Especial de Año Nuevo: Spumante

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Cualquiera pensaría que al capo de Napoles en la celebración de año nuevo le esperaba una lujosa fiesta en alguno de sus casinos, rodeado de mujeres hermosas, consumiendo los mejores licores del mundo y las carnes mas finas.

Para el joven Bruno Buccellati no fue asi. Al igual que en navidad, prefirió estar con su grupo, su familia mas bien. No obstante, el estuvo ahí durante la noche, en el casino mas grande de Napoles en el que organizo una celebración para el resto de los miembros de Passione del area. Por supuesto, se vio ahí al capo y a sus hombres durante la noche.

Caminando entre las personas y recibiendo saludos, vestido en su precioso traje de diseñador color negro con gotas blancas y adornos de zipper dorado, perfectamente ceñido a su hermoso cuerpo. Sus brillantes cabellos negros se deslizaban con cada uno de sus movimientos, una trenza tan impecable como siempre adornaba la parte superior de sus cabellos, sostenida con un par de costosos broches de oro. El fuerte pecho del capo estaba expuesto como era habitual, cubierto únicamente con un coqueto bralette de encaje que se movia al ritmo de su suave respiración. Un corazón dorado brillante reposaba sobre su pecho pediendo de un collar. Todas las mujeres suspiraban al paso del gallardo y poderoso hombre de brillantes ojos azules rodeados de espesas pestañas y hermosa piel oliva que ostentaba una sutil sonrisa cordial en esos gruesos y preciosos labios al saludar a los invitados.El sonido de su voz vibrando al conversar dejaba a muchos derritiéndose como mantequilla, con ese tono suave y varonil, autoritario.

Tras el capo Buccellati, en todo momento estaba su mano derecha, Leone Abbacchio. El enorme hombre de largos cabellos platinados mantenía su mirada fija en todo aquel quien mirase al capo por mas tiempo del estrictamente necesario. Por supuesto, cualquiera apartaba la mirada ante el escrutinio de aquel hombre. Sus extraños ojos de oro violeta eran tan pesados como hermosos. El varonil rostro cubierto de maquillaje no le restaba autoridad alguna a Abbacchio. Su profunda voz, esa pesada mirada en un rostro tan bello como ciertamente duro y el enorme cuerpo musculoso intimidaban a cualquiera. Se hablaba de que lo habian visto terminar con adversarios a golpes, sin requerir arma alguna.

Y en cierto punto de la velada, antes de la media noche Buccellati se despidió mientras el albino ponia un abrigo negro sobre sus hombros, para asi marcharse con el. Sus invitados lamentaron no deleitarse con la presencia del capo mas tiempo. Tambien se retiraron junto a el los miembros mas allegados al hermoso pelinegro, aquellos jovencitos que habian sido parte de su grupo cuando Buccellati estaba bajo el mando de Polpo.

- ¿Si estoy comiendo a la media noche, significa que comere muchas cosas deliciosas durante el año? – divago Narancia mientras bajaban del auto.

- No lo creo – respondio Fugo bajando del otro lado.

Abbacchio al salir del asiento de conductor se apresuto a ir a abrir la puerta de Buccellati. Una sonrisa sugestiva apareció en el rostro del capo al tomar la mano que le ofrecia el albino.

Al adentrarse en su hogar, fueron recibidos por la calida atmosfera y el delicioso olor a carne al horno. La cena estaba lista.

Trish se encontraba en su hogar. La encontraron mirándose en el espejo del recibidor, colocando una capa de brillante lipstick sobre sus curvilíneos labios. La pelirosa ya estaba vestida para la ocasión, con un precioso vestido negro y rosado bastante elegante, un bonito collar de perlas colgando de su fino cuello.

Al verlos llegar, Trish le coloco la tapa a su lipstick y le sonrio con suficiencia a Buccellati.

- ¿Y bien? Te dije que podríamos arreglárnosla – ella coloco las manos en sus caderas.

En el comedor se encontraba Mista, acomodando platos y cubiertos. Asi que Giorno debería de estar en la cocina cual guardian, vigilando la cena recién hecha.

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