Entre sesiones

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- Ah... Ah... - entre suaves jadeos de placer, Buccellati es acomodado por las fuertes manos de Abbacchio sobre su cálida cama. El pelinegro tiene las mejillas teñidas de color rosa, los labios hinchados y entreabiertos, los preciosos ojos azules brillantes y lindas marcas de lápiz labial morado por todo su sudoroso cuerpo.

Abbacchio sale lentamente de el, provocándole temblar. El albino se recuesta a su lado sin dejar de abrazarlo de la cintura. Besa la coronilla de Bruno, sobre esos brillantes cabellos negros y respira hondo, como si intentase obtener todo el aroma que el joven capo le puede dar.

Se quedan ahí, Leone sintiendo aun como leves gotas de sudor se deslizan por su piel. Las sabanas tendrán que ser cambiadas debido a lo húmedas y pegajosas que quedaron luego de su apasionado encuentro sexual.

Poco a poco sus respiraciones se calman y están en un agradable silencio en el que se miran los rostros y reparten caricias suaves en el cuerpo del contrario, la mano de Leone juega un poco en el cuello de Bruno, deslizándose hacia su pecho una y otra vez, en ocasiones bajando por ese lindo abdomen mientras que la otra mano reposa en la espalda baja del joven capo, usando las puntas de sus dedos para adorar los hoyelos que tiene.

Buccellati se estremece cuando la mano de Abbacchio baja de sus hoyuelos de venus directo a sus nalgas. El albino aprieta la firme carne y suelta una leve risa cansada. En cambio, Bruno separa los labios y exhala desesperado, su cuerpo aun esta demasiado sensible luego del orgasmo y a Leone le encanta molestarlo siempre de aquella manera, además de que sabe que eso tiene casi todas las probabilidades de conducir a un segundo encuentro.

Con los ojos entrecerrados, el joven capo mueve levemente la cadera al sentir el caliente liquido de Abbacchio filtrarse fuera de su pequeño hoyito. Le cuesta respirar aun y el maldito albino parece determinado a no dejarlo descansar ni un minuto. Pero el tambien quiere molestar un poco al persistente Leone, asi que impulsa la cadera hacia el y hace que sus pelvis se junten. Las pieles siguen calientes, húmedas y Bruno se lame el labio superior cuando puede sentir aplastarse contra su miembro la verga del mayor, que sin duda nuevamente esta comenzando a endurecerse.

Buccellati aun trae puesto su bralette de encaje, desacomodado, pero en ese momento le parece demasiado apretado debido a lo irregular de su respiración.

- Leone... Leone... ayúdame a quitarlo – pide el pelinegro, llevando sus manos a los bordes de la encantadora y costosa prenda.

El ex policía asiente emitiendo un monosílabo y lleva sus manos a los pequeños ganchos en la parte posterior de la prenda para desabrocharlos sin problema alguno. Le avergüenza recordar cuando no le encontraba ni pies ni cabeza a aquellos ganchillos y tardaba demasiado en quitarlos.

Liberándose de la tela y a pesar de que Leone opuso resistencia, el joven capo se desliza en la cama para alejarse de el. Abbacchio frunce el ceño y gruñe quejándose.

- Debo ir al baño – le explica rápidamente, sentándose al filo de la cama. Hace una mueca, siente mas liquido filtrándose de su entradita. Sus caderas están entumecidas y le cuesta algo de trabajo ponerse de pie, por lo que el albino al instante tambien se sienta e intenta ayudarlo.

- Bruno... - las fuertes manos del mas alto sostienen la pequeña cintura y le ayuda a ponerse de pie. Tiene obvias intenciones de ayudarlo a llegar al baño.

- Quedate aquí, ya vuelvo – pide el joven capo cuando ya esta de pie, a pesar de que le tiemblan las piernas empuja las manos de Abbacchio lejos de su cuerpo. Necesita unos minutos para refrescarse, debe recuperar el aliento por completo y dejar descansar su cuerpo un poco. El también quiere una segunda ronda de sexo, lo desea tanto al igual que Abbacchio. Asi que usa toda su fuerza de voluntad para alejarse un par de minutos y descansar para darle a Leone toda la atención y disposición que se merece, porque no le gustaría quedarse acostado ahí como un costal mientras el albino hace todo el trabajo. Le gusta participar, le gusta darle amor a Abbacchio.

Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora