22화

3.5K 682 315
                                    

Los extensos terrenos de trigo tiñen el paisaje en tonalidades calidas; desde un suave amarillo hasta marrón muy claro. Jungkook no solía cruzar por este lado de la manada, no sólo porque estuviese a espaldas de su casa, sino que daba vuelta a media aldea; por tanto, demorabas quince minutos o más, en llegar al destino. Era claro que Taehyung le mintió, aquello no se trataba de un atajo, pero igual era mejor camino. Jungkook disfruta el impacto de la brisa otoñal junto al suave aroma que traían las siembras de ese año. Fue fácil encontrar paz entre esos océanos amarillos, tanto que fue triste estacionar detrás de su hogar. Procuró peinarse el cabello, gracias al viaje debía ser un caos ahora.

         —Siempre he tenido curiosidad sobre algo —Taehyung le mira bajar del pequeño vehículo, arreglándose el ropaje. Jungkook sólo alcanza a murmurar algún monosílabo similar a: "¿Qué?". — ¿Por qué te teñiste el cabello de esa forma?

         —¿Huh? —pareció no entender su interrogante al instante, pero cuando le vio señalar hacia su desastre azabache-dorado comprendió. — Ah, eso. No me he teñido el cabello... Es así.

        —¿Qué?

        —Sí, se torna rubio cuando llega a esta parte —señaló por encima de su oído, justo a mitad del mechón más cercano. —Bueno, una vez lo teñí de azul, y otra de rojo, pero lo rubio es así.

        Taehyung se queda en silencio, confundido, cree que le hace una broma. Sin embargo, cuando termina de quitarse las hojas que se pegaron a su ropa en ese trayecto, sabe que habla en serio porque le mira confuso.

         —¿Qué pasa?

         —Nada, sólo... Todo tú es increíble.

         Jungkook ignora el rubor que trepa a través de sus mejilla ante tal comentario, y recibió menciones al respecto, pero jamás una amable. En jardín de niños se reían de esa extraña genética, aunque nunca tomó gran importancia. Taehyung, era diferente.

          —Sí, bueno... —se relame los labios, nervioso. — ¿Quieres quedarte a comer? No me gusta hacerlo solo —y le ve asentir, bajando del vehículo para recargarlo junto al cerco más próximo. — Sólo que deberás entrar por la ventana... —señala rumbo al segundo piso, recibiendo una mirada incrédula. —Lo siento, pero aun no se va mi nana. Y no puede verte aquí.

         —Ya, ya. Está bien —se rinde, buscando una solución viable para trepar hasta ahí. Bien, era ágil, pero... Deja de pensar cuando Jungkook agradece varias veces antes de darle un casto beso sobre los labios para rodear la casa y entrar.

          Vale, puede sacrificar su vida sólo gracias a eso. Genial, está en serio perdido.

Jungkook ingresa por la puerta delantera, satisfecho del dulce aroma a comida casera que le recibe. Y no se equivoca, aquella amable beta aún está dentro. En los últimos años, su relación decayó notablemente, ella lo adjudicó a la pubertad. Por tanto, es mejor darle espacio; entonces, apenas le ve entrar, regala una cálida bienvenida y dice que recién terminó su comida. Él agradace y la despide sonriente, incluso si nota extraña tanta alegría, se marcha del lugar; dejándole sólo, o al menos, creyendo que es así. Pues, apenas cierra la puerta, llama al nombre de Taehyung mientras avanza por ese delicioso manjar que alcanza a olfatear.

        —Joder, ella debe cocinar muy bien. Me llegó el aroma desde tu cuarto —se hace notar un hambriento alfa, quien baja los escalones de dos en dos para llegar hasta donde el omega, quien asiente mientras se encarga de servir para ambos.

        —Cocina mejor que mamá y papá, lo cual es sorprendente porque ellos son chefs y tienen un restaurante de súper lujo. Así que... Sí, delicioso —quizá por ello no hizo gran esfuerzo por echarla cuando decidió no tener más compañía durante la ausencia de su familia.

Through The MaskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora