ROZAGANTE | Juan Pablo Isaza P.

Capítulo 27

Comenzando el día.

—¿Todos está listo para esta noche?

—Si, estoy seguro— dice John Mario detrás de bambalinas.

—Bueno, entonces ya todo está listo— celebré.

Salí del lugar junto a john Mario esperando a los demás, él y yo nos sentamos en las gradas apreciando el panorama. Solo pensaba "Termina con todo y relájate" eso pasaba una y otra vez por mi mente.

Agradecí cuando vi que todo el equipo había terminado.

Todos estábamos sentados, hablando y riendo, otros por su lado descansando de tanto trabajo.

—Pueden salir un rato y volver luego, puede ser después de una hora— dijo Pedro y cada uno salió del lugar separándose.

Salí de aquel lugar a conocer un poco porque no conocía esta parte de España, en el camino vi un agradable lugar a lo lejos. Era un hermoso café con un apariencia especial, estaba adornado de luces y tonos neutros, entre esos colores café mocha y beige.

Entré al lugar que tenía aroma a lavanda con toques de vainilla.

—¡Qué rico!— susurré a mis adentros por aquel olor.

Me senté en una esquina junto a una mesa y esperé que el mesero viniera para pedir mi orden.

—Buenas tardes— dijo aquel mesero con un acento pronunciado que me hace pensar que yo vivo en el mismo país que él y no lo tengo— esta es la carta— al entregarla rápidamente elijo lo que voy a pedir.

—Voy a pedir Galicia y un café— el mesero afirma y se retira con mi orden.

Al espera recibí algunas llamadas de unas amigas y compañeros del trabajo, mientras hablaba con ellos el café se lleno por completo y no quedaban muchas mesas en el lugar.

Mirando a lo lejos vi un rostro conocido, como el lugar estaba repleto de personas me levanté de mi asiento y lo llamé.

—¡Juan, Juan pablo!— al escuchar su nombre giro su rostro y me sonrió.

Caminó rápido hasta mi mesa y me dijo sorprendido.

—Cuando escuche mi nombre pensé que me había llamado mi hermana— sonreí con ternura— por tu noto de voz.

—Se parece un poco pero no es para tanto...— los dos sonreíamos.

En ese lindo momento llego el mesero con mi orden junto con la de Juan pablo.

—Veo que pidieron lo mismo— nos miramos los tres entre sí— buen provecho— dijo el mesero y se fue.

Juan Pablo y yo habíamos perdido el mismo postre y café, ¿Coincidencia?

—Como dijo el, buen provecho.

Consumimos todo en tiempo récord porque pedro nos necesitaba urgentemente, después de comer el y yo discutimos por quien pagaba la cuenta pero, él terminó ganando por su agilidad en el juego de Pierda, Papel o Tijeras.

—Debes saber que te odiaré por ganarme en ese juego— le decía caminando fugazmente.

—No me odias, tu me amas— lo dijo en broma.

—Claramente, te amo, Juan Pablo Isaza— era sarcasmo.

—Y yo a ti, te amo Nathalia Martínez Sab...— lo intenrrumpí.

—No, no. No lo digas...— lo detuve en el camino.

—Lo sé, solo bromeaba— me abrazó por los hombros.

Logramos llegar de primeras antes que los demás, pedro nos había reunido a todos; es decir, Morat, ingenieros y roadies.

—¿Es algo grabe?— Juan le pregunta a Villamil.

—No lo sé, en realidad nadie lo sabe— respondió evadiendo la pregunta y sonrió.

—¿Qué te traes entre manos Juan Pablo?— lo señalé— ¿Qué se traen entre manos ustedes?— lo fulminé con la mirada pero él no dijo nada.

¿Es bueno?

¿Es malo?

Necesito saberlo.

—Señores y señorita— soy la única mujer aquí— Solo quiero agradecerles por toda la ayuda, apoyo y cariño que nos han brindado en todo este tiempo, ustedes son personas maravillosas y les agradezco muchísimo; es más,TODOS les agradecemos por su colaboración con Morat.

Luego de la hermosa charla con todo el equipo inició el concierto en Marbella, después de varias canciones recordé la primera vez que conocí a Morat y su concierto en Colombia, la conversación temerosa con Pedro y Juan Pablo Isaza al entregarle la plumilla dorada, el acceder a una "cita no cita" y pasar un simpático momento con todos ellos. Por otra parte, el doloroso momento de dejarlo todo en España y desaparecer de la tierra.

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Nota del autor: No tengo nada que decir, por ahora.

Les quiere, Natalia.