Capítulo 11

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Después de pensar y pensar no sabía quién realmente era ella, porque conozco a varias Natalias y los chicos también, no sabía cuál de todas era.

—Está bien, no hay problema— le dije para tranquilizarlo— vamos a comer, yo invito— chocamos las manos.

Caminamos a la sala.

—¿Isa te parece que invitemos a los demás?— dijo desde la cocina.

—¡Claro, no hay problema!— le dije y llamé a los chicos.

Les dije que saliéramos a comer y yo invitaba, necesitamos relajarnos y comer un poco. Fuimos a un lugar cerca al apartamento que se llama Gua-Ska es de comida colombiana, queríamos un poco de lo nuestro.

Al llegar nos asignaron una mesa para seis, nos encontrábamos con Simón, Martín, Villamil, Pedro, Germán y yo.

—Necesito una cerveza colombiana— dijo Martín haciendo una mueca.

—¡Todos necesitamos una Martín!— expresa Simón riendo junto a Villamil— bueno no todos, Isaza no puede beber alcohol.

El mesero llegó y pedimos nuestras ordenes, los platos llegaron con facilidad y empezamos a comer.

Miré a Martín y Simón.

—¿Dónde están Nathalia y Laura?— pregunté.

—Laura tuvo que viajar a Colombia junto a su hermana— compartió Martín algo triste— pero creo que volverá en unos días.

—Nathalia está con su familia, ella se quedará unos días con ellos— habla Simón comiendo un poco de ensalada césar con pollo.

—Pensé que vendrían más tarde— bebí un sorbo de mi botella de agua, sí agua— pero bueno... Chicos odio que ustedes beban alcohol y yo no pueda hacerlo— hice un puchero tierno.

—Es por tu bien— habla Mango mientras cambiaba mi botella de agua por su cerveza, lo hacía como si nadie lo viera pero todos lo estábamos viendo— aquí no ha pasado nada.

Todos reímos a carcajadas, no podíamos parar de reír hasta que llegó un mesero y nos dijo que bajáramos el tono porque estábamos incomodando a las demás personas que se encontraban en el lugar.

Todos reímos un poco más bajo, el mesero volvió a nuestra mesa y dijo lo siguiente.

—¿Señores, por favor pueden bajar la voz? Si no lo hacen tendré que sacarlos del establecimiento y claramente ninguno de ustedes quiere eso, ¿Cierto?— dijo en un tono casi agresivo mirando a cada uno en la mesa.

—Señor— Martín miró la placa con el nombre que llevaba en su pecho— Fernando...— él lo mira con un rostro apagado— No se imagina todo lo que ha sucedido desde que llegamos a México y debo decirle que con solo reírnos no le hacemos daño a nadie, a absolutamente nadie— hizo una pausa— si alguien está molesto dígale que venga a charlar con nosotros— Martín cabo y el mesero se fue.

—¿Qué pasó?— miro con asombro Pedro a Martín, realmente todos lo miramos asombrados.

Martín es un chico extrovertido, alegre y muy amable pero no sabíamos que haría eso, fue extraño verlo hablar de esa manera con tanta rabia y sensatez lo dijo muy suavemente. Martín estaba igual de asustado que nosotros. Primero Pedro y ahora Martín.

—La verdad no sé qué dije pero espero que el mesero no traiga a nadie— reímos muy bajo.

Terminamos de comer y salimos del lugar, los chicos pidieron dos Uber; ya que, somos seis personas y no sé permitían seis personas en un auto.

—Está que llega— dijo Pedro mirando su teléfono.

—¿Chicos y el evento de hoy?— preguntó Simón.

—¿Iremos?— preguntó Mango.

—Supongo que si— afirme dudando.

Los autos llegaron, en el primero esta Simón, Villamil y Mango; en el segundo íbamos Martín, Pedro y yo. Cómo estábamos cerca del apartamento solo tardamos diez minutos en llegar.

Debíamos alistarnos para ir al evento en la noche, esperábamos que todo saliera bien y no tuviéramos problemas con lo de hoy. Los chicos jugaron en la consola fútbol y yo fui a dormir, quería descansar un poco más, sabía que había dormido mucho pero necesitaba hacerlo.

•••


Nota del autor: ¿Qué se sentirá salir de fiesta con Morat?

Me he ilusionado.

Les quiere, Natalia.

ROZAGANTE | Juan Pablo Isaza P.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora