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Cap (2/3)

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Cuando el último de los clientes de aquella noche tomó su café y salió del lugar, soltó un suspiro de alivio diciéndose que era su culpa porque... pudo haber escogido aplicar a otro trabajo y sin embargo estaba ahí, lidiando con algunos clientes que a veces eran realmente exasperantes.

Todo empezó la semana anterior, luego de que las cosas con Zach y Leo por fin se habían acomodado. Gus se dio cuenta que necesitaba hacer algo con su tiempo libre, no solo porque se volvía loco sin hacer nada ya que su mente se ponía demasiado ruidosa, pero también porque el dinero que le dejó su abuela no duraría para siempre, por lo tanto necesitaba encontrar la manera de ganar dinero y seguir pagando sus gastos.

Fue como si el universo decidiera lanzar una oportunidad frente a él porque una tarde decidió ir a The Break y pasar el rato mientras sus chicos se desocupaban, además de que también esperaba poder charlar un rato con Jax ya que no había estado muy al tanto de él debido a las cosas con las que había estado lidiando. El punto es que al entrar a la cafetería se topó con que la compañera de Jax estaba siendo despedida por un muy enojado gerente; al parecer la chica fue descubierta fingiendo estar enferma. Luego de que la odiosa chica se marchó, el gerente se quedó muy irritado con la idea de tener que buscar a alguien que la reemplazara. Gus no lo pensó detenidamente, solo se ofreció creyendo que el hombre lo madaría al demonio.

¿Es enserio?— preguntó el tipo.

Uh, sí— s encogió de hombros mientras el hombre lo evaluaba golpeteando los dedos contra el mostrador.

Bien. Empiezas mañana, pero traeme tu hoja de vida y tres referencias personales para archivarlas.

Eso fue todo. Al día siguiente Gus firmó un contrato y se convirtió en el compañero de trabajo de Gus. Su turno empezaba a las dos, por lo que le quedaba de maravilla al no interferir con su clases, además de que al estar cerca del campus no le era difícil movilizarse hasta ahí. ¿Pero después de una semana trabajando en ese lugar?  el rubio estaba tentado a huir lejos porque en serio era estresante, de no ser por Jax probablemente hubiera mandado a la mierda a uno que otro cliente.

Pero todo fuera por el dinero.

Estaba de espaldas cuando la puerta fue abierta de nuevo. Le echó un vistazo al reloj en la pared. Eran las ocho y cinco de la noche. Rodó los ojos.

—Son más de las ocho, ya cerramos. Si su necesidad de cafeina es demasiado grande, hay otra cafetería a un a cuadra. Que tenga buena noche— dijo en tono aburrido y sin girarse.

—Wow, eso fue tan frío — se giró al escuchar aquella voz y no pudo hacer nada contra la sonrisa que tiró de su boca.

Leo caminaba hacía el mostrador, usando uno de esos atuendos formales a los que era tan adepto. Aquella noche eran unos pantalones de vestir en color gris y una camisa negra. Su cabello peinado hacia un lado en un estilo elegante que gritaba "niño bueno" por todos lados.

—Hey ¿Qué haces aquí? Creí que trabajarías con tu padre hasta tarde— Leo le había escrito antes  para contarle que estaba en el bufete de su padre ayudando con un caso.

—Terminamos temprano, debía salir de la ciudad.

—Ya veo.

El Malvavisco ladeó el rostro y le sonrió dulcemente, de esa manera que era tan tentadora, que no le quedó más que salir de detrás del mostrador y acercarse a él para saludarlo como se debía. La sonrisa de Leo no hizo sino crecer más a medida que se acercaba. Se inclinó ligeramente hacia el frente y el Malvavisco lo encontró a medio camino haciendo este sonidito de satisfacción cuando sus labios se encontraron. Ah, mierda, había algo simplemente adictivo en besar a Leo. Daba ganas de quedarse degustando esa atractiva boca por un largo rato. Ladeó ligeramente la cabeza y empujó su lengua contra los labios de Leo, quien no dudó en darle acceso, profundizando así el beso.

Mi Única Adicción (Suerte #7.8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora