Compras

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Los lugares repletos de gente ciertamente no eran el ambiente favorito de Leone Abbacchio. El era del tipo de persona que le fastidiaba ver niños corriendo por el lugar, la gente que hablaba casi a gritos en lugares concurridos y las malditas personas que caminaban jodidamente lento, como si fueran los únicos transitando por la acera.

Pero podia manejar todo eso cuando andaba con Buccellati. Especialmente, los días que salían de compras. Ahí sus molestias se veian reducidas al minimo. Siempre que andaba con Bruno era asi. Aunque tuvieran que lidiar con la manada de gremlins descontrolados que tenían por familia.

- Comportense - la voz del pelinegro fue firme cuando detuvo sus pasos y se dio media vuelta encarando a los jóvenes. Una advertencia previa cuando las risas de Narancia y Mista se volvieron demasiado escandalosas aun para estar en el exterior.

- Si, mamá - bufo Mista, rodando los ojos. Narancia solto otra risa fuerte, agitando sus manos en señal de paz.

Abbacchio tambien detuvo su andar y echo un vistazo tras su hombro. No entendia porque en primer lugar ese dia habian decidido salir todos, cuando usualmente solo eran el y Buccellati al salir de compras a las costosas tiendas de moda italiana.

El pelinegro les dirigio una ultima mirada de advertencia antes de voltearse y reanudar su andar junto a Leone. Caminaban demasiado cerca, con los hombros rozándose innecesariamente.

- Aw... parece como si quisiera tomar su mano - murmuro Trish tras unos momentos de silencio, al ver como cada cierto tiempo el dorso de la mano de Abbacchio tocaba suavemente el de Buccellati.

- No parece, el quiere - secundo Narancia en voz alta.

Para su desgracia, el albino escucho perfectamente a ambos. Miro tras su hombro con el ceño fruncido. No hicieron basta palabras para que los niños decidieran callarse. Luego miro de reojo al capo, notando que este sonrio segundos antes de que se cubriera los labios con su mano derecha.

Niños de mierda, ahora tendría a Bruno burlándose de el mas tarde.

¿Pero a quien queria engañar? Obviamente si queria tomar la mano de Buccellati. Pero estaban en el exterior, donde cada 5 pasos alguien saludaba al joven capo. Su relación no era algo del conocimiento público, ninguno habia salido del closet propiamente y el pelinegro tenia demasiadas gentiles ancianas y señoras recordándole que sus nietas, sobrinas e hijas estaban solteras. A los ojos de los ciudadanos de Napoles solo eran Bruno Buccellati y su mano derecha, Leone Abbacchio.

No podia darse el lujo de tomarlo de la mano y abrazar al capo en el exterior. Tal vez si podria hacerlo en la oscuridad de la noche en calles solitarias, pero no en ese momento, a plena luz del dia y rodeados de gente.

Lo único con lo que podia conformarse eran esos sutiles roces de hombros y manos. De vez en cuando poner su mano amistosamente en la espalda baja del pelinegro mientras le hablaba, pero aquel contacto no debería durar mucho. Y Buccellati hacia lo mismo. A veces le daria palmaditas en la espalda o colocaría su mano en el hombro de el, apretándolo suavemente mientras le hablaba, sonriéndole mientras le daba una palmadita suave en la mejilla o le acomodaba los cabellos plateados.

- Pueden ir a donde quieran, pero deben comportarse. Nos reuniremos aquí mas tarde, estén al pendiente de sus teléfonos - la voz del joven capo saco de sus pensamientos a Leone.

Por fin, al menos tendrían un momento a solas. El grupo estuvo de acuerdo y se fueron dispersando según sus necesidades o gustos personales. Mista decidio seguir a Giorno, mientras que Trish básicamente arrastro a Narancia y Fugo a una tienda femenina. No estaban preocupados por ella, sabían que los muchachos la cuidarían. Siempre cuidaban bien de ella.

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