34화

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El invierno llegaría pronto, pero aún faltaban algunos días; por lo tanto, Jeon Jungkook se desconcertó al ver tan próxima la tempestad. Todo desde esa discusión con Hoshi, la cual habría querido evitar desde un inicio. Aunque quizá sólo estaba sensible, porque no había podido hablar con Taehyung desde la otra noche donde le contó sobre su hermana. ¿Estaría avergonzado con él? Jungkook en serio que no le juzgaba; si fuera un alfa, y alguien maltrataba a su hermana, actuaría igual. En realidad, incluso siendo omega, sería capaz de hacerlo. De igual forma, tiene una ligera esperanza de verlo ese día. Por tanto, sale temprano rumbo al colegio, avisando a Mingyu que llegaría por su cuenta.

       Esa mañana, no pensaría que nada extraño sucedía; sin embargo, presentía un escalofrío que atribuyó al clima. Quizá era normal con el invierno, o sólo era inquietud por los exámenes que realizaría esa misma mañana. Ninguna idea parece trágica, pero cuando pone un pie dentro del edificio de aquel pequeño instituto, se da cuenta que no sólo es una ansiedad mental. No, toda la atmósfera está cubierta por una capa de moho grisácea, ojalá fuese niebla. Jungkook prefiere asemejarlo a la bruma noctura, o si es más dramático, al descenso en el inframundo. Todos murmuran contra los casilleros, visualiza expresiones pálidas en todos sus compañeros. Esta vez, nadie se gira a mirarlo ni una sola vez, aunque no vaya acompañado de su novio. Quisiera alegrarse por ello, pero presiente que no debería. En su lugar, camina directo a sus amigos apenas les vislumbra al final de ese interminable pasillo.

       Bambam mantiene un ceño serio, mientras que Hoshi murmura sobre algo que Jungkook no escucha. No hay ninguno de sus alfas a la vista, incluso desde algunos metros atrás puede sentir que ambos están necesitándoles. Pero, ¿por qué? No alcanza a teorizar, cuando el omega pelirrojo poco o nada tarda en deparar sobre su llegada. Y Jungkook creía que tendría un tenso encuentro con Soonyoung, pero cuando el tailandes señala hacia él, Hoshi no tarda en lanzarse a abrazarlo. Encuentra seguridad en los brazos de su mejor amigo, quien le corresponde pese a estar confundido. Teme preguntar, sin embargo, debe hacerlo.

       —Hey, ¿estás bien? —Jungkook acaricia las hebras plateadas del pequeño, lanzando una mirada interrogativa a Bambam; pero, es más confuso verle desviar la mirada, en verdad abochornado. — Hoshi —insiste, un tanto inquieto por la consternación.

        —Estoy bien —pero es debatible. Jungkook no advierte tristeza, tampoco una especie de molestia. Más bien, se le antoja algo cercano al temor, quizá perturbado.

        —¿Qué pasó? —se apartó lo suficiente para mirarle, necesitando respuesta a ese extraño ambiente. Sin embargo, ninguno le alcanza a responder, cuando desde otro pasillo resuenan los tacones afilados de la secretaria del director.

       Todos miran en su dirección, Jungkook más desorbitado que el resto. Aquella beta de elegante porte y modestos modales, lleva un cartel bajo el brazo. Parece serena, pero se percibe cierto shock en su mirada. Nadie pierde su pista hasta que se detiene frente a la pizarra de anuncios decorando sólo al costado del corredor. Entonces, con toda la calma del universo, prende con dos tachos de color rojo aquella hoja que cargaba con tanto recelo. Jungkook puede verlo al fin, la fotografía de un alumno; no le conoce muy bien, pero sabe que va un curso por debajo.
Sin embargo, más preguntas que respuestas llegan cuando visualiza el grabado: "En la memoria de: Song Jaesol".

       —Lo encontraron anoche —escucha a Bambam decirle, pero Jungkook busca una respuesta en aquella imagen del chico. Ahí se le ve sonriente, aunque él no recuerda muy bien de quién se trata. —Lo atacaron en las fronteras cuando volvía a casa desde las cosechas, nadie se enteró hasta que los padres de Namjoon hacían sus guardias correspondientes... Tenía indicios de un ataque.

       —Él... —frunció el ceño, sin saber si entendía correctamente todas esas señales.

       —Está muerto —concluyó, Bambam. Una pesadez amarga se instaló al final del pecho, entonces pudo entender el aroma de su mejor amigo. Igual a ser descobijado, es temor a algún ente incierto.

Through The MaskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora