sonríe igual que la primera vez que comprobó que Buccellati usaba ropa interior a juego con los coquetos bralette de encaje que exhibía con sacos de pecho abierto. Pero eso no es todo, para sorprenderle a veces el pelinegro acompaña eso de medias y un lindo liguero que nadie mas que el albino tendrá la dicha de ver. Asi que los ojos de Abbacchio siguen arrastrándose a las torneadas piernas cubiertas con unas medias negras que se transparentan y están sujetas con un ligero de encajes del mismo color. Mira como la curva de las pantorillas se realza graciosamente gracias a los zapatos de tacón negros y brillantes que está usando su amante, un detalle bastante divino, además de elegir uno de los colores preferidos del albino.

Abbacchio se acerca tras el y puede ver a través del reflejo en el espejo colocado estratégicamente en la cabecera de la cama la expresión de Buccellati. Las pestañas de el bailan mientras voltea el rostro de lado, pero sin apartar sus ojos azules intensos del reflejo de Abbacchio.

Bruno alza sus manos para acariciarse los hombros con anticipación mientras el se sigue acercando. Sus dedos se deslizan hasta el borde del encaje de su bralette mientras espera pacientemente por el.

Cuando Abbaccio por fin esta de pie tras el, la callosa mano diestra del albino se arrastra desde el firme muslo del pelinegro, acariciando el femoral ascendentemente cubierto de la fina tela de la media hasta llegar a la curva del glúteo derecho expuesto. Aprieta la carne dura y Bruno alza su mentón, suspirando excitado y alzando sus caderas al momento de recibir aquel toque tan delicioso, que hace cosquillear su piel.

- Que encantador... - suelta con una voz suave y grave, cerca de la oreja del mas joven. Esto parece hacer temblar el cuerpo del ojiazul, cuyo brazo derecho viaja por detrás de su cabeza para engancharse en el cuello de Leone, tirando suavemente de el para atraerlo mas cerca.

Cuando el albino reposa su mejilla contra los negros cabellos de Bruno y se miran ambos un momento en el espejo, no pueden evitar admirar un momento la vista frente a ellos. El brazo libre de Abbacchio se enreda alrededor de la estrecha cintura de Buccellati, la mano que antes sostenia el firme glúteo viaja hacia el frente para acariciar su cuádriceps y apretarlo un poco.

Es una combinación bastante excitante para los ojos de ambos, ver la piel color oliva de Buccellati en contraste con las manos de Abbacchio. Leone piensa que la piel del capo es preciosa. Demasiado suave, libre de imperfecciones mas alla de las cicatrices que conllevan su trabajo y un color encantador dotado por los años que paso trabajando en el mar. Abbacchio ya no es tan palido como solia ser en el pasado, las jornadas de trabajo recorriendo las calles de Napoles luego de frotar bloqueador solar en su piel le ha dado otra tonalidad, pero definitivamente es diferente al hermoso color oliva de Buccellati.

Bruno sabe que el mayor adora su piel y se aprovecha de ello. En ocasiones cuando se miran insinuantemente mientras se deshace de su elegante saco pasa los dedos sobre su propio pecho y hombros mientras clava la mirada en el de cabellos plateados. Y puede ver a Leone ponerse hambriento frente a el, delirante y deseoso de recorrer con sus dedos su piel. Finalmente, aunque no le de una invitación abierta mas que una leve sonrisa al instante tiene las manos del hombre acariciándolo justo como desea.

Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora